Así se teje LA HISTORIA
PROTEGEN, ABRIGAN, ACOLCHAN, ADORNAN. LAS TELAS ARROPAN LA VIDA HUMANA DESDE LA CUNA. SU HISTORIA ES LA DEL MUNDO.
EN 'EL TEJIDO DE LA CIVILIZACIÓN' (ED. SIRUELA), LA PERIODISTA ESTADOUNIDENSE VIRGINIA POSTREL HILA IMPERIOS LEJANOS, CAMPOS DE CULTIVO DE GUSANOS DE SEDA, TINTORERÍAS Y TELARES EN BUSCA DEL TAPIZ DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD.
PARA RASCARSE LA CABEZA
Las pruebas están en la cabeza. Los piojos son los que se han chivado. Los análisis que determinaban las diferencias entre los piojos corporales y los capilares etiquetan el origen de los textiles hace unos 170 000 años. Fue entonces cuando los parásitos abandonaron la cabeza y, por primera vez, se mudaron a la piel. Comenzaron a viajar en los pliegues de la ropa.
LA PEDRERÍA ORIGINAL
El pasado septiembre, un grupo de arqueólogos encontró en Marruecos un conjunto de huesos tallados como espátulas que, intuyen, se emplearon para convertir los pellejos de animales carnívoros en pieles. Tenían 120 000 años de antigüedad. Unos 92 000 años más tarde, en Rusia, un niño y una niña fueron enterrados juntos cubiertos de dientes de zorros y cuentas de marfil enhebrados. Habían sido fabricadas, con hueso, las primeras agujas.
GRACIAS A LOS PIOJOS, SE PUEDE ESTABLECER LA FECHA APROXIMADA DE LA APARICIÓN DE LA ROPA: HACE 170 000 AÑOS
LA MANO HUMANA
Las etiquetas se enganchan en las camisetas blancas y cuelgan de las camisas vaqueras. Señalan, orgullosas, que son de fibra natural. Pero la fibra natural, señala Postrel, ha necesitado una guía para serlo. Bruce Hardy, recuerda la periodista, encontró las primeras señales. Dio con una muestra de fibras que, retorcidas, habían sido convertidas en cordel hacía 40 000 años. Procedían del lino. Con el paso de los milenios, la población se asentó y dejó de esperar a que los árboles dieran su fruto, siempre limitado. Hace 9000 años, el ser humano sometió al campo. La agricultura facilitó la producción de las fibras.
TODO ES BUENO PARA EL CONVENTO
Las fibras del lino, indica Postrel, no se tejían. Hace 9000 años, las fibras se anudaban, se trenzaban después de que los tallos de las plantas se hubieran reblandecido tras haber permanecido sumergidos en agua durante días. Los artesanos habían logrado, incluso, elaborar motivos decorativos. Consiguieron domesticar el ciclo de los árboles y conquistar el pelaje de los ovinos. En el sudoeste de Asia, hace más de 10 000 años, las ovejas comenzaron a convivir con el ser humano. Y él aprendió a sacar partido de sus nuevas compañeras.
ALGUNAS CUESTIONES DE FE
En seis mil años, la cría de ovejas tamizó a la especie. Disminuyeron de tamaño, pero sus huesos se robustecieron. Su pelaje, que hasta entonces mudaba cada primavera, se había espesado y unificado. El vellón se había comenzado a tratar como lana. En la producción de fibras naturales también intervino, no obstante, la suerte. Una mutación en el origen del algodón africano se cruzó con otra propia del algodón mexicano y los matojos se fortalecieron. El cultivo se extendió. Siglos más tarde, en la meseta iraní, la expansión del islam profesionalizó el algodón.
