BODEGAS, ARTE Y MUJERES
JEREZ DE LA FRONTERA ES ARTE. PERO NO SOLO EL QUE MUEVE A LOS FLAMENCOS, NI A LA GENEROSIDAD DE SUS VINOS, SINO TAMBIÉN EL QUE ENCIERRA LAS BODEGAS TRADICIÓN Y GRUPO ESTÉVEZ.
HELENA RIVERO Heredera de una tradición
Aunque viene de la clásica familia bodeguera de Jerez ( su abuela era Domecq González) Helena Rivero llega al mundo del vino de la mano de la colección de arte de su padre. “Cuando mi marido y yo cerramos la galería que teníamos en Madrid, yo estaba embarazada del tercer hijo y le propuse a mi padre catalogar su colección de cuadros. Fue entonces cuando me enganché al arte y al vino”. Joaquín Rivero comenzó a comprar cuadros simplemente como un seguro de vida, sin embargo, su hija tenía otro objetivo: “Mi mayor dedicación era que los cuadros estuvieran visibles, que la colección tuviera sentido. Y, aunque yo no era consciente de que toda la vida me había estado empapando de la cultura bodeguera, fue aquí donde aprendí de los vinos de Jerez.” Y tanto aprendió que, siendo hija única “para lo bueno y para lo malo, porque me ahorro muchas peleas entre hermanos”, comenta entre risas, heredó el puesto de Presidente de Bodegas Tradi
ción y, con él, la colección de arte.
De los casi 400 cuadros que forman el patrimonio de Rivero, 60 están expuestos en una de las salas de las bodegas. “Los pusimos aquí por buscar algo que diferenciara la bodega”. Lo que jamás pensó es que los vinos de Jerez y la exposición que comprende obras anteriores al siglo XIX, entre ellas Goya, Velázquez, Murillo o Zurbarán, fueran a ser tan complementarios. “Los cuadros se disfrutan el doble con la dosis perfecta de jerez porque estos vinos tienen la capacidad de abrir el espíritu. La concentración de sabor te obliga a beberlos despacio y eso te va transmitiendo la serenidad que necesitas para entregarte al disfrute de la contemplación”. Más allá de la catalogación, Helena se inició en el mundo del coleccionismo comprando con su padre. “Era yo la que iba a las subastas y veía los catálogos, pero él tenía un criterio artístico y de negocios que te daba una seguridad tremenda. Tanto es así que, aunque yo quisiera una obra, si mi padre decía que esa no, el tiempo me demostraba que mi criterio era el equivocado. Eso hizo que aprendiera muchísimo de la pintura que encajaba en la colección”. Siguiendo esa estela del orden que impera en la misma y, a pesar de que reconoce que le faltan autores importantes del siglo XIX, Helena sabe que ahora debería pensar en el cubismo, “pero está imposible", cuenta. "No obstante, si pienso en alguna obra que me gustaría tener me iría más al siglo XX. Estaría bien poder arrancar con una obra de María Blanchard, que además de ser una de mis preferidas, es una mujer, y no tenemos ninguna todavía”.
Cuando su trabajo como Presidente de TransForEstate, de las Bodegas Tradición y de la revista de arte ARS se lo permiten, Helena se escapa a Jerez, para disfrutar de su bodega y de su colección. “Estar aquí es un lujo. Son dos mundos tan bonitos, tan complementarios que cualquiera que tuviera la oportunidad de llevar esta colección lo haría con la misma pasión que lo hago yo”.