EL TRAJE CORRESPONDIENTE
Si eran escritoras o amas de casa, estaban mal de los nervios. Algo se había desatornillado en sus cabecitas. Tenían ramalazos de histeria. Si eran reyes o los médicos del pueblo, sufrían vapores y melancolías que espantaban con una olla podrida los domingos y un par de litros de vino antes de ir a dormir. A lo largo de la historia, la salud mental se ha vestido con eufemismos cuchicheados. Hoy se quita los disfraces.