Novias infantiles, la otra realidad de los campos de refugiados de Irak.
"CUANDO VEO A MIS AMIGAS DE LA INFANCIA IR A LA UNIVERSIDAD, ME DIGO QUE PODRíA HABER SIDO INGENIERA O MÉDICA. HOY, ME GUSTARíA CONSEGUIR UN TRABAJO EN UNA ORGANIZACIÓN DE AYUDA HUMANITARIA O CUALQUIER COSA PARA SALIR DE AQUí". JASMINE, 16 AÑOS, CASADA PARA ASEGURAR LOS GASTOS SANITARIOS DE SU HERMANA, GRAVEMENTE HERIDA EN UN BOMBARDEO.
COMO EL 23% DE LAS MUJERES IRAQUíES, NOUR, JASMINE, NASRIN Y SANA SE CASARON ANTES DE SU MAYORíA DE EDAD. CON UN PRIMO O UN AMIGO DE LA INFANCIA; PARA TRANQUILIZAR A SUS MADRES, POR UNA DOTE O, A MENUDO, PARA ESCAPAR DE LA VIOLENCIA DEL CAMPO DE DESPLAZADOS DONDE LA GUERRA LOS HA CONDUCIDO. Y POSIBLEMENTE PARA GANAR UN POCO DE SERENIDAD. NOS HABLAN DESDE SUS CÁRCELES DE LONA.
Algunos niños con el rostro cubierto de polvo juegan entre los caminos sinuosos que dibujan las tiendas de campaña en el campamento de desplazados de Salamiyah, en el sur de Mosul. Aparecen por todos lados y corren gritando de alegría. Como todos los días, sus madres se encuentran en las fuentes: ágora donde cada miembro de esta ciudad improvisada se convierte en tema de discusión. Llenan las botellas de agua para la noche. Unas pocas se aíslan y hacen la colada. Los hombres, por su cuenta, eligen sentarse a la sombra para evitar la amenaza del sol. Es el primer día del Ramadán. Cuando caiga el sol, Sana, sus tres hijas y sus dos niños se reunirán para romper el ayuno bajo una lona desgastada. Su hija mayor, Nour, de 22 años, ha vuelto a vivir con su madre, ya que su marido fue arrestado por el ejército iraquí. Su segunda hija, Raghat, de 17 años, se mudó este invierno con su marido, Mohamed, a unas cuantas tiendas de campaña de distancia. Lleva cinco meses casada. Un día Mohamed vio a Raghat en Mosul en la casa de una tía común. Le pidió que se casara con él. Después de tres meses de vacilación, ella accedió. Desde la liberación de Mosul, en julio de 2017, varios pretendientes fueron a pedir la mano de la chica impávida de mirada risueña. Primero en el campamento de Hamam al-Alil, luego en el de Salamiyah, al sur, donde la familia se estableció el último año.
Uno era demasiado viejo, el otro, ya estaba casado dos veces, explica su madre. "Yo fui la cuarta esposa de un marido mayor y no quiero que mis hijas vivan con otras esposas. Raghat es joven. Las otras estarían celosas y la crearían problemas", dice Sana, preocupada por el futuro de sus hijas. Nour y Raghat se casaron antes de ser mayores de edad. Nour tenía 15 años. "Cuando Daesh llegó, se decía
que los combatientes se casaban por la fuerza con las niñas y se las llevaban. Yo preferí que Nour se casara con alguien mucho antes de que eso pasara", dice Sana. En cuanto a Raghat: "Es peligroso vivir sin un hombre en un campamento, se justifica. No hacemos casi nada en todo el día y solo salimos de nuestra tienda para ir a por agua y comida." Para contrarrestarlo, Raghat va de cuando en cuando a Mosul. A veces se siente extranjera en casa de sus suegros, pero va al restaurante y sale con Mohamed. Además, la dote matrimonial ha aportado 1,5 millones de dinares iraquíes (1.100 euros) a su familia. "Compramos alimentos que nos hemos comido y la ropa que llevamos", confiesa su madre, con una sonrisa. Con lo que les queda, las familias como la suya compran un poco de oro, anillos o pendientes para proteger sus fortunas.
Sana y sus hijos vivían en el oeste de Mosul cuando la ciudad fue ocupada por el Estado Islámico. El 31 de mayo de 2017, mientras el ejército iraquí continuaba su ofensiva para liberar las últimas calles, una incursión lanzada por los aviones de la coalición golpeó el barrio de al-Zanjili, donde vivía la familia. Sana resultó gravemente herida en la pierna y casi ochenta personas perdieron la vida. "Mi marido estaba muy enfermo, yo estaba herida, nuestra casa destruida. Nour nos cuidó." La mujer de 37 años conserva las secuelas de su lesión. Después, su marido murió y solo sus dos hijos, de 8 y 12 años, trabajan. "Venden agua y jabón en el mercado de Nabi Younes, en Mosul y junto a la carretera", dice. Así que poner a sus hijas a salvo era una prioridad para la madre y jefa de la familia. "No quiero que mis hijas trabajen. Lo haría yo, incluso con mi pierna, si tuviéramos que llegar a este punto", jura Sana. Para muchos, el matrimonio es una salida fá
cil para escapar de la pobreza y emanciparse de las difíciles condiciones de la vida tras la guerra. Es el caso de Jasmine. Sus padres murieron recientemente y una de sus hermanas resultó herida durante un bombardeo en la ofensiva de Mosul. Sus cuidados se estaban volviendo demasiado caros. La joven de 16 años decidió casarse, para venirse a vivir aquí en Salamiyah con la familia de su marido y asegurar los gastos de sus hermanos y hermanas.
