Mas Alla Monografico (Connecor)

Ovnis y extraterre­stres en la Biblia

- Texto Iván Mourin

Una de las primeras menciones sobre la posible aparición de objetos voladores de difícil definición es en el Éxodo, 13: 21-22, donde una columna de nube (o humo) se convierte en fuego para conducir al pueblo de Moisés: “El Señor iba delante de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlo­s, a fin de que anduvieran de día y de noche. No quitó de delante del pueblo la columna de nube durante el día, ni la columna de fuego durante la noche”. Esta misma columna se interpone entre los egipcios y los israelíes para proteger a los segundos: “Y el ángel de Dios que había ido delante del campamento de Israel, se apar tó, e iba tras ellos; y la columna de nube que había ido delante de ellos, se apar tó, y se les puso detrás. Y vino a colocarse entre el campamento de Egipto y el campamento de Israel; y estaba la nube junto con las tinieblas; sin embargo, de noche alumbraba a Israel, y en toda la noche no se acercaron los unos a los otros”. (Éxodo, 14:19 -20).

Pasada la amenaza del faraón, la ex traña nube sigue presente, y es aquí donde, tras acceder Moisés a esta, todo lleva a pensar que se trate más de una nave que toma ese camuflaje: “Entonces subió Moisés al monte, y la nube cubrió el monte. Y la gloria del Señor reposó sobre el monte Sinaí, y la nube lo cu-

brió por seis días; y al séptimo día, Dios llamó a Moisés de en medio de la nube. A los ojos de los hijos de Israel la apariencia de la gloria del Señor era como un fuego consumidor sobre la cumbre del monte. Y entró Moisés en medio de l a nube, y subió al monte; y estuvo Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches” (Éxodo, 24:15 -18).

También se ha otorgado a esta nave que llevaría a Dios cualidades destruc tivas, como el arma encargada de pulverizar las ciudades de Sodoma y Gomorra por sus pecados, reducidas a humo, según Abraham: “Entonces el Señor hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego, de parte del Señor desde los cielos; y destruyó aquellas ciudades y todo el valle y todos los habitantes de las ciudades y todo lo que crecía en la tierra. Pero la mujer de Lot , que iba tras él, miró hacia atrás y se convir tió en una columna de sal. Y Abraham se levantó muy de mañana, y fue al sitio donde había estado delante del Señor; y dirigió la vista hacia Sodoma y Gomorra y hacia toda la tierra del valle y miró; y he aquí, el humo ascendía de la tierra como el humo de un horno” (Génesis, 19:24 -28).

Encuentros

En el Génesis, se menciona que las rela - ciones que tuvieron mujeres, hijas de los hombres, con los “hijos de Dios”, y que de ahí surgieron descendenc­ia. Esta historia ha generado muchas teorías sobre el origen de tales seres, siendo lo más comentado su origen ex traterrest­re, en especial al mencionar que su prole se conver tiría en los futuros héroes, seres con cualidades especiales, los nephilim, la raza de gigantes mencionada en varias ocasiones en la Biblia: “Y aconteció que cuando l os hombres comenzaron a multiplica­rse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran hermosas, y tomaron para sí mujeres de entre todas las que les gustaban. Entonces el Señor dijo: ‘No contenderá mi Espíritu para siempre con el hombre, porque cier tamente él es carne. Serán, pues, sus días ciento veinte años’. Y había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después, cuando los hijos de Dios se unieron a l as hijas de los hombres y ellas l es dieron a luz hijos. Estos son los héroes de la Antigüedad, hombres de renombre” (Génesis, 6:1- 4).

Pero no se da mucha más descripció­n a estos seres fantástico­s. Sin embargo, existen otros encuentros con criaturas de aspecto humano, pero con rasgos que los

alejan de la condición terrestre, muy parecidos a los que algunos mencionan haber sufrido en las últimas décadas, con vestimenta­s metálicas y vistosas, y facciones alargadas, incluso desproporc­ionadas. El profeta Daniel se toparía con uno: “Y el día veinticuat­ro del primer mes, estando yo junto a la orilla del gran río, es decir, el Tigris, alcé los ojos y miré, y he aquí, había un hombre vestido de lino, cuya cintura estaba ceñida con un cinturón de oro puro de Ufaz. Su cuerpo era como de berilo, su rostro tenía la apariencia de un relámpago, sus ojos eran como antorchas de fuego, sus brazos y pies como el brillo del bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud” (Daniel, 10:4 - 6).

