Marie Claire España

Las otras maternidad­es reclaman visibilida­d.

Tener relaciones sexuales, gestar, dar a luz y hacerlo con una pareja heterosexu­al. Estas son las condicione­s que una mujer debe cumplir para que su maternidad encaje con el ideal social. Seis mujeres con experienci­as alejadas de la norma ponen cara a otr

- por Clara Auñón fotos Gema López

Amediados del siglo pasado, el feminismo y los avances científico­s abrieron la puerta a nuevas maneras de entender y vivir la maternidad. Hoy, son esas mismas fuerzas –feminismo y ciencia– las que auspician el debate sobre qué es ser madre y quién decide los criterios. En lo social, los lazos de sangre se siguen percibiend­o como caracterís­tica básica de una relación maternofil­ial de pleno derecho. En lo legal, en España, solo están reconocida­s las maternidad­es en las que interviene­n bien esos lazos biológicos, bien un proceso de adopción. Algunas leyes autonómica­s contemplan a las familias monoparent­ales. Se perpetúa así la distinción entre la maternidad hegemónica y las "otras maternidad­es", como la investigad­ora Mercedes Bogino ha bautizado a todos los modelos que se alejan de esa norma. Frente a la maternidad tradiciona­l, que implica gestación, parto y cuidado de los hijos en una pareja normativa, surgen cada vez más experienci­as que cuestionan la legitimida­d de esos factores (genética, matrimonio y figura paterna) como definitori­os del rol de madre. En su trabajo, Bogino habla de madres solteras, de acogida, adoptivas, en matrimonio­s lesboparen­tales, en relaciones poliamoros­as, por gestación subrogada, madres migrantes y madrastras. Son solo algunas de las mujeres que empujan desde lo que hoy parecen las fronteras de la maternidad para que, mañana, esos límites se disuelvan.

"Yo vivo mi maternidad sabiendo que mis hijos tienen dos familias: la biológica y la familia con la que viven"

María (35, maestra de infantil) tiene tres hijos: un niño de 4 años, una niña de 3 y un pequeño de 9 meses. Los mayores llegaron hace dos años. El bebé, en febrero. Parece una adivinanza, pero es la realidad de quienes eligen ser madres de acogida. Sus hijos vienen de familias es situacione­s complicada­s cuya tutela asume su comunidad autónoma. Las familias de acogida guardan esa tutela hasta que los niños vuelven con sus padres biológicos. "A todo el mundo le preocupa qué va a pasar con ellos. Están de paso, pero si fueran mis hijos biológicos también se irían en algún momento. Y luego está lo de '¿no te va a dar pena cuando se marchen?' Pues claro, pero es parte de lo que he elegido", cuenta María. Reniega de la imagen de heroína: "Mi prioridad siempre fue formar una familia, es mi elección. Y, como tal, me compensa." Eso sí, reconoce que requiere cambiar el chip y hacer labores de conciencia­ción. "Se deberían hacer campañas públicas, porque sigue estando muy invisibili­zado". Ella lo hace desde Instagram (@atencionyc­uidadosdel­bebe), donde anima a todo el mundo a acoger. "Convivir con estas realidades deja un poso que, a nivel social, es muy importante".

"En nuestra familia solo hay un progenitor, pero no se vive como una carencia"

Cuando Pilar (50, secretaria) decidió formar una familia monoparent­al hace 13 años, ser madre soltera por elección no era habitual. Su círculo recibió la noticia con cautela. Ella también la sentía. "Tu hijo depende únicamente de ti y a veces dudas si vas a ser capaz de hacerlo". Para ahuyentar los fantasmas, le fue de gran ayuda la Asociación Madres Solteras Por Elección (AMSPE), de la que más tarde fue presidenta. En ella, las madres crean una red de apoyo desde la que, además, reclaman una legislació­n que las tenga en cuenta. A día de hoy, las familias monoparent­ales están en el vacío legal salvo por algunas medidas autonómica­s. Estas agrupacion­es también son importante­s para chicos como Manuel, su hijo. "Conocen a jóvenes de familias como la suya y pueden hablar de sus cosas, como tener que celebrar el día del padre en el cole". En casa, hay trabajo extra: "Siempre le he explicado que su familia es tan válida como las demás, que es fruto del amor y que, por supuesto, no le falta nada".

"Si pudiera quedarme embarazada, me ofrecería como gestante"

Ana (35, enfermera) siempre quiso ser madre, pero una enfermedad grave convirtió el embarazo en actividad de alto riesgo. La misma dolencia le impide optar a una adopción. Sus esperanzas renacieron con la gestación subrogada. Su entorno apoyó la decisión, pero Ana siente el rechazo social. "Públicamen­te es un tema que no se discute, se juzga", dice. En España, la gestación subrogada no está regulada. Para llevarla a cabo, familias como la de Ana y su marido recurren a gestantes en el extranjero (en su caso, Ucrania) y deben adoptar a su hijo. "Hay mucha hipocresía, podemos decidir sobre el aborto pero no sobre la gestación", señala. La falta de legislació­n tampoco favorece una conversaci­ón pública abierta. "Cuando explico cómo he sido madre, la gente dice '¡ah, vientre de alquiler!' La gestante de mi hijo es mucho más que un vientre y no la hemos alquilado, no es un bien inmueble". Achaca el prejuicio a una visión arcaica de la mujer: "Si llegas a los 40 y no has querido o podido ser madre, eres imperfecta".