23% CASADAS ANTES DE LOS 18 AÑOS
En el campamento dice que está aburrida. Jasmine pasa sus días en la tienda, haciendo la colada y ordenando. "Cuando veo a mis amigas de la infancia ir a la universidad, creo que podría haber sido ingeniera o médica. Hoy, me gustaría tener un trabajo en una organización de ayuda humanitaria o cualquier cosa para salir de aquí", dice la adolescente, que parece no haber conocido nada más que la guerra y los campamentos. Y continúa: "Aquí, la gente se casa alrededor de los 22 años. Si mi familia no estuviera en esta situación, habría esperado un poco antes de casarme." El número de matrimonios infantiles ha aumentado notablemente en los últimos años. A medida que Iraq emerge de cuatro años de conflicto con Daesh y tiene 1,6 millones de personas desplazadas, alrededor del 23% de las mujeres se casa antes de los 18 años y un 5% antes de los 14 años, según Tom Peyre-Costa, portavoz del Consejo Noruego de Refugiados en Irak, una organización de ayuda humanitaria a cargo de muchos campamentos. Más significativamente, añade: "El 33% de las mujeres que dejan la escuela a los 14-15 años de edad, se casan antes de su mayoría edad, frente a un 13% de las que fueron a la escuela secundaria”. En algunos casos, los niños se prometen en matrimonio tan pronto como a los 8 o 9 años de edad. Nasrin, de 15 años, originaria de Sinjar, vivía en un campamento con sus padres cerca de Bagdad. Se casó con su primo Fahad. "Fuimos amigos durante mucho tiempo. Pasábamos el rato juntos cuando éramos pequeños. Un día, el padre de Fahad llamó al mío para preguntarle si quería casarme con su hijo".
TARJETAS DE IDENTIDAD FALSIFICADAS
Nasrin, la cara infantil bajo su velo colorido, tiene un bebé de 5 meses y tuvo que dar a luz por cesárea. De acuerdo con la Ley del Estatuto Personal iraquí, un texto de 1959, la edad legal para casarse es de 18 años. Prohíbe los matrimonios forzados, restringe la poligamia, garantiza derechos reales para las mujeres y las madres en caso de divorcio. Una ley que se supone que protege los derechos de las mujeres. Sin embargo, "todavía es muy fácil casarse con una niña de 14 años", dice Basman, una activista pro derechos de las mujeres en Mosul y miembro de la ONG Iraq Health Access Organization, que da acceso a la atención primaria sanitaria. "Las familias falsifican los documentos de identidad o se benefician de la complicidad de un imán y nadie dice nada", protesta la joven en su oficina al oeste de Mosul. Y pueden obtener una exención para casar a su hija a partir de los 15 años si obtienen el consentimiento de un juez.
En un intento de frenar este problema, los miembros de la organización visitan a las familias para convencerlas de que renuncien a los matrimonios infantiles. "Les informamos de que el parto puede ser muy peligroso. Les explicamos que si la chica no consiente en casarse plenamente, se arriesga a divorciarse y volver a casa sola con los niños”, explica Basman. “La mayoría viene del campo. Y les falta información y educación sobre este tema”. El gobierno iraquí se ha comprometido a acabar con los matrimonios infantiles para 2030 en respuesta al punto 5.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible declarados por Naciones Unidas. Otro problema que afronta la organización es el de las niñas casadas con combatientes del Estado Islámico. Nunca tuvieron un contrato de matrimonio legal y están obligadas a obtener uno del gobierno si quieren el divorcio. Para ello, las autoridades deben comprobar si el marido está muerto, arrestado o desaparecido. Esto puede llevar años.
"QUERÍA CONTINUAR MIS ESTUDIOS"
Amel, originaria de Mosul, se casó en 2014 a los 14 años. "Mi tía me dijo que no podía encontrar una situación mejor, que iba a vivir en una hermosa casa. Yo no estaba convencida. Quería continuar mis estudios. Pero acepté", dice. Amel pidió el divorcio dos años más tarde. Su marido se unió a la filas del Estado Islámico poco después. Fue entonces cuando fue detenida por las fuerzas iraquíes y encarcelada en la prisión de Faysalia, cerca de Mosul. La joven de 18 años, hoy envejecida, tiene un niño de 2 años que vive con sus suegros. Y lucha por conseguir los papeles que prueben que se divorció. Vive sola con su madre en una tienda de campaña de la que casi nunca sale. "Cuando hay disputas sobre el agua en las fuentes, confiesa su madre, las otras mujeres le lanzan frases como ‘Ella ni siquiera tiene un marido’." Sana dice que antes de la guerra, vivía una vida simple con su marido. Hoy, ya no espera regresar a Mosul: "Aquí nos proporcionan agua, arroz y harina”. Le gustaría que su tercera hija, Samia, de 7 años, pueda estudiar. Al anochecer, Sana, Nour y Samia encienden un televisor polvoriento empotrado entre pilas de ropa. Sentadas en su tienda, dicen: "Nos gusta reunirnos por la noche para ver Vaidehi"”. Una serie de príncipes y princesas indias de los años 2000. Un momento para ellas, sin restricciones.
«DE NO ESTAR EN ESTA SITUACIóN HABRÍA TARDADO MÁS
EN CASARME»