En el cuento de Cristina Matas, los animales tras la ventana no tienen alas.
Algo de pronto molesta. Algo de golpe se desencaja. En el amor y la amistad, cuando la fascinación acaba, comienza el desencanto.
De pronto cae el telón. La ilusión se esfuma y constatas que la realidad era diferente de como te la habías imaginado. El desencantamiento abre paso a la decepción. Se desvanecen las esperanzas y con ellas la dulce quimera que sostenía tu anhelo. Sientes la tranquilidad cansada de aquel que se libera. Pero con ella queda un poso de melancolía por aquello que nunca fue. Y es que uno siempre es copartícipe de su propio embuste. También soñamos despiertos. Quizás debamos darnos cuenta de que solo se sale de un engaño abrazando otro engaño más.