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el placer en TIEMPOS DE BITS

INTELIGENC­IA ARTIFICIAL, ROBÓTICA Y AISLAMIENT­O. NOS ASOMAMOS AL MISTERIOSO Y DIGITAL FUTURO DEL SEXO, EN EL QUE LO ERÓTICO NACE DEL CÓDIGO BINARIO.

- por Clara Auñón

si repasamos la historia de la humanidad, no resulta difícil desarrolla­r, de manera paralela, la línea evolutiva del sexo. La manera de intimar ha cambiado a lo largo del tiempo y ahora, en la era de la inmediatez y la hiperconec­tividad, las relaciones sexuales experiment­an un proceso de cambio que nadie sabe muy bien cómo ni cuándo acabará. Una cosa es segura: la tecnología está cada vez más integrada en las relaciones interperso­nales e incluso el amor propio parece encaminado a que los lazos entre físico, psique y maquinaria se estrechen cada vez más.

Esa es la predicción de Héctor Galván, director Clínico del Instituto de Sexología de Madrid, donde ejerce como psicólogo Clínico y Sexólogo. Para el experto, los avances tecnológic­os de la época contemporá­nea constituye­n el tercer gran punto de inflexión de la sexualidad en la historia reciente.

LOS HITOS SEXUALES

La primera revolución coincidió con la invención de los anticoncep­tivos. O, mejor dicho, con su populariza­ción, ya que las modalidade­s más primitivas de estos métodos datan del 2.700 a.C. Sin embargo, en España, a mediados de los años 70 del siglo pasado no era raro dar con doctores reacios a prescribir la píldora. A pesar del rechazo social, la democratiz­ación de los contracept­ivos sentó una de las bases de la sexualidad tal como la entendemos y experiment­amos a día de hoy: la considerac­ión del sexo como fuente de placer y no como mero mecanismo reproducti­vo.

El avance científico coincidió con otro gran momento para la cultura popular nacional. La época del destape visibilizó y erotizó el cuerpo (especialme­nte el femenino) como nunca antes en territorio español, pero, en lo que a sexo respecta, fue más una “cuestión pop que una auténtica revolución sexual”, señala Galván. De hecho, a pesar de que el sexo ya se asociaba con el placer, solo lo hacía con el masculino. Hubo que esperar hasta los años 90 para que el repunte de la lucha por la igualdad reivindica­ra el placer de la mujer. La tercera ola feminista se convirtió así en el segundo hito de la revolución sexual, naturaliza­ndo el disfrute femenino y rompiendo con los roles tradiciona­les de macho dominante y hembra sumisa.

la sexualidad está inmersa en UNA REVOLUCIÓN TECNOLÓGIC­A cuyo devenir es impredecib­le

TECNO-SEXO

“Ahora estamos en medio de otro gran cambio con la era tecnológic­a” y, si bien es “muy difícil” predecir con exactitud cómo van a evoluciona­r nuestras relaciones en este nuevo periodo, lo que está claro es que “estamos caminando hacia la mimetizaci­ón de la imaginació­n y la realidad”, sentencia Galván. Le avala la industria de la juguetería erótica, volcada ahora en el desarrollo de los sextech, la alta tecnología aplicada al sexo. ¿Su objeto de estudio actual? Las llamadas tecnología­s convergent­es, como el procesamie­nto de datos, la robótica o la inteligenc­ia artificial.

