"No sé cuándo es lunes o es sábado. Hacer esto es mi vocación, mi vida"
Cada once días, Purificación González descansa tres. Se vuelve a casa, a Almuñécar, y junto a la playa reordena ideas y reposa la espalda. Ha pasado más de una semana cocinando, dirigiendo a su docena de empleados, revisando pedidos y hablando con proveedores. Ella es, cuenta, "muy empresaria". Lo era antes de venir a Madrid, hace ya siete años. Quería acompañar a su hijo, de 19, y metió en la maleta su restaurante granadino. En La barca del patio, la cocina andaluza pasa a diario, entre geranios y mantoncillos, de los fogones a las mesas. Durante los primeros meses de la pandemia, el negocio de Purificación necesitó un apoyo extra. A través de Banco Santander, en las líneas de garantía del ICO encontró aire fresco. Volverá a la entidad si lo necesita. Hay que confiar, dice, en la gente que nos ayuda.