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Muertes violentas y misteriosa­s de los papas

- texto Iván Mourin

Asesinatos, torturas, misteriosa­s muertes… Larga es la lista de papas, desde los primeros que ostentaron estos cargos, que han perecido de manera violenta o misteriosa, ya fuese por ENVIDIAS, VENGANZAS O USURPACIÓN DE PODER. En ocasiones escondiénd­ose, tras lo que se suponía un fallecimie­nto natural, múltiples TEORÍAS CONSPIRANO­IDES, como en el caso de Juan Pablo I, uno de los papas más breves de la Historia.

El primer Papa, sobre el año 30, fue Simón Pedro, discípulo directo de Jesús, y en quién este confiaría para l a creación de su Iglesia. El emperador Nerón Claudio César Augusto Germánico ordenó que fuera martirizad­o en el Circo de la colina vaticana, en donde fue crucificad­o bocabajo, a petición de la propia víc tima. San Jerónimo narró esta muerte en “De Viris Illustribu­s”: “De manos de Nerón, Pedro recibió la corona del martirio, siendo clavado a la cruz, con su cabeza hacia el suelo y sus pies hacia arriba, asegurando que él no era digno de ser crucificad­o del mismo modo que lo había sido su Señor”.

AHOGAMIENT­O Y ESTRANGULA­CIÓN

En el año 101, Clemente de Roma (o San Clemente), tras haber sido desterrado (y obligado a picar piedra en las canteras de mármol) a Quersoneso por el emperador Trajano, junto a otros dos mil cristianos, fue sentenciad­o a ser lanzado al mar con

un ancla al cuello al Mar Negro por negarse a sacrificar a su dios. De este modo, el cuerpo no podría ser recuperado ni honrado.

Aunque se dijo que fue una enfermedad lo que acabó con su vida, l a realidad es que parece ser que Adriano III, que ocupó el trono papal del diecinueve de mayo de 884 a septiembre de 885, fue estrangula­do. Su crueldad pudo ser la causa, ya que, entre otros actos, ordenó extraer los ojos de un alto cargo del palacio Laterano, así como recorrer desnuda a una miembro de la nobleza las calles de Roma mientras era azotada.

Tras vejar al cadáver del papa Formoso, exhumándol­o para practicarl­e un juicio, mutilarlo, quemarlo y arrojarlo al río, el papa Esteban VI, el catorce de agosto de 897, fue estrangula­do después de ser atrapado por el pueblo por tal aberración, dirigidos por l os seguidores de Formoso, y encarcelad­o.

Una suer te similar sufrió, en septiembre de 903, León V, “formosiano”, que, tan solo después de dos meses de ser nombrado Papa, fue enviado a la cárcel por el presbitera­l de San Dámaso, Cristóbal. No se sabe bien si fue este o Sergio III, quien sería el siguiente en tomar el relevo papal, quien mandó estrangula­rlo.

Con mucho cuidado debería de haberse andado Juan X al ofender a Marozia, hija de Teodora la Mayor, que formaba par te de la familia que se encargó de hacerlo acceder al trono. Debido a que ofreció la corona imperial Hugo de Provenza, rival del segundo marido de esta, Guido de Tuscia, se generó una guerra contra el Papa, que tuvo que recurrir a tropas húngaras lideradas por su hermano, Pedro, quien murió ante él asesinado. Preso en el castillo de Sant Angelo, fue asfixiado por el propio Guido con una almohada.

En este mismo lugar fallecía estrangula­do Benedicto VI, en junio de 974, encarcelad­o por los descendien­tes de la hermana de Marozia, Teodora la Joven, al perder la protección del emperador germano Otón I. El autor del crimen, sin utilizar a terceros, fue su sucesor, Bonifacio VII.

DECAPITACI­ÓN

En 1855, durante unas obras en la vía Nomentana, se encontraro­n los cadáveres de tres hombres a los que les habían cor tado la cabeza sobre el siglo II. Con este hallazgo, se tuvo dudas de si podían per tenecer a dos santos ( San Teódolo y San Evéntolo) y al sex to Papa, Alejandro I, fallecido de este modo en el año 115, en este punto, a las afueras de Roma.

Y, aunque no le cor taron la cabeza en sí, el papa Esteban I, que tomó el cargo el doce de mayo de 254, no tuvo mejor suer te. Durante los enfrentami­entos entre este y el obispo de Car tago, Tascio Cecilio Cipriano, ambos sufrieron la persecució­n del emperador Publio Licinio Valeriano, quien ordenó degollar al primero (murió sobre la silla pontif icia) y decapitar al segundo al no querer postrarse y venerar a los dioses romanos.

Bajo el mandato de Valeriano, el sucesor de Esteban I, Six to II, el seis de agosto del año 258, fue decapitado junto a los diáconos Magnus, Vincentius, Stephanus y Januarius por celebrar una misa en el cementerio de Pretex tato, lo que estaba totalmente prohibido por aquel entonces.

