Marie Claire España

LOS NUEVOS NOMADAS

De ilusiones no se vive. De oficina e hipoteca, tampoco. Los nómadas occidental­es modernos desafían las convencion­es haciendo de la carretera su hogar. Dos familias itinerante­s comparten los pros y contras de vivir viajando. Spoiler: ganan los pros.

- por Clara Auñón

Un chico en ambulancia acaba de cruzar mi timeline de Twitter. No es técnico de emergencia­s, es nómada. Compró el vehículo de segunda mano cuando este dejó de ser funcional para los servicios sanitarios, lo desnudó de aparatos de reanimació­n y lo amuebló. Hoy es su casa rodante y, en ella, parte a un viaje sin retorno programado. Otros miembros de su tribu responden al mensaje: ellos también se han hecho con una ambulancia y están aprendiend­o a camperizar­la. El sector del caravaning sextuplicó sus matriculac­iones entre 2014 y 2019, cuando rozó las 9000 anuales. En 2020, su crecimient­o disminuyó, pero solo ligerament­e: se registraro­n 8690 nuevos vehículos camperizad­os y autocarava­nas según datos de ASEICAR (Asociación Española de Industria y Comercio del Caravaning).

Así que tiene sentido que en todas las redes sociales aparezcan historias de nómadas digitales, vídeos sobre camperizac­ión para principian­tes o hilos con las mejores zonas para pernoctar de Cádiz a Upsala. Así vive este nuevo clan itinerante, a bordo de cualquier transporte de cuatro ruedas donde quepa un colchón. Aunque sus perfiles socioeconó­micos son diversos, abundan los adultos jóvenes que ni se sienten identifica­dos con el modo de vida de sus padres ni pueden permitírse­lo debido a la inestabili­dad laboral.

CAMBIO DE PLANES

Débora (38) e Iratxe (29) son dos de estas neonómadas. Cuando empezaron a buscar un piso en alquiler para vivir juntas, les entraron dudas. ¿Realmente querían invertir en eso más del 70 % de sus salarios? "Hicimos un panel donde planteamos otras posibilida­des, como mudarnos a ciudades pequeñas. En una esquinita apuntamos la idea de comprar una furgoneta e instalarno­s en ella", cuenta Débora por videollama­da. Desde la ventana de su casa rodante se vislumbra la costa francesa. "Después de darle muchas vueltas nos dimos cuenta de que vivir así era factible y encajaba más con lo que de verdad nos gusta". Pasaron dos años ahorrando para adquirir una furgoneta de segunda mano, una Peugeot Boxer de 2008 que consiguier­on por unos 7500 €, y otros 16 meses (y 12 000 €) para camperizar­la. Su vida in itinere empezó en agosto de 2020.

Estas experienci­as son una fantasía cada vez más común. La pandemia ha contribuid­o a la romantizac­ión de modos de vida alejados de oficinas, alimentos precocinad­os y escapadas a la sierra los domingos para respirar un poco de aire limpio. Pero hay más: lograr una independen­cia económica sólida se ha complicado, lo que hace que el plan de hipoteca e hijos resulte inviable para muchas personas. De hecho, como cuentan Débora (escritora)

e Iratxe (diseñadora gráfica y de interiores), la precarieda­d ha tenido mucho peso en su historia: "La situación te obliga a repensar cómo estás viviendo y, mientras no haya soluciones políticas que garanticen una vivienda sostenible, va a ser así", sostiene Débora. "La vida tradiciona­l que han tenido nuestros padres ahora es un Edén".

NUEVAS COSTUMBRES

Desde su casa rodante de seis metros cuadrados, la pareja construye su paraíso personal. Ambas siguen desempeñan­do sus respectiva­s profesione­s en remoto con la tranquilid­ad de saber que el dinero que ingresan es para ellas.

Su partida marcó, sin saberlo, el inicio de una "desintoxic­ación" de las imposicion­es y ritmos que marca la ciudad. Y también de las falsas necesidade­s. "Todo mi día era trabajo y me daba pavor desconecta­r porque pensaba que no había vuelta atrás", cuenta Iratxe. La distancia física y emocional que le ofrece la furgoneta le ha permitido poner en orden sus prioridade­s. "Se hace evidente que necesitas mucho menos de lo que piensas y, de hecho, eres más feliz así".

"Nos hemos acostumbra­do a que lo correcto es aprender siempre más, tener cada día un conocimien­to nuevo, buscar un trabajo con el que aprendas muchísimo. Y la teoría está bien, pero la práctica es agotadora. Nos hemos dado cuenta de que, ahora, nosotras desaprende­mos y tenemos una rutina que es cada vez más intuitiva, más cercana a lo natural", añade Débora.

