UNA CLASE DE MADRE N
En 'Mamá desobediente' , la periodista Esther Vivas descose las costumbres que moldean la maternidad y repasa su historia, implicaciones y obstáculos.
o se trata, recalca, de elaborar una apología del dolor. Lo que Esther Vivas defiende es que las mujeres que quieran sentirlo, puedan. Porque algunas quieren. Es un sufrimiento con un final a la vista. Cuando el niño haya nacido, el dolor acabará. Los hospitales no pueden torear la voluntad de la paciente. Infantiliza a la mujer, neutraliza su capacidad de elección. La anula. "El parto", razona, "es considerado una patología: mientras más medicalizado, mejor. En nuestra sociedad no se tolera que se sienta dolor. No es que medicalizar sea malo, pero sí lo es practicarlo de manera sistemática. Por eso también hay más partos entre semana que en días festivos. Se programan para que encajen en el horario laboral. Y los partos son procesos naturales. Sus tiempos se deben respetar".
Al igual que su naturaleza biológica y cultural. "Esto incomoda a determinados sectores del feminismo, pero reconocer los dos componentes es fundamental. Se debe reconocer su valor sin caer en su idealización". Eso también incluye reconocer que la maternidad es un privilegio. Implica tener un trabajo estable que permita garantizar una vivienda o "contar con dinero extra para tirar adelante. Hay causas socioeconómicas y ambientales que impiden ser madres. La maternidad no tiene que adaptarse al mercado, sino al revés. Hay una relación estrecha entre poder tener hijos y la clase social".