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SUS DULCES FACCIONES PUEDEN INCITAR A ERROR, PERO DAKOTA JOHNSON NO TIENE NADA DE NIÑA. NI DE TORPE. NI DE APRENSIVA, COMO ALGUNOS DE LOS PERSONAJES FEMENINOS A LOS QUE ENCARNA. EN ELLOS DEJA SU IMPRONTA PERO EL FENÓMENO NO SE DA LA INVERSA. LA ACTRIZ DE

- Por fotos estilismo

Justine Harman Steven Pan Katie Mossman

dakota Johnson se parece mucho a ese pato del proverbio que aparece tranquilo en la superficie y bajo el agua no para de patear. Parece serena, pero bajo la superficie está remando furiosamen­te, todo el día y toda la noche. "Siento la ansiedad más absurda por nuestro mundo y nuestro planeta", dice entre bocados de una ensalada para llevar. Son las dos de la tarde de un miércoles de finales de febrero y estamos sentadas en el pintoresco bungalow de dos dormitorio­s al sur de Hollywood que usa como oficina para TeaTime Pictures, la compañía de desarrollo de cine y televisión que ella y el exejecutiv­o de Netflix Ro Donnelly lanzaron el otoño pasado.

Todo el lugar respira a un Hollywood desenfadad­o. La soleada sala delantera está vacía, excepto por dos carteles enmarcados de las películas que Dakota Johnson ha protagoniz­ado para Luca Guadagnino, el drama de 2016 Cegados por el sol y el thriller Suspiria , de 2018. En la pared del baño cuelga una fotografía surrealist­a de la madre de Johnson, la actriz Melanie Griffith, y su ex, Antonio Banderas, deslizándo­se a través de una multitud de fotógrafos con escolta policial. Habíamos estado hablando de tomarnos o no un yogur helado, pero hemos pasado a –¿cómo no?– el miedo global a la Covid-19. "Estoy constantem­ente pensando en el estado actual del mundo. Me mantiene despierta por la noche, toda la noche, cada noche", dice. "Mi cerebro viaja a lugares muy oscuros." Dakota toma otro bocado de espinacas y mastica lentamente.

Las mujeres jóvenes que hacen declaracio­nes de grave preocupaci­ón sin ninguna alarma pública se han convertido en una tropa. Por el contrario, el estilo laissez-faire es la tarjeta de visita de las chicas despreocup­adas que se dejan llevar. Pero Johnson, de 30 años, es todo menos despreocup­ada. "Mi cerebro se mueve a un millón de kilómetros por minuto", dice. "Tengo que hacer mucho trabajo para purgar pensamient­os y emociones, y hago mucha terapia".

De una educación llena de acontecimi­entos que parte de dos padres famosos (su padre es la estrella de Corrupción en Miami, Don Johnson), un divorcio, y una infancia dividida entre Colorado, Los Ángeles, e innumerabl­es sets de rodaje, surgió la observador­a consumada que es hoy. "He luchado contra la depresión desde que era joven, desde que tenía 15 o 14 años. Fue entonces cuando, con la ayuda de profesiona­les, entendí que era algo en lo que podía caer. Pero he aprendido a encontrarl­o hermoso porque siento el mundo", dice. "Supongo que tengo muchas complejida­des, pero procuro que se queden dentro de mí. No las convierto en el problema de nadie más".

Esa tensión es precisamen­te lo que hace a Johnson tan convincent­e en la pantalla. Sus personajes irradian calor y empatía, pero rara vez hierven. Son mujeres vigilantes ( Cegados por el sol), aprensivas ( Mejor solteras) o sumisas (la franquicia Cincuenta sombras) que luchan contra sus lados salvajes. Su próximo papel en The High Note (en español Música, glamour y fama) –una comedia de la industria musical sobre una estrella cuarentona (Tracee Ellis Ross) y su asistente, Maggie (Johnson)– no es una excepción. "Dakota es apasionada y siente las cosas profundame­nte, pero también es maravillos­amente encantador­a y fácil", dice su coprotagon­ista Tracee Ellis Ross, hija de la mítica Diana Ross. "Ella sabe dónde está y quién es y no tiene miedo de hablar."

Como sucede en tantas películas sobre mujeres jóvenes ambiciosas, Maggie a menudo es adoctrinad­a por sus superiores. Pero a diferencia de tantas películas so

me mantiene despierta por la noche, cada noche"

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