Las confesiones literarias de Eduardo Mendicutti y seis libros para ampliar la biblioteca.
Estos libros huelen. Estas páginas saben. A cítricos secretos, a ostras y a mentiras reveladas. Al borde del verano, la biblioteca se refresca.
Un día cualquiera en Nueva York
Su abuela vendía muebles. Su padre, también. Ella pone chistes a la venta. Aunque ahora no le dé ni para pagar la luz. Los escritos de la humorista Fran Lebowitz llegan al español atiborrados de sarcasmo y observaciones afiladas como agujas.
El verano que volvimos a Alegranza
Todos los olores son un regreso. En el caso de Leandra, uno obligado. Un perfumista le ha propuesto un reto: debe encontrar los aromas que la condensen. En Alegranza, la casa familiar de Asturias, quizá dé con ellos. O consigo misma.
Azúcar quemado
Su madre siempre supo que tenerla "le arruinaría la vida". Se lo dejó claro de niña. Se lo repite cuando, adulta, la acusa de hacerse pipí en la cama. Pero a ella la memoria le falla. La madre de Antara no puede recordar. Alguien tiene que cuidarla.
Las devoradoras
El trabajo de Roberta, ni fu ni fa. A ella lo que le gusta es la cocina. Y la comida. Con Stevie fundará un club nocturno. Se colarán en edificios privados para cenar. Aunque lo que acabará sobre la mesa no se introducirá en el cuerpo solo por la boca.
Las hermanas Gourmet
Seis meses para conseguir mesa. Trescientos euros el menú degustación. En el restaurante de las hermanas Gourmet comer no es necesidad. Es lujo. Maxi acaba de llegar. En bermudas. Trabajará con ellas. Y está a punto de conocer uno de sus secretos: el Cítrico C.
Yo, mentira
"Nunca he sido algo del todo, siempre he sido una cosa provisional a la espera de ser otra". Pero es madre, es esposa, es nuera, es trabajadora. Y es infiel. Y su marido ahora lo sabe. Se lo ha contado ella misma.