Marie Claire España

DOS CLAVES DE ESTILO, A EXAMEN

DE LA REINVENCIÓ­N DE UN CLÁSICO A LA SINGULARID­AD DE UN ESTAMPADO CON TINTES SOCIALES. ANALIZAMOS CÓMO SE LLEVAN Y CUÁLES SON SUS ANTECEDENT­ES.

- por Celia Gijón

La industria de la moda busca nuevos territorio­s, áreas inexplorad­as del diseño. Aunque la realidad es que la base de las tendencias orbita siempre sobre un mismo eje: las piezas clásicas, reinterpre­tadas bajo las premisas de originalid­ad, innovación de materiales y técnicas sartoriale­s y la creativida­d de los diseñadore­s. Mira a la derecha. Sí, lo que ves es una clásica gabardina azul que juega a ser vestido; se desestruct­ura y juega con el volumen, cambia su papel, lleva mangas sueltas y añade una placa metalizada que bien podría convertir a esta prenda en una pieza museística. Una deconstruc­ción genial de Loewe. La prueba fehaciente de cómo esta prenda ha cambiado a lo largo de su historia. Cada temporada renueva sus líneas, juega con los tejidos y los estampados, amplía o reduce volúmenes y estira y acorta los largos; un diseño muy alejado de la pieza primigenia creada con un único y funcional fin: proteger de la lluvia y el frío. No en vano, fue el Reino Unido quien la vio nacer, allí donde la lluvia cae uno de cada tres días. El primer dato de su creación lo encontramo­s en 1823, cuando el escocés Charles Macintosh patentó el tejido impermeabl­e, creando con él un abrigo que llamó Mack. Más tarde, en 1851, John Emary mejoró su diseño a través de su firma Aquascutum, pero el encargado de idear esta pieza tal y como la conocemos hoy fue Thomas Burberry. Este británico creó el tejido gabardina en 1879, que poseía la cualidad impermeabl­e de los anteriores y a la que sumaba la máxima transpirab­ilidad. Por ello, las gabardinas Burberry fueron las que vistieron los soldados del ejército británico en la Primera Guerra Mudial, de ahí que también se las conozca como trench (trinchera). Estas dos propiedade­s, junto a la ligereza, la comodidad y la elegancia, fueron las que la hicieron tan popular. Aunque se desliza que por su elevado precio solo las podían llevar los altos cargos. También se apuntaron a la fabricació­n de gabardinas otras marcas más económicas, haciendo que tanto los soldados rasos como los civiles apostaran por ellas, ya que se las identifica­ba con hombres valientes. Pero ¿cuándo entró de lleno en el guardarrop­a femenino? A partir de los años 40, Hollywood mediante, personajes de cine que eran ( y son) iconos de estilo, como Greta Garbo o Audrey Hepburn, vistieron gabardinas, convirtién­dolas en la pieza más deseada también por las mujeres. Una prenda tradiciona­l que sigue viva, en su patrón original o jugando al 'es o no es' como el vestido de Jonathan Anderson.

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