GRETA 29 AÑOS, INTERIORISTA
"LE DIJE AL PELUQUERO: 'LIBÉRAME Y DALE UN BUEN TIJERETAZO'".
"Para resumir: yo siempre fui una niña con mucho pelo, muy largo y muy rizado. Mi madre estaba desesperada porque no sabía cómo manejarlo. Por alguna extraña razón la gente pensaba que el rizo está asociado a un cabello poco cuidado y desaliñado, y mi madre no era una excepción a esa regla. Así que desde que empecé a ir a la guardería, con 4 o 5 años, ella siempre estaba cepillándome el pelo, casi de forma obsesiva. Después, en mi adolescencia, recuerdo que todo el ritual alrededor de mi cabello seguía siendo extremadamente pesado y doloroso: siempre estaba muy enredado; lavarlo no era precisamente placentero, tenía que utilizar media botella de champú y dedicarle muchísimo tiempo al secado. Todo esto me provocaba mucho malestar, incluso había días en los que cogía las tijeras de la cocina y me cortaba el pelo, como una acción impulsiva para hacer desaparecer mis rizos. Con 27 años descubrí el alisado brasileño, un tratamiento que me pareció un calvario (estuve más de seis horas mientras me planchaban el pelo), eso sí, salí con la melena más bonita del mundo: flexible, sedosa, ondulada, muy Jessica Rabbit. El resultado duró varios años, hasta el pasado noviembre, que fue cuando la niña que aún hay en mí llamó corriendo a la peluquería. Le dije a mi peluquero: "¡Estoy harta! Libérame y dame un buen tijeretazo". Creo que el hecho de haber podido deshacerme de 35 a 40 cm de pelo en un día me ha dado fuerzas para no tener que volver a aguantar y aprender a decir no".