LAS ESTRELLAS TAMBIÉN MIENTEN
¿ESCRIBEN LOS ASTROS EL FUTURO? ¿TIENEN LOS PLANETAS POR 'HOBBY' ORGANIZAR EL DESTINO DE LA HUMANIDAD? CIENCIA Y RAZÓN LO NIEGAN.
El futuro estaba en el hígado. En el abdomen de la oveja elegida, de la gallina seleccionada, se producía una incisión y los sacerdotes de Babilonia encontraban en las manchas de las vísceras el destino del gobernante, el porvenir del pueblo.
El futuro estaba también en las estrellas. En el cielo chinchetearon su mitología. Hace más de 4000 años, los planetas recibieron los nombres que se correspondían con su aspecto. La dureza rojiza de Marte traía lucha y sangre. Venus, suave y clara, presente en el cambio de los días, anunciaba episodios de fertilidad. En su baile y en el de la luna los sacerdotes encajaron sus predicciones. Los giros de los planetas y las estrellas alrededor de la Tierra, centro, por supuesto, del universo, intervenían en el transcurrir de los días.
Entre el Tigris y el Éufrates las constelaciones se dibujaron en el cielo. Según el brillo de las estrellas y la creatividad de quien observara, las figuras se trazaron con líneas imaginarias. Las formas volvían a bautizar. De cada dibujo se extraía un perfil. Antes de Cristo, los doce signos del zodíaco se habían definido. A cada fragmento del año le corresponde, desde entonces, extendido sobre el calendario lunar babilónico, un toro, una mujer, un león. Pero el eje de la Tierra, explica la NASA, ha cambiado en los últimos milenios. No apunta en la misma dirección que entonces. Sus cálculos están obsoletos. El cuerpo teórico de la astrología es un tirillas. Y, además, los babilonios habían dejado fuera una constelación. Ofiuco no pasó el corte. La decimotercera constelación desbarataba la precisión matemática de su calendario lunar.
La creencia en la influencia de la posición de los planetas y las estrellas, conglomerado de hidrógeno y helio, en el devenir de la humanidad se resguarda bajo el nombre de astrología. La etimología, explica Nick Allum, profesor de Metodología de la Investigación de la Universidad de Essex, despista. El lexema lo acerca a la astronomía, ciencia que estudia las leyes del universo. Desorienta a europeos y estadounidenses, que, por norma, concluye en un estudio de 2010, poseen una cultura científica tan baja que no les permite "distinguir una ciencia de una pseudociencia". Para la psicóloga Laura Portaencasa, de MundoPsicólogos, quienes "atribuyen las cosas que les van ocurriendo en la vida a factores externos y ajenos a ellos mismos" o quienes se jactan de apertura mental con actitudes confiadas se inclinan también hacia la astrología. Opera en ellos el efecto Forer. "Se trata de un fenómeno por el que asumimos como ciertas creencias sobre nosotros mismos que hace otra persona, bien sea a través de la lectura de cartas, de consultar los astros o de leer el poso del café. Es fácil caer en él porque las afirmaciones que se suelen hacer son tan ambiguas que suelen encajar en casi todo tipo de persona". "Deberás tomar decisiones". Sufrirás un período de irascibilidad". "En el trabajo vivirás algún conflicto". "Cuida de tu salud o tendrás un susto con el aire acondicionado". La predicción se encasqueta sobre cualquier episodio que se preste. La profecía se cumple. El sesgo se confirma.