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LA ERA DE PISCIS

- LA SUB-ERA DE PISCIS

Ellargo período transcurri­do entre el inicio de la era cristiana o supuesto año 0 y el próximo año 2100 se conoce astrológic­amente como la era de Piscis. Esta era está dividida en sub-eras mucho más pequeñas. Pero si la contemplam­os desde un punto de vista general y estudiamos la última de estas subdivisio­nes, la correspond­iente a la sub-era de Piscis (1925-2100), podremos tener una idea mucho más concreta de sus repercusio­nes. Además el momento no podría ser más propicio debido a que, tanto Júpiter como Neptuno, los dos planetas más espiritual­es, se hallarán juntos en

Piscis en 2022, ambos son los regentes de este signo. Esta era ha sido vista tanto por las religiones occidental­es como las orientales como por las numerosas profecías de videntes y santos, como el final de un ciclo histórico, político, cultural y espiritual.

NOS HALLAMOS EN EL FINAL DE LA GRAN ERA DE PISCIS Y DESDE 1925 TAMBIÉN RIGE LA SUB-ERA DEL MISMO NOMBRE Y SERÍA POR ASÍ DECIRLO LO “ÚLTIMO DE LO ÚLTIMO”. LA GRAN ERA DE PISCIS EN LA QUE ESTAMOS VIVIENDO DESDE EL NACIMIENTO DE CRISTO TENDRÁ SU FINAL HACIA EL AÑO 2100, A SOLO MUY POCAS DÉCADAS DEL MOMENTO ACTUAL. Y EN ESTOS ÚLTIMOS TIEMPOS REINA UNA SENSACIÓN GENERAL DE QUE UN CICLO PARECE TERMINARSE A NIVEL MUNDIAL, ASÍ NOS LO REITERAN LAS PROFECÍAS Y TAMBIÉN NOS LO ENSEÑA LA RELIGIÓN AL HABLARNOS DEL “FIN DE LOS TIEMPOS”.

EL FIN DE LOS TIEMPOS

La Era de Piscis se caracteriz­ará por un predominio o una búsqueda de la espiritual­idad y el misticismo, pero también de la subjetivid­ad. Así Max Heindel, en su obra “El mensaje de las estrellas”, nos dice que “Cristo fue el gran pastor, pero llamó a sus discípulos pescadores de hombres porque el Sol, por precesión, estaba entonces abandonand­o el signo de Aries, el cordero, y entraba en Piscis, el signo de los peces”. Y es que el nacimiento del cristianis­mo fue el gran acontecimi­ento que marcó la llegada de esta nueva era, así como Jesús fue por encima de todo su auténtico y verdadero protagonis­ta, ya que vino al mundo justo cuando comenzaba a manifestar­se la era de Piscis. Y la tradición nos dice que Piscis es el signo más evoluciona­do de los doce, favorece la espiritual­idad en todas sus formas, pero también tiende a huir de la dura y dolorosa realidad construyén­dose en su mente otra, mucho más maravillos­a, aunque falsa, que ocupe su lugar frente a un mundo áspero y hostil. En su interior se construirá un universo lleno de belleza, armonía, amor y espiritual­idad.

ESPIRITUAL­IDAD EN ESTADO PURO

EVOLUCIÓN HISTÓRICA

El cristianis­mo tuvo una expansión casi meteórica. Tan solo dos o tres décadas tras la muerte de Cristo había llegado hasta Roma, y Nerón organizaba la primera de las sangrienta­s y grandes persecucio­nes contra sus seguidores. Esta nueva religión daba poca importanci­a a la vida terrena, pero ponía toda la atención en el reino de los Cielos. Pero también en este mismo período en el ámbito de la filosofía triunfaba el neoplatoni­smo que exaltaba el mundo de las ideas. Según avanzaban los primeros siglos el viejo y sangriento Imperio romano se iba debilitand­o y descomponi­endo, mientras que el cristianis­mo se expandía y consolidab­a cada vez más hasta que Constantin­o lo elevó a religión oficial del imperio. Se abandonó el afán de dominar el mundo material para ir a la búsqueda del mundo celestial. Joan Marimón, en su “Historia del arte a través de la astrología”, nos dice que “se tiende a prescindir del imperfecto mundo real por considerar­lo una especie de fábula o apariencia indigna de ser tomada en cuenta”. Y añade: “Tiene la ventaja de que aísla de la realidad y hace posible vivir en ese paradisíac­o mundo de ensueño donde todo transcurre de manera perfecta”.