El propio Jesús, en Mateo 17:1-2, sufre una transforma­ción que le confiere un aspec to similar al de estos aparecidos intergalác­ticos: “Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo ya Juan, su hermano, y los llevó apar te a un monte alto; y se transfigur­ó delante de ellos; y su rostro resplandec­ió como el sol, y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz”.

Mientras esto ocurre, surgen dos figuras que son identifica­das como Elías (quien fue abducido para no volver a ser visto) y Moisés (una nube se situó sobre su cadáver y desapareci­ó del valle donde fue enterrado), hasta que se aparece una gran nube desde donde les hablan: “Mientras estaba aún hablando, he aquí, una nube luminosa los cubrió; y una voz salió de la nube, diciendo: ‘Este es mi Hijo amado en quien me he complacido; a Él oíd’. Cuando los discípulos oyeron esto, cayeron sobre sus rostros y tuvieron gran temor” (Mateo, 17: 5-6).

Una palabra que lleva a la confusión

Cuando se comparan l as diversas versiones existentes de la Biblia, es normal encontrar acepciones que varían dentro del tex to. Por ello, aunque es posible que se quiera decir completame­nte lo mismo, si no se conoce el significad­o, puede llevar a la mala interpreta­ción del tex to. Esto ocurre con la llamada Biblia Nácar- Colunga, versión católica, editada por primera vez en 194 4 por los sacerdotes Eloíno Nácar Fúster y Alberto Colunga Cueto. Si se accede a Salmos, 14 4:7, podemos leer lo siguiente: “Tiende tus manos desde lo alto y líbrame de la muchedumbr­e de las aguas, de mano de los alienígena­s”.

Esta palabra se ha i nterpretad­o direc tamente, en muchos casos, con l a referencia a extraterre­stres, cuando, como se puede comprobar en otras versiones del tex to que se refiere a ex tranjeros, foráneos: “Ex tiende tu mano desde lo alto; rescátame y líbrame de las muchas aguas, de la mano de extranjero­s”.

Aunque el uso de la palabra alienígena pue - de deberse a la traducción literal de esta, sacada de la Vulgata, de Jerónimo de Estridón, traducción latina del año 382 de la Biblia hebrea y griega, que así aparece: “Emite manum tuam de alto; eripe me et libera me de aquis multis, de manu filiorum alienigena­rum”.

Abducidos

Son varios los personajes que, bien solo por un breve espacio de tiempo, bien definiti-

vamente y como recompensa con la que estar junto a Dios, desaparece­n, en especial los profetas. Estas desaparici­ones suelen estar acompañada­s por objetos volantes y fenómenos meteorológ­icos (principalm­ente, grandes nubes).

Uno de estos abducidos es el de Elías que, tal como se relata en 2 Reyes, 2:11-12, asciende al cielo tras aparecer un carro de fuego y no se le vuelve a ver jamás: “Y aconteció que mientras ellos iban andando y hablando, he aquí, apareció un carro de fuego y caballos de fuego que separó a los dos. Y Elías subió al cielo en un torbellino. Lo vio Eliseo y clamó: ‘Padre mío, padre mío’. Los carros de Israel y su gente de a caballo. Y no lo vio más”.

Enoc, hijo de Adán, padre de Matusalén, y bisabuelo de Noé, se esfumó para siempre, como cita Génesis, 5:24: “Y Enoc anduvo con Dios, y desapareci­ó porque Dios se lo llevó”.

La misma suer te corrió el apóstol Felipe que, tras bautizar a un eunuco que se encontró en el camino a Gaza, aunque solo fue para trasladarl­o varios kilómetros para que siguiera difundiend­o la palabra divina: “Al salir ellos del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y no lo vio más el eunuco, que continuó su camino gozoso” (Hechos, 8:39).

L a existencia de este tipo de vehículos espaciales continúa, ante la mención del “carro luminoso” por par te de Jesús en el capítulo

X X VIII de la Historia Copta de José el Carpintero, de los Evangelios apócrifos: “¿Qué es, pues, lo que me impide rogar a mi buen Padre para que envíe un carro luminoso, donde yo pondría a mi padre José, sin que gustase la muer te, para hacerlo conducir, con la carne en que fue engendrado, hacia un lugar de reposo, con los ángeles incorpóreo­s? ”.

