CONCIENCIA
El lunes no es definitivamente el mejor día para emprender un proyecto (está demostrado científicamente) pero decidida y motivada, empiezo el día con un ejercicio clave en el bienestar para las largas horas que me esperan: el estiramiento. Procuro, pese a mi cansancio, sentir todos y cada uno de los miembros de mi cuerpo, con la idea en mente de "conciencia" del momento presente. Las miles de actividades que tengo pendientes para el resto del día no me dejan en paz, pero me insto a seguir adelante con el programa, sin perder la motivación. Me ducho disfrutando del momento (quizá lo más fácil de cumplir), pero no puedo evitar saltarme el desayuno por falta de tiempo. Aplico pacientemente mis 40 respiraciones antes de adentrarme en la jungla urbana. Las cinco alarmas me despistan, no coinciden en el mejor momento, pero me recuerdan el principio básico: date cuenta de lo que haces en el momento de hacerlo. No puedo impedir la multitarea (la realidad me pilla de lleno pero procuro relativizar). Los primeros días no me dejan desconectar plenamente, pero me hacen sin duda alguna reflexionar sobre un aspecto clave: me ubico fuera de mi propio cuerpo la mayor parte del día. Absorbida por pensamientos, tareas y obligaciones, permanezco absolutamente sorda a todas las señales que intenta transmitirme. ¿Cómo he llegado a automatizar tanto comportamiento que mi cerebro se da cuenta de que ya he llegado a mi parada de destino sin pensar?