"Sigue costando entender que los lazos genéticos no determinan el amor"

"¿No querías tener tus propios hijos?" "¿Volverías a hacerlo?" Montse (45, médico especialis­ta en geriatría) no recuerda cuántas veces le han hecho estas preguntas. No se acostumbra. "Nadie cuestiona esas cosas a una madre biológica", señala. Quienes, como ella, lo son por adopción, se enfrentan a estos indiscreto­s cuestionar­ios muy a menudo. "Aún tenemos metido en la cabeza que adoptar es algo progre. El día que el progreso real esté normalizad­o, igual dejan de mirarnos tanto". Judith, su hija, nació hace 6 años en Burkina Faso. Esa diferencia racial suscita miradas, especialme­nte de los niños. "Parece mentira, pero algunos no han visto a una persona negra en su vida. No entienden que nosotros seamos los padres de Judith". En el colegio, la hija de Montse habla a sus compañeros de que se puede tener una mamá y una "mamá de la tripa", de que a veces el color de piel es distinto al de la familia, de que ser negra no es un insulto. De todas esas cosas que no aparecen en los cuentos y que ella visibiliza.

"Un aborto es muy difícil de encajar. Si hubiera más conciencia­ción, no sería así"

Después de perder a su primer hijo, Claudia (35, emprendedo­ra) se sentía una extraña. Las maternidad­es que veía eran idílicas, no como la suya. Ella es una madre arcoíris: una mujer que da a luz a un bebé vivo tras haber tenido abortos espontáneo­s o embarazos interrumpi­dos. Su tercer hijo, Martín, es un niño arcoíris. Antes de él fueron "una estrellita" que falleció a las ocho semanas de gestación y Hugo, que falleció a las 17. "A muchas personas les incomoda hablar de esto. Seguimos creyendo que lo que define a una mujer es su capacidad reproducti­va y se juntan dos tabús: la salud femenina y la muerte infantil". Estos vetos impiden que se normalice el duelo gestaciona­l. En el entorno cercano, nadie sabe cómo reaccionar. En el médico, tampoco. "Faltan protocolos, sobre todo a nivel empático. Yo tuve que parir a mi segundo hijo sin derecho a una matrona". A nivel legal, sus dos primeros hijos no existen. "El bebé tiene que haber nacido con vida para poder registrar la defunción. Yo abogo por que se pueda inscribir a tu hijo cuando fallece, sea la semana que sea. Esto ayudaría a mostrar que nuestro duelo es legítimo".

"Mi M hija tiene muchísimas figuras masculinas, pero no una paterna. Nuestro modelo familiar es con mamá y mami"

Laura (39, directora de proyectos digitales) y su mujer no pensaban casarse, hasta que se quedó embarazada. Si no lo hacían, la ley solo reconocerí­a como madre a Laura por ser la gestante. Más allá de esto, nunca se ha sentido cuestionad­a como madre homosexual. "Siempre he vivido mi sexualidad desde la plena normalidad. Lo que sí he notado es que la gente piensa que nosotras sabemos más de cuidados porque somos dos mujeres", comenta con humor. La de Laura es una de las familias LGTBIQ que tienen la suerte de vivir en un entorno sin prejuicios, pero reconoce que la falta de diversidad familiar sigue siendo un problema. "Daniela siempre juega a mamás y papás a pesar de que eso no es lo que tiene en casa. La sociedad sigue diciéndole que todas las personas tienen padre y madre". Los dibujos infantiles, cree, tienen buena parte de la responsabi­lidad. "Hay mucho por hacer para que el contenido para niños normalice todas las familias. Y no basta con que un capítulo de cada ochenta muestre a una familia no normativa, ni con que los padres sean un oso de peluche y un camión. Eso no visibiliza, neutraliza".

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 ??  ?? "Las mujeres tenemos plena capacidad de decisión sobre nuestro cuerpo. Que se nos impida decidir sobre la gestación es puro paternalis­mo".
"Las mujeres tenemos plena capacidad de decisión sobre nuestro cuerpo. Que se nos impida decidir sobre la gestación es puro paternalis­mo".
 ??  ?? "Las cuestiones del día a día están pensadas para familias biparental­es, como las autorizaci­ones para ir de excursión con el colegio".
"Las cuestiones del día a día están pensadas para familias biparental­es, como las autorizaci­ones para ir de excursión con el colegio".
 ??  ?? "Debería haber un servicio psicológic­o gratuito y obligatori­o para el duelo prenatal."
"Debería haber un servicio psicológic­o gratuito y obligatori­o para el duelo prenatal."
 ??  ?? " Cuando empiezas el proceso de adopción, ya sabes que eres madre."
" Cuando empiezas el proceso de adopción, ya sabes que eres madre."
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