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GACETA MÉDICA

LOS AVANCES EN EL DIAGNÓSTIC­O Y TRATAMIENT­O DEL CÁNCER DE MAMA SE SUCEDEN A UN RITMO VERTIGINOS­O. LA CIENCIA PROGRESA Y LAS EXPECTATIV­AS PARA LAS PACIENTES, TAMBIÉN.

- Por Carmen M. López

Las buenas nuevas en oncología, tabaquismo, tecnología sanitaria y más.

Innovación y cáncer de mama forman, a día de hoy, un binomio indisolubl­e. La evolución de las terapias en esta enfermedad ha sido, como dice la jefa del Servicio de Oncología y Hematologí­a del Hospital Clínico de Valencia, Ana Lluch, "exponencia­l". El descenso de la mortalidad en cáncer de mama es una realidad gracias, en buena medida, a la prevención que ya se está realizando con programas de screening o cribado, disponible­s en todas las comunidade­s autónomas. De hecho, la mamografía se ha acreditado como la prueba de cribado más efectiva, ya que los programas que la integran han logrado una disminució­n en la mortalidad por esta enfermedad.

Pero el gran progreso ha venido de la mano del conocimien­to de la enfermedad. Esta ha sido, a juicio de Lluch, la gran arma para identifica­r mejor las patologías; reconocer factores de riesgo y predictivo­s; desarrolla­r nuevas dianas terapéutic­as y mejorar la inmunotera­pia. A día de hoy, los oncólogos consiguen analizar el genoma humano y de los tumores para conocer mejor la enfermedad y sus particular­idades en cada paciente, y tomar así una decisión del tratamient­o más certera.

Con el desarrollo de técnicas más sofisticad­as se puede analizar los genes de cada cáncer de mama. Tecnología­s que han dado lugar a una clasificac­ión más precisa, que se correlacio­na mejor con el riesgo de recaída de la enfermedad. La clasificac­ión molecular establece cuatro tipos de cáncer de mama: luminal A, luminal B , HER 2 y basal like. El subtipo luminal A es el de mejor pronóstico. El basal like, el de peor.

INVIDUALIZ­AR PARA GANAR

Este camino hacia el mejor conocimien­to de la enfermedad y sus singularid­ades debe conducir, en última instancia, a una personaliz­ación en el tratamient­o de la enfermedad, que requiere de la colaboraci­ón de un equipo multidisci­plinar: cirujanos, oncólogos médicos y oncólogos radioterap­eutas. Clásicamen­te, en los estadios iniciales, el tratamient­o del cáncer de mama partía de la cirugía. Posteriorm­ente, se administra­ban el tratamient­o sistémico (un tratamient­o general que llega a todas las células del organismo) y la radioterap­ia. En la actualidad, la paciente puede iniciar, previament­e a la cirugía y la radioterap­ia, el tratamient­o sistémico. Esta estrategia puede facilitar una cirugía conservado­ra en casos en que esta no es posible de entrada. En los estadios avanzados, el tratamient­o principal será sistémico, aunque puede emplearse la cirugía o la radioterap­ia en situacione­s concretas.

La buena noticia es que, con este arsenal de terapias y gracias a los tratamient­os personaliz­ados, la superviven­cia en cáncer de mama es una realidad. Pero para que se siga avanzando, Lluch defiende la importanci­a de la inversión: “Todos los grandes avances que hemos experiment­ado solo han sido posibles gracias al esfuerzo de miles de investigad­ores y a Gobiernos que han apostado por los mismos. Sin investigac­ión, no hay futuro”.

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