NO QUERRÁS QUE SE ACABE
Hay lugares que no necesitan una propuesta artificial para hacerlos mágicos. Es el caso de islas como Menorca o Tenerife. Sin embargo, cuando surgen esos espacios que permiten que la sencillez del campo se cuele en cada uno de sus rincones, dejarse llevar en sus estancias, descansar en su piscina o disfrutar con su gastronomía es casi una obligación.
En la imagen, uno de los espacios del Hotel Can Faustino (Ciutadella de Menorca). El lujo de este palacio del siglo XVI se refleja en las experiencias que ofrecen el Country Club, los eventos privados o los paseos en barco.