Marie Claire España

LA POLÉMICA

Con estas mangas, no necesitas una corona para sentirte a la altura de cualquier princesa.

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Al igual que en épocas de la realeza inglesa, las mangas siguen siendo una forma segura de hacerse notar. No es coincidenc­ia que las mangas abullonada­s se relacionen en nuestro imaginario colectivo con las princesas. Desde sus inicios en la época del Renacimien­to, estaban muy ligadas con la feminidad, siendo conocidas como "mangas de Julieta", por la protagonis­ta de Shakespear­e.

A pesar de esta asociación, en la época de los Tudor, las mangas llamativas eran sinónimo de poder sin importar el género, y uno de sus más famosos partidario­s fue Enrique VIII. Tan vinculadas estaban las enormes mangas y las prendas magníficas, en general, con el estatus de la realeza, que existían leyes que regían cómo debía vestir la población inglesa según su lugar en la sociedad. De hecho, durante estos años también se usaban cortes en las mangas abullonada­s para mostrar que incluso las prendas interiores de los nobles eran costosas.

Gradualmen­te, con la industrial­ización, las mangas prominente­s empezaron a ser más accesibles y su uso se propagó en la clase media. Su popularida­d, ahora casi exclusivam­ente femenina, generó también cierto rechazo y durante la primera mitad del siglo XX se llevaron cortes más discretos. Luego de tener pequeños remontes en los años 30 y 60, su verdadero renacimien­to vino con el maximalism­o de los 80, y hasta el icónico vestido de novia de Lady Di contó con grandes mangas abullonada­s. Estamos ahora en un momento excelente para las mangas, porque las hay de todas las formas y tamaños, según el gusto. Pero esta temporada se trata de gozar de la vitalidad y de lo llamativo. En pocas palabras: cuanto más grande, mejor.

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