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Julia ROBERTS La sonrisa más poderosa por Catherine Castro fotos Alexi Lubomirski realizació­n Anne-sophie thomas

Siempre será Erin Brockovich y Vivian, de 'Pretty Woman'. Magnética y cálida, sonriente e inflexible. La actriz, imagen de Lancôme, nos responde con atención y se despide con un abrazo. Deslumbran­te.

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No podemos dejar de mirar a esta mujer sonriente. Vemos esa mirada color avellana animada con algo, no sabemos qué. Pero tiene algo que hace que no nos fijemos en las arrugas alrededor de sus ojos, ni demasiado marcadas ni demasiado borradas, y que cuentan todas las vidas dentro de una misma. Nos sorprende su melena, la figura fluida que viste la prenda, y no a la inversa. Y esa actitud. Ni absurda ni de falsa modestia. Julia Roberts magnetiza el espacio. La embajadora de Lancôme dice su edad, 51 años, como quien da la hora. Porque lo importante es quién eres y qué haces: en su caso, más de cincuenta películas en treinta años de carrera, un Óscar por Erin Brockovich, tres hijos, incluyendo gemelos, y una fructífera actividad como productora. Su último papel, una psicóloga paranoica en la serie de Amazon Homecoming. Cuando habla de su trabajo, se descubre esa inflexibil­idad que nos reafirma en que no hay lugar para débiles en Hollywood. Cuando habla de sus hijos, vuelve la dulzura. Y, por encima de todo, ese algo que brilla en su ojos: inteligenc­ia. Estamos ante una mujer poderosa.

C.C.: Verte posar ha sido increíble. ¿En qué estabas pensando mientras te fotografia­ban?

J. R.: Interesant­e pregunta. Cuando asistes a un evento, a una ceremonia, vestida muy eleganteme­nte, la gente dedica mucho trabajo para que estés sublime. En esos momentos, mientras miro a las famosos sobre la alfombra roja, veo que posan con mucho... ¿sabes lo que quiero decir? ¡Me encantaría saber cómo hacerlo! Pero yo no puedo. Supongo que siempre me siento como una adolescent­e de 12 años. No es solo emoción. A veces, me gustaría, en cierto modo, ser capaz de ocupar un poco más de espacio. Pero no está en mi manera de ser.

C.C.: ¿Confías en ti misma?

J.R.: Sí, creo.

C.C.: ¿Y siempre tuviste esa confianza?

J.R.: ¡Para nada! No creo que nadie nazca teniendo confianza en sí mismo. O, si sucede, no creo que pueda permanecer de esa manera. Pero llegada al punto de mi vida en que me encuentro, realmente creo que tengo una muy buena comprensió­n de quién soy.

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