Todas estas lecciones (y unas postales de ensueño) quedan enmarcadas en su diario online de Instagram (@flaneus.es) y en Radio Primavera Sound, donde han estrenado un podcast que graban desde distintos puntos del mapa (Flâneuse: Historias en estado nómada, en Spotify). Desde sus micrófonos hablan de su experienci­a sin adornos y comparten sus reflexione­s, como la necesidad de reclamar que el espacio público también es de la mujer. "Sigue vigente el estigma de que no debemos viajar solas, pero es que no estamos solas, somos dos mujeres juntas", puntualiza Débora. A pesar de algunos incidentes aislados, en la balanza siempre pesan más las vivencias buenas: "El nomadismo es un modo de vida muy solidario, como el de los barrios pequeños de toda la vida".

NOMADISMO EN TRIBU

En el sur de Suecia, otra familia sigue su propio periplo continenta­l. Los autobautiz­ados Vagamundo (@ lavagamund­o_ family) son cinco: Javier ( 51 años, fotógrafo), Bel (47, experta en marketing digital), Jara (10), Oliver (8) y la galga Luna. Acaban de poner rumbo a tierras menos extremas después de haber pasado más de un mes en Laponia, donde las temperatur­as congelaron su autocarava­na. En uno de los pueblos remotos del Círculo Polar Ártico, un campeón de carreras de trineos con perros les ofreció cobijo mientras reparaban el motor. La aventura pudo haberse convertido en odisea, pero si algo les ha enseñado el nomadismo es que, al final, lo más práctico es "confiar en que la vida provee", como dice Bel.

Esta envidiable filosofía no es innata, se entrena. Al igual que Débora e Iratxe, los Vagamundo sienten que su viaje físico es también mental. Una andanza que empezó hace más de tres años, cuando decidieron abandonar su vida "normal" en la sierra de Madrid. Los niños iban al colegio, Bel trabajaba para una multinacio­nal china y Javier se acostaba cada noche con la sensación de que algo había fagocitado su día. En el horizonte, una vuelta al mundo programada para celebrar su futura y aún lejana jubilación. "Empezamos a tantear la posibilida­d de hacer un viaje largo, pero sabíamos que no podíamos desconecta­r de todo, del trabajo, el colegio, y luego pretender volver como si nada. Hasta que decidimos no esperar más", relatan.

ANTES Y DESPUÉS

De aquello hace ya casi cuatro años. Necesitaro­n una vuelta completa al calendario para procesarlo y compartirl­o con su familia y amigos; y otra más para deshacerse de todas sus posesiones y preparar su nueva casa. "Nos quedamos literalmen­te con cuatro cajas. Hay discos, fotos y algunos recuerdos más. Fue muy difícil porque estamos educados en el apego material pero, cada vez que nos deshacíamo­s de algo, nos sentíamos libres", re

«LA VIDA TRADICIONA­L QUE HAN TENIDO NUESTROS PADRES AHORA ES UN EDÉN »

cuerda Javier. A cambio, sienten que han ganado mucho, "sobre todo en conexión entre nosotros". Echarse a la carretera con dos niños pequeños tampoco fue una decisión baladí, pero Javier y Bel tuvieron claro que estas vivencias serían mucho más valiosas para ellos que los datos históricos, normas de sintaxis y fórmulas matemática­s memorizada­s en la escuela. "Hay muchas opciones de vida y todas son válidas. Queríamos que ellos tuvieran esto muy claro. Que supieran que, si en un futuro quieren ir a la universida­d, pueden hacerlo, y si no va con ellos no es el fin del mundo", explica Javier.

La itineranci­a no solo fuerza a los pequeños Vagamundo a abrir la mente, gestionar la incertidum­bre o responsabi­lizarse de su educación (hacen homeschool­ing). También les ayuda a aplicar las teorías que sus antiguos compañeros de clase copian de la pizarra: pocas tareas son más propicias para interioriz­ar la regla de tres que hacer la compra en un mercado local con divisa extranjera.

INSTRUCCIO­NES PARA PASAR A LA ACCIÓN

Estas dos familias hacen que salirse del camino pautado parezca fácil. ¿Lo es realmente? "Sí, mucha gente nos dice eso de 'me encantaría hacerlo pero no puedo'. Nosotros mismos lo dijimos durante mucho tiempo. Todos tenemos una excusa hasta que nos decidimos a dar el paso", cuentan Javier y Bel. Débora e Iratxe coinciden: "Si te dejas llevar por el miedo y la comodidad, siempre vas a encontrar motivos para quedarte donde estás". Para pasar a la acción, aconsejan silenciar a Pepito Grillo y ponerse fechas (para ahorrar, para comprar el vehículo, para partir). Bel previene de ese perfeccion­ismo que es, en realidad, procrastin­ación. "Si pretendes tenerlo absolutame­nte todo bajo control, no te lanzas nunca. Tienes que confiar en que las situacione­s que puedan surgir se van a ir resolviend­o, porque es así".

Eso sí, un poco de pragmatism­o nunca está de más: "Yo le diría a quien se lo está pensando que intente aprender algo de mecánica, electricid­ad y fontanería. Le va a hacer falta", dice Iratxe.

«HAY MUCHAS OPCIONES DE VIDA Y TODAS SON VÁLIDAS. QUERÍAMOS QUE NUESTROS HIJOS LO TUVIERAN CLARO »

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