LA SEGUNDA CASA DE S+DLH
Inés y Mercedes Sierra, primas, conocieron a Javier de la Higuera mientras estudiaban interiorismo. Enseguida se formó un equipo prolífico. Empezaron su andanza empresarial con una agencia de eventos efímeros hasta que, en 2017, sintieron la pulsión de plantear proyectos perdurables. Fundaron entonces Sierra de la Higuera (S+DLH), un estudio de arquitectura, diseño de interiores e industrial y dirección de arte. Hace poco más de tres años, su creciente cartera de clientes (sobre todo vivienda privada, pero también comercios y restaurantes) les impulsó a cambiar el coworking por una oficina propia. El ambiente que han creado responde a un tópico tan manido como real: su espacio de trabajo es su segunda casa.
La oficina se ubica en un piso castizo con suelos de madera, techos altos y grandes ventanas. La entrada da paso directamente a la sala donde reciben a sus clientes, presidida por una gran mesa de madera de estilo francés y un juego de sillas de metal y mimbre, todo vintage. La estancia resume los principios estéticos del trío, que siente predilección por los materiales nobles y la sencillez. El hilo conductor de todo el estudio es una pintura de color verde oliva profundo que resulta sorprendentemente cálida. El interiorismo, por supuesto, lo firman ellos mismos. El espacio original era diáfano, con suelos de tarima flotante y paredes de gotelé azul celeste que ahora cuesta imaginar. "Hasta hace poco, se entendía que una oficina tenía que ser funcional y punto. Ahora todo el mundo quiere utilidad, pero también un sitio bonito en el que apetezca estar", cuenta Inés. Ha vivido en Londres unos años y recuerda lo mucho que le sorprendió descubrir que allí el diseño era una cuestión de interés público. En España, poco a poco, se empieza a popularizar ese equilibrio entre fondo y forma que ellos controlan a la perfección.
La segunda sala, la más luminosa y su principal lugar de trabajo, es una buena muestra de esa maestría. Una enorme mesa de mármol de diseño propio establece el centro de gravedad. La iluminan unas discretas lámparas lineales de la danesa Frama y la rodean las sillas Aluminium, del matrimonio Eames y editadas por Vitra. Varias baldas enmarcan el conjunto con un repertorio de azulejos, maderas y libros. Todo el espacio está salpicado por piezas que, si bien son prescindibles para trabajar, resultan fundamentales para que el aura sea acogedora. Una butaca baja tapizada en un tejido rizado invita a reposar; una sólida lámpara de madera alumbra las buenas ideas. Son hallazgos de segunda mano y obras de creadores emergentes que Mercedes, Inés y Javier venden en su tienda online. Caprichos para embellecer metros cuadrados. "Pasamos una tercera parte del día en el trabajo. Qué menos que sentirte como en tu casa", defienden. Que así sea.
«HASTA HACE POCO, SE ENTENDÍA QUE UNA OFICINA TENÍA QUE SER FUNCIONAL Y PUNTO. AHORA TODO EL MUNDO QUIERE UTILIDAD, PERO TAMBIÉN UN SITIO BONITO EN EL QUE APETEZCA ESTAR »