Tras un breve período de calma, l as persecucio­nes a los cristianos regresaron de la mano del emperador Dioclecian­o, el veintiséis de abril del año 304, quien ordenó su decapitaci­ón junto a Claudio, Cirino y Antonino, según el “Liber Pontifical­is”, un recopilato­rio biográfico de los primeros papas.

APALEAMIEN­TO

Calixto I, decimosext­o Papa, desde el año 217 hasta su muerte, en el 222. De origen esclavo, al acceder al papado se mostró indulgente, como al permitir el matrimonio entre esclavos y hombres libres, y eso le provocó enfrentami­entos con el escritor de la Iglesia cristiana primitiva, Hipólito de Roma, y al teólogo Quinto Septimio Florente Tertuliano. Durante una sublevació­n del pueblo, fue bastoneado y lanzado su cadáver al pozo en donde se construyó, posteriorm­ente, la basílica de Santa María, en el barrio de Trastevere, Roma.

Trece años más tarde, el propio Hipólito moriría, junto al papa Ponciano, azotado tras ser enviado a unas minas de sal de Cerdeña por el emperador Maximino el Tracio, que volvió a perseguir a los cristianos. Los cadáveres fueron inhumados en las catacumbas de Calix to I (o San Calix to).

El papa Sabiniano, quien no tenía en alta estima a su predecesor, Gregorio Magno, era detestado por el pueblo, entre otras cosas, por cobrarles por el grano, mientras el anterior Papa lo repar tía de forma altruista. Durante una revuelta popular, fue apresado y asesinado, teniendo que buscar atajos a la hora de transpor tar el cadáver desde San Juan de Letrán a San Pedro, para que tomaran este y lo siguieran castigando tras la muerte.

Conocidos muchos Papas por sus escarceos amorosos, Juan VII, pontífice desde el uno de marzo de 705 hasta el dieciocho de octubre de 707, fue golpeado hasta la muerte por el esposo de la mujer con la que estaba copulando en ese momento.

En la crónica medieval “Annales fuldenses” se relata el asesinato de Juan VIII, quien se había encontrado con varios problemas en el poder, como el cisma de Focio o la invasión del sur de Italia por los sarracenos. Alguien cercano a este Papa l o envenenó el quince de diciembre del año 882, pero como no se moría, lo remataron a golpes de martillo en la cabeza.

La promiscuid­ad de Juan XII fue la que lo llevó a la muerte el catorce de mayo de 964, con veintiocho años. Más dado al sexo que a lo espiritual, se cuenta que una apoplejía,

CONOCIDOS MUCHOS PAPAS por sus escarceos amorosos, Juan VII fue golpeado hasta la muerte por el esposo de la mujer con la que estaba copulando en ese momento.

mientras copulaba, fue l a causa del fallecimie­nto, pero es más probable que fuera a causa de un martillazo en la cabeza (como le ocurrió a Juan VII) del marido de Stefanetta mientras era pillado en pleno coito.

El primer Papa que renunció voluntaria­mente de l a Historia, Celestino V, pudo ser asesinado también de un golpe en la cabeza, según un análisis realizado a su cráneo, que presenta un orificio. Tras la renuncia por enfermedad, falta de conocimien­tos y deseo de regresar a la vida ermitaña, sufrió el acoso de su sucesor, Bonifacio VIII, que l o persiguió hasta poder juzgarlo y en encerrarlo en l a torre del castillo de Fumone, muriendo diez meses más tarde, el diecinueve de mayo del año 1296.

MUERTE POR ENCIERRO

Como otros predecesor­es, Cornelio Melgar, Papa desde el seis de marzo de 251 hasta junio de 253, sufrió la persecució­n del emperador romano, en esta ocasión, Treboiano Galo, quien lo culpó, junto a los cristianos, de ofensa a los dioses de Roma, lo que desencaden­aría un brote de peste que dañó seriamente a la ciudad. Por ello, lo exilió en la prisión de Centumcell­ae, en donde murió al poco.

Martín I, Papa del veintiuno de julio de 649 hasta el año 654, sin embargo, no murió en prisión, pero el maltrato físico que allí sufrió lo llevó a la muerte en cuanto fue exiliado a Crimea. Falleció meses después, el dieciséis de septiembre de 655. El año anterior, el veinte de diciembre de 654, tras ser apresado por orden del emperador Constante II, fue juzgado en el Hipódromo de Constantin­opla por ser considerad­o enemigo del Estado y por herejía, encadenado y encarcelad­o bajo pena de muerte.

ENVENENAMI­ENTO

El uso de venenos estuvo presente en muchos asesinatos, o presuntos, de Papas. Es el caso de Formoso, que falleció el cuatro de abril de 896, a l os ochenta y dos años, por envenenami­ento, a manos, con toda seguridad, del bando de los Spoleto, enemigos de este por prestar apoyo al rey Arnulfo de Carintia.

Preso en el castillo de Sant Angelo, Juan XIV, tras perder l a protección de Otón II al morir, fue envenenado, el veinte de agosto de 984, por el mismo que se había encargado de estrangula­r a Benedicto VI, Bonifacio VII, con lo que este recuperó el título papal.

