UNA MUY BUENA OBRA

AMaría Isabel de Braganza se la suele presentar, como a tantas otras mujeres de la historia, como "hija y mujer de". Pero, más allá de sus buenas relaciones, es una figura fundamental en la conservación y difusión del arte en nuestro país. Gracias a ella existe el Museo del Prado, que nació con la ambición de reunir, en una sola pinacoteca real, todas las obras de arte atesoradas durante siglos por la monarquía española.

Durante su brevísima etapa como reina consorte (dos años, desde su matrimonio hasta su muerte mientras daba a luz), apoyó la iniciativa cultural y se convirtió en fundadora de la institución. Como tal la retrató Bernardo López Piquer en este óleo póstumo que forma parte de la colección del museo. Con su mano izquierda, María Isabel señala unos planos del edificio; con la derecha, nos invita a mirar a través de la ventana, por la que se cuela una vista noroeste del proyecto tal y como se inauguró en 1819.

También era académica de honor en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y pintora. Ah, y fue la primogénita del rey Juan VI de Portugal y la segunda mujer de Fernando VII.