Eugenia Silva ¿MAL TIEMPO?
ESTAMPADOS, ACOLCHADOS, DE PELO... LA MODA DE OTOÑO SACA LA ARTILLERÍA PESADA SIN RENUNCIAR A LA ELEGANCIA. DESCUBRE CÓMO PLANTAR CARA AL FRÍO DE LA MANO DE LA SUPERMODELO ESPAÑOLA, QUE NOS HABLA DE SU PAPEL COMO EMBAJADORA GLOBAL DE GERMAINE DE CAPUCCINI, DE LA EVOLUCIÓN DE LA INDUSTRIA DE LA MODA Y LA BELLEZA Y DE CÓMO MANTENERSE INCOMBUSTIBLE EN ESTE SECTOR DURANTE 30 AÑOS.
Gisele, Oscar, Adriana… Eugenia Silva ( Madrid, 1976) se refiere a las personas que han protagonizado el fashion system durante el último cuarto de siglo por su nombre de pila. En el set, es la reina; se mueve con absoluto dominio. Como si hubiera pasado los últimos treinta años haciendo esto mismo; como si llevara más de 150 portadas a sus espaldas. Y gracias a esa veteranía, trabajamos a la velocidad del rayo: "¡Venga, que tengo dos niños que bañar en casa!", ríe ante nuestro asombro mientras se va quitando el abrigo para disparar el próximo look. "Nunca he dejado de trabajar, ni he hecho un parón, así que he contado con marcas y seguidores muy fieles; no han tenido que redescubrirme", me explica. ¿Se imaginaba seguir trabajando a los 45 años? "¡Qué va! Yo veía a Cindy [Crawford], que tenía 27 cuando yo empezaba, y pensaba 'madre mía, ¡adónde va esta!'", confiesa. Todo se debe al cambio de paradigma que ha tenido lugar durante la última década en la industria de la belleza, basada en la inclusividad: los cánones se han desdibujado en favor de la variedad de edades, tallas, razas, géneros, morfologías... Una gran revolución que la modelo ha vivido en primera persona y que, a estas alturas de su carrera, le da alas para ejercer de embajadora global de Germaine de Capuccini. "La edad, junto con las arrugas, te da la capacidad de mirar la vida con otros ojos, de distinguir mejor lo bueno en medio de tanto ruido y de concretar aquello con lo que vale la pena comprometerse", afirma.
Nos conocimos en Udine, a propósito de la inauguración de la sede de Germaine de Capuccini en Italia. ¿Qué te empujó a comprometerte con esta firma? Me hace mucha ilusión porque supone dar voz a una marca muy conocida pero no lo suficientemente reconocida. Sabemos que sus productos funcionan, pero muchos desconocen que incorpora desde el principio todos esos valores que ahora están tan de moda: una marca familiar que es a la vez internacional, con base en Alcoy (Alicante); una forma de trabajo apasionada e innovadora, en la que se involucran varias generaciones de la misma familia; que apoya el deporte femenino; fundada por una mujer... Cada vez estoy más involucrada; mañana produzco su campaña de prensa.
Claro, con la productora que has creado, The Crew... Los clientes solían decirme "esto te lo organizas tú con tu equipo"; "plantéanos una propuesta". Así que pensé en poder producir desde cero, aunque no creas que me voy a hacer millonaria con esto; es algo que cierra el círculo. El concepto de la campaña es artístico y bonito, como aquella de Linda Evangelista en el agua por Vallhonrat, que marcó una era en Germaine y nunca pasará de moda.
Así que ahora estás delante y detrás de las cámaras. ¿Cómo te cuidas? Sigo una rutina muy firme. Me pongo los productos con un buen masaje, siempre hacia arriba y tomándome mi tiempo, con ayuda de la piedra de gua-sha y el rodillo de
« CUANDO EMPEZABA, VEÍA A CINDY CON 27 AÑOS, Y PENSABA '¡ADÓNDE VA ESTA!' »
cuarzo. Pero aunque sé cuidarme, acudo al centro de estética mínimo una vez al mes. Está bien que una mano experta te recomiende un tratamiento en función de tus necesidades, te supervise y aconseje.
¿Y algún pinchazo? He probado el bótox y no me ha gustado nada. Te cambia la sonrisa; se te suben los pómulos… Todo el mundo dice que es muy natural, pero creo que el bótox no está muy conseguido. Prefiero hacerme un lifting en diez años, como Marc Jacobs [risas]. Me gusta más cuidarme la piel y experimentar en cabina.
Y de deporte, nada hasta hace unos años... Cuando hacía Victoria's Secret, ninguna íbamos al gimnasio. Si una hacía deporte es porque era deportista, no porque hubiera este culto al cuerpo. Las brasileñas tenían una genética apabullante –llegaban Adriana y Gisele y te volaban la cabeza–, y las que no, estábamos tan contentas. Luego se pusieron de moda en Nueva York los gimnasios... Pero antes no era lo normal ni tenías tiempo; yo curraba 350 días al año, y cada día en un sitio distinto del globo. También tenía 20 años menos. ¿A cambio, había más trastornos de alimentación? Cuando hacía pasarela, yo iba a lo mío, con mis estudios. Era como un ratón de biblioteca que luego desfilaba. Y después empecé a trabajar más en Victoria's Secret, Vogue América… y encarnaba un prototipo de mujer sana: sonriente, morenita… Y así eran las modelos con las que trabajaba: Elsa Benítez, Astrid Muñoz, Gisele, Alessandra, Adriana…
¿Cómo dejaron de encasillarte como ‘latina’? Llegó un momento en que lo latino era cool. Al principio, la americana rubia de ojos azules era la que molaba, pero luego llegaron las brasileñas, las rusas, y la mezcla se convirtió en algo bonito. Pasé de latina a niña de Oscar [de la Renta], luego a Armani, y ya, a Eugenia.
Y a los 45 sigues posando. Nunca lo imaginé, y es un orgullo (¡ trabajo casi más ahora que antes!), pero si una marca es consecuente… Armani me contrató como modelo de pasarela a los 17, como embajadora a los 30, y como otro tipo de embajadora a los 40. Y bienvenido sea porque me sigue encantando mi trabajo y ahora tengo la oportunidad de hacerlo a ambos lados.
¿ Cómo afrontas la importancia que han cobrado las redes sociales en tu profesión? Es una metodología distinta. Cuando empecé hacías una foto y esperabas dos meses a que se publicara la revista, y ahora es todo más inmediato. Me suelen preguntar si las influencers han quitado el puesto a las modelos, y para nada; hay sitio para todos. Mírame a mí: trabajo con ellas, las saco en producciones, las contrato... Me llenan de su energía y ellas aprenden de mí.
«CUANDO HACÍA VICTORIA'S SECRET, NINGUNA ÍBAMOS AL GIMNASIO. NO HABÍA PHOTOSHOP NI ESTE CULTO AL CUERPO»