ALREDEDOR DEL SIGLO IX, EN LA MESETA
IRANÍ, EL ISLAM CONVIRTIÓ EL ALGODÓN BLANCO EN "SEÑAL DE DEVOCIÓN"
PARA FINANCIAR LA ARMADA PERMANENTE, LA DINASTÍA SONG GRAVÓ LA SEDA, MUY DEMANDADA, Y LOS PRODUCTORES MULTIPLICARON SUS COSECHAS
TODO LO QUE ARRASTRA EL AGUA
En el área que ocupa la actual Irán, apunta Postrel, las tierras en apariencia yermas conseguían ser adjudicadas. Los terrenos secos lograban dueño a cambio de demostrar la habilidad de convertir la tierra seca en tierra viva, apta para el cultivo. Los 'qanats', canales de agua subterráneos que aprovechaban el desnivel de la tierra, proporcionaban riego a los cultivos de algodón durante todo el año. Pero todo aquel que deseara un pedazo de tierra en zona musulmana debía convertirse al islam. Entre las fibras del algodón se expandieron las de la religión.
EL IMPUESTO QUE CAYÓ DE LOS ÁRBOLES
Su gobierno fue el primero de la historia en fomentar el uso de billetes. También en mantener una armada permanente en China. Y aquellos gastos necesitaban ingresos. Para reequilibrar la balanza, la dinastía Song aumentó los impuestos sobre el hilo y la seda, cuyo consumo, entre el siglo X el XIII, escalaba a medida que se enriquecían los miembros de la corte. Los productores de seda volvieron a meter las manos en la naturaleza. Cruzaron dos especies de moreras que, junto con una nueva técnica de poda, aseguraron la cría de gusanos durante todo el año. Con baños de agua fría y sesiones de horno, los productores de seda reordenaron el calendario.
EL NAILON SE CONVIRTIÓ EN LA BASE DE PARACAÍDAS Y CHALECOS ANTIMETRALLA. LO LLAMARON 'EL TEJIDO QUE GANÓ LA GUERRA'
TAREAS PARA LA MUJER UNIVERSAL
Entre el siglo XVII y el XVIII, las hilanderas pegaban la hebra. Cuando en Inglaterra o en el norte de Europa el cielo clareaba, las mujeres sacaban sus ruecas a la calle y, como en una noche de verano español, charlaban frente a la puerta. Con las manos dirigían el huso y la tortera hacia el grosor de hilo deseado. Era una tarea, anota Postrel, femenina, adquirida en la juventud. En el caso azteca, en la infancia. Antes de cumplir cinco años, resume la periodista, la niña azteca debía aprender a hilar. Un mal desempeño acabaría en castigo físico. El producto debía ser impecable. Los impuestos a los gobernadores se saldaban en forma de mantos blancos con motivos de colores.
OPTIMIZACIÓN DEL FLUJO DE TRABAJO
Las hilanderas habían comenzado a entorpecer la producción de tejidos. Sus manos no se movían lo suficientemente rápido como para llenar las de las tejedoras, que, al otro lado de la cadena, esperaban ociosas. El modelo de molino italiano desembarcó en Inglaterra. La idea se ramificó hasta que en 1769 Richard Arkwright patentó la hiladora hidráulica, un aparato que impulsado por el agua trenzaba más de 120 hilos. La Revolución Industrial comenzaba a desmadejarse.
SONRISAS SANAS, PIERNAS BONITAS
Hay tejidos de los que se enganchan apellidos, patentes o guerras mundiales. Wallace Carothers había cumplido 31 años cuando DuPont, la compañía química estadounidense, le ofreció un puesto de trabajo. Le lanzaban un cometido: debía definir los polímeros. En diez años, el científico había resuelto el reto y había patentado, bajo su nombre, la seda sintética. Es decir, el nailon. Con él se comenzaron a producir cepillos de dientes y el 30 % de las medias calzadas por las mujeres estadounidenses. La producción necesitó un giro de volante. La Segunda Guerra Mundial la recondujo. El nailon se convirtió en la base de paracaídas y chalecos antimetralla. La tela cambió de apodo. Lo llamaron "el tejido que ganó la guerra".