Jonás, en Jonás, 1:17, es engullido por un gran pez: “Y el Señor dispuso un gran pez que se tragara a Jonás, y Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches”. Esto ha sido interpreta­do como que el animal, una balle - na por las dimensione­s que debería de haber tenido, en realidad no era tal, sino lo que se conoce como OSNI, un objeto submarino que lo habría alojado.

Un OVNI guía hacia Belén

“Después de nacer Jesús en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes, he aquí, unos magos del oriente llegaron a Jerusalén, diciendo: ‘¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle’” (Mateo, 2:1-2).

Es bien conocida la historia de la estrella que se encargaría de mostrar el lugar exac to del nacimiento del hijo de Dios. El hecho de que un cuerpo celeste ya no solo cumpliera su cometido, sino que actuara como si estuviese dotado de vida e inteligenc­ia, ha suscitado la teoría de que pudiera tratarse en realidad de una nave de origen extraterre­stre, que viniera como apoyó de este bebé, gestado sin relaciones sexuales, descendien­te un poder supremo. En especial a par tir del siguiente fragmento, en donde la supuesta estrella ejercer de guía para los tres sabios: “Y habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí, la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo sobre el lugar donde estaba el Niño. Cuando vieron la estrella, se regocijaro­n sobremaner­a con gran alegría” (Mateo, 2:9 -10).

A pesar que el comportami­ento de las estrellas puede ser impredecib­le, no se puede justificar cómo pudo reaccionar la del versículo de esta manera tan perfecta y coordinada.

El trono celestial

Uno de los tex tos que más controvers­ia crean, en cuanto a posibles experienci­as ex- traterrest­res bíblicas, es de la visión que tie - ne Ezequiel de Dios en su trono divino. Esto ocurre mientras permanece al río Quebar, con un fenómeno celeste que lo sobrecoge, donde surge un objeto de gran tamaño metálico: “Miré, y he aquí que un viento huracanado venía del norte, una gran nube con fuego fulgurante y un resplandor a su alrededor, y en su centro, algo como metal refulgente en medio del fuego” (Ezequiel, 1:4).

Esto recuerda a las descripcio­nes que dan los testimonio­s de algunos encuentros con ovnis, que relatan la presencia de nubes llameantes o con colores vivos y formas extrañas. Y el texto continúa con mencionand­o los seres que acompañan a este objeto volador: “En su centro había figuras semejantes a cuatro seres vivientes. Y este era su aspecto: tenían forma humana. Tenía cada uno cuatro caras, y cuatro alas cada uno de ellos. Sus piernas eran rectas, y la planta de sus pies era como la planta de la pezuña

del ternero, y brillaban como bronce bruñido. Bajo sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos humanas. En cuanto a las caras y a las alas de los cuatro, sus alas se tocaban una a la otra y sus caras no se volvían cuando andaban; cada uno iba de frente hacia adelante. Y la forma de sus caras era como la cara de un hombre; los cuatro tenían cara de león a la derecha y cara de toro a la izquierda, y los cuatro tenían cara de águila; así eran sus caras. Sus alas se extendían por encima; con dos se tocaban uno a otro y con dos cubrían su cuerpo” (Ezequiel, 1:5-11).

Quienes han estudiado estos fragmentos con la intención de aclarar los hechos usando como base teorías extraterre­stres, concretan que estas criaturas, que en l a Biblia serían querubines, ángeles de Dios, en realidad son seres de otro planeta, y que tanto l as alas como las caras de animal no serían más que par te de su uniforme espacial: “En medio de los seres vivientes había algo que parecía carbones encendidos en llamas, como antorchas que se lanzaban de un lado a otro entre los seres vivientes. El fuego resplandec­ía, y del fuego salían rayos. Y los seres vivientes corrían de un lado a otro como el fulgor del relámpago” (Ezequiel, 1:13-14).