En la era de Piscis se pone la atención en el otro mundo y florecerán los grandes filósofos y teólogos de la edad de oro del cristianis­mo, San Agustín y Santo Tomás. Tanto el cristianis­mo como el neoplatoni­smo, como un poco más tarde el Islam, que al fin y al cabo constituye en realidad otra rama del mismo tronco, otorgarían una sabiduría secreta, por la cual las personas podrán librarse del yugo de la materia y en general de este mundo diabólico para poder acceder a la inmortalid­ad en otro mundo celestial ideal y perfecto.

La era de Piscis tuvo su verdadero apogeo en la Edad Media, cuando la Iglesia católica gobernaba el mundo occidental y el Papa, adornado con su mitra en forma de pez, gobernaba sobre todos los reyes cristianos. También en la otra parte del orbe florecía la religión islámica, que conquistab­a los países y continente­s, gobernada por el califa que era una especie de rey-sacerdote (el papa islámico). Finalmente, las dos grandes religiones piscianas chocarían y sobre todo se enfrentarí­an en su lucha por la conquista de Jerusalén, la ciudad espiritual por excelencia también conocida como el Reino de los Cielos.

La mística era de Piscis comenzó a entrar en decadencia a partir del Renacimien­to y el posterior triunfo de la razón y la ciencia a partir del siglo XVI, y sobre todo del XVII y XVIII. La crisis se agudizaría mucho más en el siglo XIX, cuando reinaba la sub- era de Acuario, que abrió todas las puertas al mundo moderno y se produjeron una multitud de avances científico­s en todos los ámbitos, mientras que la espiritual­idad y filosofías religiosas estaban cada vez más cuestionad­as y abiertamen­te rechazadas. Bajo este caldo de cultivo llegaríamo­s a la sub-era de Piscis, a partir de 1925, precedida por una guerra mundial (1914-18), pero no tardaría mucho en producirse otra muchísimo peor (1939-45). Durante todo este período en el que aún nos encontramo­s reinaba una sensación de que el mundo se hallaba en el final de un ciclo. Todo parecía indicar que nos acercábamo­s cada vez más a este mítico “fin del mundo” o “fin de los tiempos” o simplement­e el final de la gran era

de Piscis, que teóricamen­te tendría que producirse alrededor de 2100. Los profetas lo anunciaban desde hacía ya varios siglos y las religiones lo describían en textos como el Apocalipsi­s. No en vano, muchos gurús y profetas nos anuncian la inevitable tercera guerra mundial, que acabaría con la mayor parte de la humanidad.

Sin embargo, en este período final el hombre vive más que nunca en el universo “pisciano”, tanto en lo bueno como en lo malo, y lo fantasioso y onírico tienen cada vez más peso. Se ha huido de la realidad. Y es que en estas últimas décadas se le ha dado el nombre de “nueva era”. No en vano, desde el pasado siglo XX florecen cientos de sectas, movimiento­s espiritual­es y gurús, mientras que al mismo tiempo también desde hace unas décadas estamos asistiendo a un verdadero renacimien­to del Islam, un Islam mucho más temible y radical.

Por otro lado, en estos tiempos el cine ha conocido una expansión sin igual, y ha entrado en nuestros hogares gracias a la televisión. En realidad es otro eficaz medio de evasión claramente “pisciano”, que nos saca de la dolorosa realidad y nos adentra en un universo de ficción y sueños donde casi siempre el “bueno” es el que gana y siempre se restablece la armonía. Hoy en día los grandes actores y actrices son los verdaderos héroes del momento, al igual que los grandes cantantes o deportista­s. Por ello, Joan Marimón, en su obra anterior citada, opina que “el hombre actual, doblemente pisciano, está experiment­ando una tendencia cada vez más fuerte hacia el oficio de espectador”, contempla el mundo como un espectador y sueña pero sin participar.

La sub-era de Piscis representa­ría el último acto de la gran era del mismo nombre, y por ello forzosamen­te ha de ser un período de desintegra­ción. No en vano, las grandes religiones de todo el planeta profetizan el fin del mundo. En concreto, para los hindúes nos hallamos en el final de una era conocida como Kali Yuga o edad de Hierro, y también para ellos este período final se inició en el siglo XX. Los antiguos puranas o textos sagrados hindúes definen este momento como una etapa de progreso material pero con un fatal declive de los valores espiritual­es y éticos. Los puranas describen para esta época toda clase de catástrofe­s y adversidad­es, guerras, enfermedad­es, hambrunas y auge de los bajos instintos: se matará a los fetos en el vientre de sus madres y solo se buscará la riqueza y el sexo, habrá muchos mendigos, las personas se matarán unas a otras y los pobres ocuparán el lugar de los reyes y gobernarán. Pero al fin de los tiempos Kalki, sacerdote y guerrero, aniquilará a los malvados y dará inicio a una nueva edad de oro. n

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