ALIMENTOS Y MEDICAMENTOS: TODO LO QUE DEBES SABER DE SU INTERACCIóN
ALGUNOS ALIMENTOS PUEDEN INFLUIR EN LA EFICACIA DE LOS FáRMACOS PRESCRITOS POR EL MéDICO, O PUEDEN SER LOS PROPIOS MEDICAMENTOS LOS QUE AFECTEN A LA INGESTA NORMAL DE NUTRIENTES. TE DAMOS ALGUNAS CLAVES PARA EVITAR EL CONFLICTO.
Cuando el médico prescribe un tratamiento, normalmente se informa del momento y las circunstancias en las que se debe tomar el medicamento: la hora, si es con las comidas o en ayunas… Sin embargo, son pocas las veces que se analizan las posibles interacciones entre varios medicamentos, o entre estos y los alimentos. Y es que, tal y como explica María del Carmen Lozano Estevan, vocal de Alimentación y Nutrición del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid (COFM) y jefa de estudios de Farmacia de la Universidad Alfonso X el Sabio, de Madrid, “los alimentos y medicamentos están destinados a sufrir interacciones mutuas”. Esta interacción puede producirse de dos formas: que los medicamentos puedan modificar la utilización normal de nutrientes o que los alimentos puedan influir en la eficacia de los fármacos prescritos.
En el primero de los casos, tal y como señala la experta, “la interacción afecta al aprovechamiento de los nutrientes, pudiendo aparecer déficit de vitaminas o minerales”. Esto se da, por ejemplo, con la isoniacida (medicamento normalmente indicado para tratar la tuberculosis), que, en usos prolongados, puede producir deficiencia de vitamina B6.
En el segundo caso son los alimentos los que interaccionan con los fármacos. “Debido a esta interacción, la respuesta al tratamiento puede ser mayor, menor o aparecer más tarde de lo esperado”, señala Lozano Estevan. Un ejemplo claro es la interacción de algunos medicamentos con el zumo de pomelo. Medicamentos como las benzodiacepinas y las estatinas (por ejemplo el diazepam) ven inhibido su metabolismo hepático al ser consumidos con pomelo, disminuyendo su eliminación y pudiendo ver aumentada su acción o toxicidad. Otros tipos de fármacos que interaccionan con el pomelo son los antihipertensivos, los bloqueadores de canales de calcio, los antihistamínicos o los inmunosupresores.
En algunos casos, apunta la vocal de Alimentación y Nutrición del COFM, “puede verse afectada tanto la respuesta farmacológica como el valor nutritivo del alimento, como ocurre, por ejemplo, de la ingesta conjunta de tetraciclinas (tipos de antibióticos) con lácteos”. En este caso, la absorción, tanto de calcio como del medicamento, será menor de la esperada.
¿Y con qué líquidos debemos tomar los medicamentos? La experta asegura que, aunque no existen pautas generales y hay que valorar cada caso, “por lo general se debería evitar la ingesta conjunta de medicamentos con leche, té, café, complementos de fibra y minerales”. Por ejemplo, señala, las bebidas ácidas hacen que al consumirlas con antibióticos estos se degraden antes de llegar al estómago. Pero no todas las interacciones son negativas, ejemplo de ello es como, asegura Lozano Estevan, “la absorción de hierro se ve incrementada por la presencia de alimentos ricos en vitamina C”.
EN EL MOMENTO PRECISO
No solo hay que vigilar el acompañamiento con que se ingieren los medicamentos, también el momento en el que se toman. “A la hora de administrar un medicamento por vía oral es importante saber si se debe hacer con las comidas (al inicio, durante o al final) o en ayunas (1 hora antes de las comidas o 2 horas después)”, señala Lozano Estevan. Y es que muchos medicamentos, si se administran con las comidas “pueden disminuir su acción; mientras que otros, si se toman en ayunas pueden lesionar el estómago o disminuir su efecto”.
Sea como sea, en este caso, lo mejor es seguir las instrucciones del anuncio: antes de tomar un medicamento, consulte con su farmacéutico.
La sostenibilidad ha llegado para quedarse". Tomás Muret, vocal nacional de Dermofarmacia del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, lo tiene muy claro. Sin embargo, lo que no vislumbra con tanta nitidez es el concepto de sostenibilidad. "No lo tenemos categorizado, no tenemos una estructura clara para definir este término", opina. Mismo parecer comparte Jaume Pey, director general de la Asociación para el Autocuidado de la Salud (Anefp), quien señala que, hoy en día, no existe ninguna metodología estandarizada que permita "cuantificar el porcentaje de sostenibilidad de un producto".
Y en medio de toda incertidumbre, la cosmética sostenible. En general, el sector cosmético en España está en auge: según datos de Stanpa (Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética), creció un 2% en 2018 por cuarto año consecutivo. Pero recientemente, se ha añadido la preocupación – o moda– por comprar y vender productos naturales, bío, sostenibles o
eco-friendly, unas etiquetas muy atractivas para el consumidor. Pero, ¿podemos fiarnos? ¿Todo lo que venden como sostenible realmente lo es? Muret adopta una postura escéptica y explica que hay muchos "eslabones que se deberán regular para determinar si el producto es sostenible". Por enumerar unos cuantos: la obtención de la materia prima, su transporte hasta la planta de fabricación, los procesos de fabricación, los residuos de dichos procesos, la energía utilizada, el continente del cosmético, el packaging, el transporte hasta el punto de venta, el reciclaje del envase y un largo etcétera.
EL RIGOR INFORMATIVO
El grupo de productos que cuidan el medioambiente abarca, en realidad, un campo mucho más amplio. Y Muret advierte: "No nos dejemos engañar: lo natural, lo verde, no hará por sí solo que un cosmético sea mejor, ni más eficaz, ni más sano". El director de Anefp ratifica que la sostenibilidad no tiene por qué tener influencia directa en la eficacia del producto o su seguridad. Por eso, si lo que se busca es un cosmético que realmente funcione, habrá que considerar si es adecuado para la tipología de la piel o si el usuario lo usa correctamente.
"A veces falta bastante rigor en muchos de los mensajes, algo común en esta sociedad de la sobreinformación", lamenta Val Díaz, directora general de Stanpa. Muchos cosméticos se jactan de no llevar ciertos componentes ( sin corticoides, anuncian, por ejemplo), pero "no se puede reivindicar la ausencia de un ingrediente cuando está vetado en cosmética ( como los corticoides)", recordó Gema Herrerías, vocal de Dermofarmacia del Colegio de Farmacéuticos de Sevilla, en la Jornada MasDermo2019. Como tampoco es lícito subrayar que no está testado en animales cuando esto lleva siendo una prohibición en Europa desde 2009, por lo que todos los productos que salen al mercado y están aprobados por la Unión Europea ( Reglamento CE n º 1223/2009), deben cumplir dicho requisito. "Si un cosmético no es seguro, no va a salir al mercado", declara Herrerías, quien destaca que la legislación europea es de las más exhaustivas en materia de seguridad del consumidor.
Y una vez sale al mercado, puede que lo haga con un alto precio, "cuestionando su accesibilidad", según Díaz. El motivo es que un producto sostenible acarrea el "uso de componentes reciclados, energías renovables y productos de proximidad para una posible reutilización de recursos”, dice Pey, lo que incide en los costes de producción. El camino hacia una cosmética verde no ha hecho más que empezar.