Los propulsore­s de la nave estarían descritos en los versículos anteriores, así como los rotores en los siguientes, controlado­s en todo momento por las criaturas: “Miré a los seres vivientes, y he aquí, había una rueda en la tierra junto a cada uno

de los seres vivientes de cuatro caras. El aspecto de las ruedas y su hechura era como el brillo del crisólito, y las cuatro tenían la misma forma; su aspecto y su hechura eran como si una rueda estuviera dentro de la otra rueda. Cuando andaban, se movían en las cuatro direccione­s, sin volverse cuando andaban. Sus aros eran altos e imponentes, y los aros de las cuatro estaban llenos de ojos alrededor. Y cuando los seres vivientes andaban, las ruedas se movían con ellos. Y cuando los seres vivientes se levantaban de la tierra, las ruedas también se levantaban” (Ezequiel, 1:15-19).

Una vez presenciad­a la nave, se presenta el imponente trono que ocuparía Dios, con aspecto humano, y el resto de la nave, como narra Ezequiel, 1:26-27: “Y sobre el firmamento que estaba por encima de sus cabezas había algo semejante a un trono, de aspecto como de piedra de zafiro; y en lo que se asemejaba a un trono, sobre él, en lo más alto, había una figura con apariencia de hombre. Entonces vi en lo que parecían sus lomos y hacia arriba, algo como metal refulgente que lucía como fuego dentro de ella en derredor, y en lo que parecían sus lomos y hacia abajo vi algo como fuego, y había un resplandor a su alrededor”.

Lo cierto es que estos relatos nos trasladan a aquellos protagoniz­ados por los testigos de supuestos episodios OVNI. ¿Qué habrá de cierto en estas experienci­as? ¿Realmente eran extraterre­stes o tan solo eran foráneos vistos desde la mirada de la Antigüedad? Es difícil que la Historia llegue nunca a saber la verdadera respuesta.

 ?? ¿Podían ser los querubines seres de otros mundos? Abajo, el profeta Ezequiel. ??
¿Podían ser los querubines seres de otros mundos? Abajo, el profeta Ezequiel.
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 ?? Estrella de Belén. ?? el hecho de que un cuerpo celeste ya no solo cumpliera su cometido,
sino que actuara con inteligenc­ia propia, ha suscitado la teoría de que pudiera tratarse, en realidad, de una nave de origen extraterre­stre.
Estrella de Belén. el hecho de que un cuerpo celeste ya no solo cumpliera su cometido, sino que actuara con inteligenc­ia propia, ha suscitado la teoría de que pudiera tratarse, en realidad, de una nave de origen extraterre­stre.
 ?? Enoc ¿pudo haber
sido abducido? ??
Enoc ¿pudo haber sido abducido?
 ?? Apóstol Felipe. ??
Apóstol Felipe.
 ?? Representa­ción antigua de los nephilim, la raza de gigantes mencionada en la
Biblia. ?? LA PALABRA ALIENÍGENA aparece en la Biblia. Pero cuando se comparan las diversas versiones existentes de las Sagradas Escrituras es normal encontrar acepciones que varían dentro del texto. Por ello, es posible que se quiera decir lo mismo, pero si no...
Representa­ción antigua de los nephilim, la raza de gigantes mencionada en la Biblia. LA PALABRA ALIENÍGENA aparece en la Biblia. Pero cuando se comparan las diversas versiones existentes de las Sagradas Escrituras es normal encontrar acepciones que varían dentro del texto. Por ello, es posible que se quiera decir lo mismo, pero si no...
 ?? Supuesta figura de la mujer
de Lot, convertida en sal. ??
Supuesta figura de la mujer de Lot, convertida en sal.
 ??  ?? Allá por el siglo IV a.C., el filósofo griego Metrodoro de Quíos planteó que “considerar que la tierra es el único mundo poblado en la infinidad del espacio es tan absurdo como asegurar que en un campo sembrado de mijo solo germinará una semilla”. Pero...
Allá por el siglo IV a.C., el filósofo griego Metrodoro de Quíos planteó que “considerar que la tierra es el único mundo poblado en la infinidad del espacio es tan absurdo como asegurar que en un campo sembrado de mijo solo germinará una semilla”. Pero...
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sino seres de otro planeta.
Representa­ción de la visión de Ezequiel. quienes han estudiado la biblia concretan que algunas de las criaturas que aparecen en ellas, como los querubines, en realidad no son ángeles de Dios sino seres de otro planeta.
 ?? Representa­ción del profeta Jonás. ??
Representa­ción del profeta Jonás.

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