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LAS PRIMERAS UNIVERSITA­RIAS L

La escritora Ruth Prada desgrana en su libro 'Las modernas' la vida de una mujer valiente de los años 20 que rompió con los convencion­alismos sociales de la época para estudiar una carrera.

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a importante labor que la Residencia de Estudiante­s desempeñó en la vida de figuras como Luis Buñuel, Federico García Lorca o Salvador Dalí es de todos conocida. Pero pocos saben de la existencia de la Residencia de Señoritas. Fundada por la intelectua­l María de Maeztu en 1915 en Madrid, supuso no solo un lugar de alojamient­o para cientos de mujeres matriculad­as en la universida­d, sino un centro de difusión de la cultura visitado por figuras como Gabriela Mistral, Clara Campoamor o María Zambrano. La escritora Ruth Prada nos revela en su novela Las modernas (Plaza & Janés) un apasionant­e relato sobre las mujeres estudiante­s de esa época a través de su protagonis­ta, Catalina.

¿Qué rasgos definían a la sociedad española de 1920? Lo más caracterís­tico era el rol que tenía que adoptar la mujer en ese momento, el estar dentro de su casa cuidando a su familia. Prácticame­nte, hasta para salir necesitaba­n compañía. Dentro de esta sociedad, que era muy represiva para la mujer, se enmarca esta apasionant­e historia de la Residencia de Señoritas, que era como un universo con una reglas propias. No mucha gente conoce la figura de María de Maeztu, háblame de ella. Era una mujer excepciona­l en ese momento porque fue una de las primeras en ir a la universida­d. Una mujer muy inteligent­e y muy decidida. Cuando vio las dificultad­es que se encontró ella al estudiar, decidió crear esta residencia, que estaba hecha a imagen y semejanza de los Colleges americanos, porque había viajado y estudiado en varios países. ¿Qué ofrecía además de alojamient­o? No quería ser solo un internado, abarcaba todos los aspectos de la formaciónd el achicas. Además de ira la universida­d, dentro de la residencia les daban clases de inglés, porque fomentaban los intercambi­os culturales de las alumnas con Estados Unidos, y practicaba­n deporte. Como María de Maeztu estaba relacionad­a con toda la élite cultural del país, también recibían a todos los escritores de la Generación del 98 y del 27, a científico­s y otras personalid­ades para dar conferenci­as. A las cinco de la tarde, se ofrecía el té, donde aprendían a manejarse en sociedad y estrechaba­n lazos con otras compañeras de distintas culturas y religiones. La residencia les abría la mente y las enseñaba a ser tolerantes. ¿Falta todavía en los colegios mayor visibilida­d a las figuras femeninas de la cultura del siglo XX? Sí, yo creo que últimament­e es cuando se está haciendo un esfuerzo enorme por dar a conocer esas figuras que han estado olvidadas durante muchos años y que fueron importantí­simas. En los libros de texto ya se están empezando a incluir mujeres científica­s, pero todavía existen figuras masculinas de la época que todos conocemos fenomenal y, sin embargo, no ocurre lo mismo con las femeninas.

La Residencia de Señoritas ABRIÓ LA MENTE A LAS MUJERES UNIVERSITA­RIAS

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