"Nunca he sido mujer de complejos"
No le importa lo que piensen de ella, y muchos menos van a callar su voz. Así es "MariMar", política que ama a su familia, cocinar y el mar. Carmen Castell nos descubre a esta mujer segura de sí misma.
María del Mar Blanco Garrido. Ermua, 1974. Mujer, madre y hermana Valiente, con uve mayúscula. Ha sido diputada en las Cortes Generales, y en los Parlamentos vasco y madrileño. Presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo. "MariMar" se hace cercana y la sientes hermana desde el instante en que la conoces. Tiene la mirada más limpia que he visto en mi vida. Hay todo un mar detrás de esos ojos. Tan llorados, para hacerse fuerte. Y lo es. Hemos quedado para tomar una sidra vasca (matiza) en Zerain (asador tradicional en pleno barrio de las letras). Dice que Madrid la acogió hace 23 años y, aunque sus hijas son madrileñas, no renuncia a sus orígenes. ¿Por qué te viniste a Madrid? Me vine a Madrid en busca de libertad. Esa que a mi familia nos fue arrebatada por el terrorismo. No poder hacer vida normal sin llevar escolta es duro. Mi madre me decía, mientras paseábamos por la calle ante los insultos y sonrisas de la gente, que ya había perdido a un hijo y no quería perder a otro. Yo nunca bajé la cabeza ante aquellos gestos por eso ella me animó a salir de allí. ¿Este asador es como volver un poco allí, ¿no? ¿Cocinas en casa? Me encanta cocinar, el guiso tradicional, el de la olla de toda la vida. No soy de menú rápido, cocino como las abuelas, a fuego lento. Disfruto y me sale rico. Podías haber sido cocinera pero te metiste en los fogones de la política. ¿Por vocación? Absolutamente. Decidí participar en la política vasca porque le prometí a mi hermano que continuaría su legado. Lo admiraba. Acabaron con su voz pero no con la mía. Si una hija te dijera que quiere dedicarse a este honorable oficio, ¿qué le dirías? Que es muy duro. Aunque la gente piense que los políticos vivimos muy bien, es todo lo contrario. Es una vida muy sacrificada. Y solo hay una manera de entenderla que es con esfuerzo y entrega total. Si fuera la vocación de cualquiera de mis hijas no me importaría, pero les diría que esto hay que tomarlo muy en serio, como algo vocacional al completo servicio de los ciudadanos. ¿Qué planes te gusta hacer con ellas? Hablamos mucho. Ahora de mayores es más difícil hacer planes. De pequeñas las llevaba mucho al cine, y ese plan lo seguimos haciendo. Nos gusta el cine, las compras, y pararnos a merendar en una cafetería para que me cuenten cosas. Las buenas costumbres no hay que perderlas. ¿Mar o montaña? Mar, ¡obviamente! (risas). Lo que más me relaja del mundo es el sonido del mar. Soy feliz en biquini, pareo y chanclas. Al fondo, el sonido del mar. No necesito más. Eres de biquini, entonces… Sí, no he sido mujer de complejos. No tengo un cuerpo perfecto pero eso no me impide ponerme lo que me hace sentir bien. Quizás nunca me pondría un vestido ajustado de licra, pero lo importante es encontrarte bien sin preocuparte de lo que puedan pensar otros. Eso demuestra que eres una mujer segura de ti misma. ¿Qué legado quieres dejar las siguientes generaciones? Haber contribuido a mejorar las cosas. Pero sobre todo que la gente me recuerde como una buena persona y mujer trabajadora. A mis hijas, que actúen en la vida con la cabeza alta. Que hagan las cosas con dignidad. Eso es lo mas importante.
«LA POLÍTICA ES ALGO VOCACIONAL AL SERVICIO DE LA GENTE