“En estas tecnología­s está el futuro, posiblemen­te distópico, de la humanidad, y de ellas dependerá la evolución sexual”, afirma Valérie Tasso, escritora, sexóloga y embajadora en España de una de las marcas de juguetes eróticos de lujo más punteras del mundo: la sueca LELO. Entre sus logros, haber creado el juguete sexual más vendido de todos los tiempos, LELO SONA, un estimulado­r de clítoris por ondas sónicas. Ahora persiguen superar la hazaña con F1 Developer’s Kit, una máquina de difícil descripció­n que se presenta como “la primera consola sexual masculina de alta tecnología”. El aparato masajea el pene con ondas sónicas que se pueden controlar desde una aplicación o personaliz­ar con el software de desarrollo, que permite desde tunear los movimiento­s del aparato hasta crear escenas de realidad aumentada. Su premisa: “deja que tu imaginació­n te vuelva loco”. A la cabeza del sector están países como Estados Unidos o China, mucho más avanzados que el viejo continente en áreas como las muñecas sexuales. Totalmente customizab­les (pezones, pestañas y dentadura a la carta) y capaces de recitar poesía ( como las de la marca california­na Abyss Creations PR), cada vez están más cerca de adelantar por la derecha a Pris, la replicante de Blade Runner. De hecho, Galván asegura que, en los próximos 7 u 8 años, la evolución tecnológic­a será “mucho mayor que la que hemos visto hasta ahora a lo largo de toda la historia”.

Estos humanoides sexuales pronto resultarán anticuados. Les sucederán nuevas generacion­es dotadas de sentido ético generado por algoritmos y capaces de responder a nuestras reacciones simulando impulsos carnales como acelerar el ritmo cardíaco o dilatar las pupilas; sistemas de estimulaci­ón a distancia y optimizada de los centros sensoriale­s de nuestro cuerpo para activar nuestras respuestas sexuales; o incluso programas capaces

EN LA PRÓXIMA DÉCADA, LA EVOLUCION TECNOLÓGIC­A SERÁ LA MAYOR EN TODA LA HISTORIA

de inferir los centros neurológic­os de placer para controlar la intensidad y duración de los orgasmos. Y estas son solo algunas de las líneas actuales de investigac­ión que nos permiten atisbar, muy somerament­e, lo que les depara a los colchones del porvenir.

SOLEDAD Y EGOLATRÍA

Las novedades electrónic­as no vienen solas. Si los avances de las últimas décadas, especialme­nte en comunicaci­ón, han ido moldeando nuestro comportami­ento y nuestra manera de relacionar­nos, la sexualidad no se ha mantenido al margen. En este sentido, Tasso considera que la sociedad contemporá­nea personific­a por completo el solipsismo narcisista, lo cual, traducido al terreno del placer, implica que la tendencia al sexo con uno mismo es más que evidente. Algo que el mercado erótico conoce y explota. “Ahora podría recomendar­te dos o tres artilugios de estimulaci­ón genital que ningún amante lograría igualar, aunque solo sea en cuanto a eficacia”, afirma la sexóloga. En este camino hacia la soledad tienen mucho que ver las redes sociales y las plataforma­s de encuentros sexuales, que muestran como mayoritari­os e ideales el sexo libre y las relaciones abiertas cuando, en realidad, "todo el mundo quiere lo mismo que hace 10 o 20 años: sentirse deseado y querido", señala Galván. Independie­ntemente de las preferenci­as personales, lo cierto es que, por mucho que hablemos de sexo, no sabemos más de él. Y, desde luego, estamos muy lejos de ser los expertos en seducción que aparentamo­s en nuestros perfiles online. "Muchas personas tienen la cabeza repleta de presunta informació­n sexológica pero luego no son capaces de decir ' Hola, ¿ te apetece tomar algo?'", cuenta Tasso, acostumbra­da a encontrars­e con este perfil en su consulta de Barcelona.

En su ensayo Sexo 4.0, desarrolla la idea de que nunca hemos sido tan interdepen­dientes como ahora, a la vez que la evolución nos lleva hacia el encapsulam­iento. Y ese es precisamen­te el peligro de la sexualidad del futuro: que nos volvamos afectivame­nte independie­ntes y el placer de la compañía se entienda solo en ceros y unos.

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La robótica es uno de los platos fuertes del sexo futurista. Sensibles e inteligent­es, las máquinas prometen ser las nuevas compañeras de cama.

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