Marie Claire España

LAS VENTAJAS DE SER 'FLÂNEUR'

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Ahora nos llaman flâneurs, pero de toda la vida hemos sido paseantes, transeúnte­s. Andar a paso ligero, o despacio, para detenerse en una plaza recóndita y vacía. Observar, como los jubilados, el avance de las obras de aquel edificio enorme que ocupa la esquina, saludar a la mujer que alimenta las palomas, escuchar el bolero que tararea el vigilante que franquea la entrada al párquing en el que se sigue leyendo "a pupilaje". Pasear para detenerse. Pasear para ver, que no mirar.

Me impresionó mucho una historia que leí sobre Jorge Semprún, que contaba que, a su liberación de Buchenwald, salió de ahí con una idea fija: dirigirse hasta esa casa que había estado observando cada día durante su cautiverio. Llegó hasta ahí como pudo, maltrecho y debilitado. Llamó a la puerta y la mujer alemana que le abrió se asustó debido a su aspecto. Semprún, sin decir ni una palabra, entró en esa casa que en cierto modo conocía de memoria porque la había imaginado, y se dirigió hasta la ventana del salón. A través de los cristales miró hacia donde se encontraba el campo de concentrac­ión del que venía y solo entonces se dirigió a la mujer para decirle: "Lo que suponía: se ve todo". Y luego se marchó tan sigiloso como había llegado.

Ver y mirar son dos cosas bien distintas. Aquella mujer probableme­nte habría mirado miles de veces por la ventana, pero no había visto. Ver entraña voluntad y responsabi­lidad. Cuántos de nosotros no nos hemos perdido mirando a través de ventanas en las que no hemos querido ver nada. Me digo eso todas las mañanas cuando recorro las mismas calles yendo hacia la oficina y trato de encontrar esas otras ciudades que habitan tras las paredes de esta ciudad. Paseo, deambulo, me detengo. Recuerdo también aquel poeta y escritor querido, Josep Vicenç Foix, al que un día, un discípulo preguntó: "¿Maestro, qué hay que hacer para ser un buen escritor?". Él, sin dudarlo, respondió: "Voy a darte no uno, sino seis consejos. ¡Seis! En primer lugar, tienes que leer, eso es lo más importante. En segundo, pero no menos necesario, deberías leer. Después, siguiendo en esta misma línea, hay que leer. A ver, veamos, en cuarto lugar… es necesario caminar. Mucho. En quinto, volver a caminar. Y ya, para terminar, ¿sabes que es aconsejabl­e también? Caminar". Ser flâneur es, en definitiva, desear leer entre las líneas de los lugares.

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