Marie Claire España

HIJAS DEL HORMIGÓN

SU DESPERTADO­R SUENA, POR NORMA, ANTES QUE LOS DEL CENTRO. SUS VIAJES EN TRANSPORTE PÚBLICO PELLIZCAN A MENUDO LAS MADRUGADAS. CON EL PROYECTO 'HIJAS DEL HORMIGÓN', LAS MUJERES DE LA PERIFERIA SUBEN EL VOLUMEN DE SU VOZ.

- por Aída Dos Santos

Yo no he hecho más que trabajar y viajar en Metro, no sé si te podré ayudar". Así descolgó Nieves el teléfono. Con 67 años, esta jubilada ha pasado los últimos cuarenta años limpiando pisos de señoritos en el barrio de Salamanca. Llegó a Madrid en los años setenta, junto a su marido, a quien conoció siendo ambos camareros en la estación de esquí de Formigal. Y acabó limpiando casas y pagándose ella misma la cotización a la seguridad social, porque era casi impensable que una mujer trabajase de camarera en la capital, ni hablar de brecha salarial con respecto a su marido, ni mucho menos de políticas de conciliaci­ón. "Mi marido no ha hecho nunca nada en casa, no me ha ayudado nunca. Él salía a las 10 de la mañana y volvía en el búho desde Nuevos Ministerio­s a las tres de la mañana, ¿qué le iba a pedir?".

Raquel tenía 17 años cuando decidió dejar de salir con sus amigos de toda la vida, con su grupo de compañeros de instituto, con quien compartía bancos y paquetes de pipas desde la infancia en Villaverde. No fue una decisión meditada, ni hubo una mudanza inesperada o un puesto de trabajo que la animara a cambiar de opinión. Una de sus amigas murió durante una carrera ilegal, no muy lejos de la Gran Vía de Villaverde, la ubicación en la que todo novio macarra que se preciara amenazaba con abandonar a su pareja si hablaba demasiado alto o llevaba la falda demasiado corta.

Prefería decir que vivía en los Rosales, una urbanizaci­ón más allá de Villaverde, casi Getafe, porque Villaverde estaba totalmente estigmatiz­ado y no podían presentars­e en una discoteca del centro diciendo que eran del extrarradi­o. En esa construcci­ón simbólica del extrarradi­o, la periferia y las afueras, la connotació­n clasista y marginal del barrio obrero nos lleva a imaginar una periferia de bloques de hormigón, calles sucias, poco iluminadas y peligrosas. Mientras que, si decidimos que vivimos a las afueras, hablamos de la España de las piscinas, de los PAUS, de las zonas comunes, las urbanizaci­ones, los adosados y las viviendas unifamilia­res con patio trasero. Geográfica­mente suponen lo mismo, pero ningún padre quiere que su hija salga con un chico de extrarradi­o, prefieren un yerno de las afueras.

VÍA DE CIRCUNVALA­CIÓN

Hijas del hormigón es una aproximaci­ón a las experienci­as en el ámbito laboral, familiar y social de las mujeres que han crecido y viven en los barrios humildes, en las periferias, en el extrarradi­o de las ciudades. Se recoge la experienci­a de Madrid, Barcelona, Sevilla, Valladolid, Vigo o Bilbao, pero podrían ser las voces de cualquier otra mujer en Londres, Lisboa o Berlín. Las experienci­as vitales de las mujeres en las grandes ciu

dades comparten el relato de la precarieda­d. Comparten los madrugones para cruzar la ciudad desde sus bloques de hormigón hasta el cristal ahumado de las torres de oficinas, los bocadillos en el andén, la pareja que no limpia, los hijos que se ciegan frente a las máquinas tragaperra­s y los botes de espray, el miedo cada vez que la hija vuelve sola de madrugada o tarda cinco minutos más de lo previsto. "Yo discuto mucho con mi hijo porque le va mal en el instituto. Después de la bronca, se baja al parque, se bebe un litro, se fuma un porro, se echa unas pintaditas con el espray y de nuevo a casa, a dormirla". Que el ayuntamien­to, en este caso de Madrid, apenas haya invertido durante los últimos veinte años en espacios de ocio para los jóvenes les ofrece pocas alternativ­as al banco y las latas. El que no esté colocado, que se coloque, como pregón, como prólogo de una generación destruida, hueca.

MERITOCRAC­IA O IGUALDAD

Isabel está lejos del discurso del empoderami­ento femenino. Dejó de trabajar cuando nació su segundo hijo. Nancy Fraser, en Manifiesto de un feminismo para el 99%, subraya que empoderar a mujeres talentosas para que alcancen posiciones en igualdad con los hombres de su propia clase no tiene como objetivo la igualdad, sino la meritocrac­ia. Henar, de Móstoles, cree que la brecha entre el centro y el extrarradi­o disminuye con los campus universita­rios en el cinturón rojo del área metropolit­ana de Madrid. Aun así, acabarán pasando unas cuatro horas en transporte público entre el PAU de la periferia y el polígono de servicios de Alcobendas o Chamartín. La 'j' fricativa les delatará en las entrevista­s de trabajo, su ropa de fast fashion, la raya del ojo demasiado larga, las mechas sin brillo y las suelas desgastada­s… El ser humano tiene la capacidad para averiguar la posición social de quien tenemos enfrente, pero en demasiadas ocasiones la ignoramos. En los productos de ficción, basta con ponerle un mono azul a un extra en un adosado palaciego para saber quién es el amo y quién el esclavo. No hay autodeterm­inación posible cuando hablamos de clase, de renta, de capacidad adquisitiv­a y de oportunida­des.

NÚMERO DE OPORTUNIDA­DES

La diferencia más grande que puede haber entre las mujeres del centro, de posición acomodada, familias estructura­das de rentas altas y las hijas del hormigón es la oportunida­d de equivocars­e. La oportunida­d de que te vaya mal en pareja y puedas empezar de nuevo sin una hipoteca que te arrastre para siempre, la oportunida­d de tener una profesión que no te haga depender de la voluntad del padre de tus hijos en la puntualida­d del pago de la pensión, la oportunida­d de montar un negocio y que te vaya mal sin destrozarl­e el ahorro a tus padres, la oportunida­d de conciliar familia y trabajo porque hay una red pública para la crianza activa de tus hijos. Hijas del hormigón es la historia de todas aquellas que quisieron sentarse en una terraza, ponerse frente a una pantalla o descolgar una llamada para contar su historia porque ya estaban hartas de cómo la contaban por ellas, porque incluso detrás de aquellas obras que pretenden ser más empáticas con su visión e intereses, como señala Arantxa Tirado revisando los filmes mexicanos, se puede esconder el peor de los paternalis­mos.

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Aída Dos Santos es politóloga y analista de datos. A través del proyecto Hijas del hormigón, recaba testimonio­s que relacionan clase social y género.
LA AUTORA Aída Dos Santos es politóloga y analista de datos. A través del proyecto Hijas del hormigón, recaba testimonio­s que relacionan clase social y género.

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