EXPOSICIÓN
Colección Solo celebra El jardín de las delicias en Matadero Madrid.
El Bosco se mueve, se redondea, se eleva como un fantasma pixelado, se pringa como si fuera de gelatina. Sus personajes han salido del Museo del Prado y se han instalado entre Legazpi y Arganzuela, frente al río Manzanares. En la Nave 16 de Matadero, en Madrid, El jardín de las delicias reflorece. Una quincena de artistas contemporáneos lo ha mirado de nuevo. Lo ha escuchado. En la exposición, nutrida por las obras del fondo de Colección Solo, el tríptico holandés gana sonido. El jienense Enrique del Castillo rescata piezas coetáneas al pintor flamenco y, sobre lectores ópticos y celuloide, el placer y su castigo toman ritmo. Mario Klingemann, maestro de la inteligencia artificial, se hace cargo de completar la experiencia inmersiva. La pintura y la escultura se entreveran, a continuación, con piezas en formato gif o videojuego. El cierre del recorrido, diseñado por el estudio Herreros, da un estirón. El colectivo SMACK redibuja en tres pantallas horizontales el cielo y el infierno. Ahí abajo hay latas de refresco, pájaros tuiteros y pantalones de campana. Mejor no mirar. Del 7 de octubre al 27 de febrero.