CUESTIÓN DE TIEMPO Y ESPACIO
FASTUOSOS DISEÑOS DE UN NEGRO ROTUNDO, CON BREVES IRRUPCIONES DE COLOR, SE DAN CITA EN LA NUEVA COLECCIÓN 'HAUTE COUTURE' DE DIOR, MOSTRANDO LA SINGULAR ESTÉTICA ARQUITECTÓNICA DE CADA MUJER, TAL Y COMO DEFENDíA CHRISTIAN DIOR.
"NO NECESITAMOS UNA NUEVA FORMA DE CONSTRUIR; NECESITAMOS UNA NUEVA FORMA DE VIDA" BERNARD RUDOFSKY
Cuestionarlo todo, también a uno mismo, es el punto de partida común de todos los genios antes de concebir sus proyectos e ideas más grandiosos. Las mujeres, sin ir más lejos, han debatido durante toda la historia sus condiciones sociales para reinventarse y, de este modo, crecer. Y la moda lo ha hecho con ellas.
"La mujer moderna no necesita el lienzo del pintor; su propio cuerpo también sirve", defendía la exposición Are Clothes
Modern?, presentada en el museo neoyorquino MoMA en 1944. Dirigida por el arquitecto Bernard Rudofsky, sus reflexiones, aún actuales, han conducido y reformulado las de Maria Grazia Chiuri, directora creativa de Dior. Una casa que ha llegado a lo más alto de la industria textil precisamente gracias a su constante cuestionamiento del estilo femenino y a una visión de la moda como otra forma de arte. Una asociación que contempla ahora la simbiosis entre moda y arquitectura como la metáfora perfecta del cuerpo humano. Esta nueva línea de pensamiento es la espina dorsal de la colección de Alta Costura de la maison para la temporada otoño-invierno 2019/2020, presentada en el histórico hôtelparticulier de Dior, en el 30 de la Av. Montaigne.
CARIÁTIDES DE LA MODA
Las influencias que esconden sus costuras nacen de la obra en blanco y negro de Penny Slinger. La feminista y escenógrafa, responsable de la puesta en escena del desfile, evoca la naturaleza de un paisaje lúgubre no exento de la presencia de entes femeninos. Sin embargo, la principal columnas de formas femeninas que soportan la carga de muchas edificaciones griegas y romanas o, si se lee entre líneas, del mundo. Estos pilares universales visten túnicas sin forma aparente, siendo el propio cuerpo femenino el que concede a cada vestido una morfología única. De aquí surge la unión entre la alta costura y arquitectura con la que ya jugaba Christian Dior en sus colecciones. El rescate del drapeado orquestado por el modisto dejó un eco que aún resuena en todas las pasarelas: "¿La ropa es moderna?".
La colección, materializada casi íntegramente en negro, deja que los colores midan de forma exquisita sus apariciones, aunque cuando lo hacen, revelan poderío. Es el runninggag de la moda: cada pieza parece retornar a las primeras inspiraciones de la alta costura, según el modo que la concibió Christian Dior, con el añadido del contexto cambiante.
El negro sempiterno de los diseños da vida a capas versátiles que, casi como una revelación, dejan ver la arquitectura de la mujer que las porta. Cuestiona el cuerpo, la ropa y el contexto en el que se crea: tiempo y espacio directamente relacionados entre sí. Maria Grazia Chiuri cimienta así un templo de creatividad en el que la alta costura es el laboratorio donde reinventar y reinventarse. Como decía Rudofsky: "No necesitamos una nueva forma de construir; necesitamos una nueva forma de vida".