MUJERES DE LA SANIANIDAD Cómo cuidar el talento femenino.
LO SABEN LOS CANTANTES DE LA CANCIÓN DEL VERANO Y LOS ESCRITORES DE 'BEST-SELLERS': LO IMPORTANTE ES MANTENERSE. EN #MUJERESDELASANIDAD LA RETENCIÓN DEL TALENTO FEMENINO SUBIÓ AL CANDELERO.
Ala cima se llega escalando o en telesilla. Pero lo importante, siempre, es mantenerse. Poder y querer quedarse. Acerca de ello intercambiaron experiencias, anécdotas e ideas nueve profesionales en el encuentro de #MujeresdelaSanidad organizado por Gaceta Médica y Marie Claire. En el coloquio sobre captación y retención del talento femenino, la primera puntualización, aportada por Margarita López-Acosta, directora general de Sanofi en España, llevaba al diccionario: la idea de la retención se debe cambiar por la de seducción. Las empresas han de "enamorar". Para Fina Lladós, directora de Amgen en España y Portugal, uno de los secretos de la paridad en su compañía es su diana. Los programas de flexibilidad apelan a mujeres y a hombres. Es, puntualizó, la manera de que la conciliación sea real. De otra manera, las tareas familiares recaerían, de nuevo, solo en las mujeres.
DE ARRIBA ABAJO
Cristina Henríquez de Luna, presidenta de GSK Farma en España, Portugal e Israel, también mira hacia arriba. Tener una CEO con cuatro hijos cala en la organización. Y, admitió, el programa de igualdad del Ministerio de Sanidad les ha ayudado a ser más honestos consigo mismos. Sobre eso también pivota la relevancia de la igualdad. Reconoció la exministra de Sanidad Carmen Montón que alcanzarla da prestigio. "Es un contrasentido que si las mujeres son las que más formación tienen y, por tanto, representan la excelencia, la empresa renuncie a ella. Hay una resistencia a la incorporación femenina. Antes, el 50 % de la población se dedicaba a tareas domésticas. Su acceso al mercado trae consecuencias". Y no importa, apuntó Marieta Jiménez, presidenta y directora general de Merck en España, si el liderazgo se alcanza pasada la treintena. No es malo tomarse algo más de tiempo. También el mentoring, recordó Olga Espallardo, directora de market access & public affairs de Novo Nordisk, que se incorporó más tarde, es elemental. Con una estructura más horizontal, razonó, la proactividad fluye. Las responsabilidades se asumen con agilidad. La misma que ya conduce la Ruta del talento femenino.
EXPOSITORES E
En una farmacia de El Puerto de Santa María, junto a la puerta, frente a la báscula, había una urna de plástico. Protegía una masa fofa y grumosa, del color de la jalea real y el movimiento bailarín de la gelatina. E Estaba rebozada en hilillos y pelos. Se podía to tocar por un agujero que mi mano nunca atravesó. A mí me cae en la cara una gota de lluvia descolgada desde algún alféizar y ni Billy El Niño tarda lo que yo en sacar el móvil y buscar vacunas de urgencia para la meningitis. Un cartel anunciaba el contenido: la babosa era celulitis rebelde. Yo miraba la mesa y no podía creer que alguien tuviera aquello en el cuerpo. Ahora no puedo creer que alguien no lo tenga. Entonces unas amigas ya odiaban bañarse en el mar. Preferían que el SAMUR las aspirara derretidas sobre la arena antes que hacer el paseíllo de la toalla al agua. Solo corrían cuando nadie miraba. Como si alguien mirara. En la playa casi todos ven un cuerpo, lo registran y vuelven a lo suyo. El cuerpo en multitud solo es masa.
En la versión digital de las femeninas, reina la reina. El nombre de Letizia está atornillado a las páginas más vistas. Cada vez que me cruzo con una foto suya, necesito, como si fuera sed, hacer zoom sobre su pelo. Debo comprobar que siguen ahí. Y siguen, reviradas entre mechones lisos. Vuelvo a hacer zoom otra vez. Y otra. Y otra. La reina continúa con la cabeza nimbada por canas. Melania Trump también mantiene su plan para la desestabilización mundial. La viralidad tocó el otro día a su paseo sin sujetador. Una parte de internet preguntaba si era "un acto de rebeldía", otra respondía que podía hacer lo que le viniera en gana con su cuerpo. Faltaba. Pero la norma social marca que el pecho femenino se alce y sujete. Que la primera y, republicana, dama de Occidente la quiebre es más rebelde que la celulitis. En la playa nadie nos mira. A ellas, representación encarnada, las ametrallan cada día con cámaras. El gesto no se vacía. Ni el tinte ni el sujetador son necesarios. Favorecen, según costumbre, pero no sacian más bienestar que el social. Que ya es bastante. Como el maquillaje para piernas de Kim Kardashian. Cubre, alisa, ilumina. Una gota sobre la tibia, brocha arriba y abajo y la redondez de las piernas de Barbie se aparece bajo las caderas. Y encima es resistente al agua. Con lo que cuesta sacar eso. Y huele a vainilla y coco, a lo que debía de oler Lindsay Lohan en Chicas malas. Prefiero que me paren por la orilla para pedirme un gajo de mi naranja.