La leyenda negra que rodea a Silvestre II es, como poco, curiosa. Los altos conocimien­tos del llamado “Papa del Año Mil” hizo que las malas lenguas lo asociaran con la magia. Para empezar, habría obtenido su cargo gracias a un pacto con el Diablo, y recurriría a esta para conocer el devenir a través del orá-

culo cabalístic­o hebreo, con lo que sabría la fecha del día de su muerte (doce de mayo de 1003) y que ocurriría dando misa. Cier to o no, lo que ocurrió es que falleció de forma repentina, dando misa en la basílica romana de la Santa Cruz de Jerusalén. Como otros Papas, perdió el favor del emperador de alemán Otón III al morir este, lo que quedó indefenso para que los Crescencio­s tomaran medidas y poder sustituirl­o por un Papa de su agrado, que sería Juan XVII. Todo apunta a que fue envenenado, en especial por l o que ocurrió en 1684, cuando fue abier ta su tumba, que se encontraba en el atrio de San Juan de Letrán, donde el cuerpo estaba incorrupto, hasta que entró en contacto con el aire. Entonces fue cuando los testigos relataron que los restos despedían un olor balsámico.

En 1942, otros restos fueron exhumados: los de Clemente II, Papa del veinticinc­o de diciembre de 1046 al nueve de octubre de 1047. Los análisis que hicieron en el cadáver dieron positivo en veneno, que fue lo que pudo ocasionarl­e la muerte durante un viaje de regreso a Roma desde Alemania, siendo el responsabl­e su sucesor, Benedicto IX.

El uno de septiembre de 1159, Adriano IV, listo para excomulgar a Federico I de Hohenstauf­en, en Anagni, moría de un infar to que, después, se atribuyó a la ingesta de veneno para impedir que ocurriera.

Aunque también se dijo que los autores de su muerte podían ser de enemigos del Papa que surgieron cuando este profanó la tumba de Víctor IV, arrojando los huesos fuera de la iglesia.

Víctimas del arsénico fueron Alejandro VI y su hijo, Cesare Borgia. El primero murió a l os pocos días, el dieciocho de agosto de 1503. Aunque se explicó que fue todo causa de la malaria, una de las teorías fue que el propio Cesare envenenó la comida de todos los comensales de un banquete realizado en la residencia campestre del cardenal Adriano da Corneto, y que ellos dos la ingirieron por error.

Unos años más tarde, León X, de la familia Médici, sufrió un intento de asesinato fallido con veneno, llevado a cabo en 1517, por par te de los seguidores de Martín Lutero y algunos cardenales de la Iglesia católica, que no veían con buenos ojos la vida de lujos y placeres del nuevo Papa. Al final, León X sucumbió en una nueva tentativa el uno de diciembre de 1521, y que fue dado por el copero papal Bernabé Malaspina.

El suicidio de Clemente XIV, el veintidós de septiembre de 1774, fue la versión dada por la Iglesia del fallecimie­nto de este Papa. Sin embargo, se cree que pudo ser víctima de la ingesta de beleño negro, planta capaz de generar visiones y locura.

Otra muerte que se dio, en principio, a causas naturales, fue la del papa Pío XI, afectado de problemas cardíacos, y que así confirmó el cardenal Carlo Confalonie­ri, que estuvo a su lado los últimos días de su vida, sin separarse del lecho de este. Sin embargo, el hecho de que falleciera el diez de febrero de 1939, desper tó las dudas de que no fuera asesinado. Y es que hizo que prolongara­n lo más posible

EL PRIMER PAPA QUE RENUNCIÓ VOLUNTARIA­MENTE de la Historia, Celestino V, pudo ser asesinado también de un golpe en la cabeza, según apunta un análisis realizado a su cráneo, el cual presenta un orificio.

su vida para que el día que se cumpliera el décimo aniversari­o del Tratado de Letrán, que sería el once de febrero, iba a denunciar, de forma pública, a los regímenes fascitas italia - no y alemán. De ahí que se dijera que el propio Benito Mussolini, cuya amante, Claretta Petacci, era hija del médico Francesco Saverio Petacci, pidiera a este que acabara con su vida, lo que habría hecho inyectándo­le veneno en su dormitorio.

MUERTES MISTERIOSA­S

Pero, si de muertes misteriosa­s debemos hablar, la más conocida es la de Juan Pablo I. Su brevedad en el cargo papal, de tan solo treinta y tres días, no permitió que se pudiera notar los cambios positivos que parecía que quería adoptar para la Iglesia.

El veintiocho de septiembre de 1978, su cadáver fue hallado en su cama, aparenteme­nte, como en el caso anterior, fallecido por infar to (o por una embolia pulmonar), ocultándos­e datos sobre el encuentro del cadáver, y que llevaron a la sospecha.

Estos datos serían como que en realidad no fue en la cama, sino en el escritorio; que la responsabl­e de encontrarl­o fue sor Vicenza, una religiosa que se encargaba de las tareas domésticas, y no el secretario personal del Papa, John Magee, tal y como se dijo en la versión of icial, o que sí se realizó una autopsia al cuerpo de Juan I, cosa que negó el Vaticano porque decían que la familia no lo había permitido. El hecho de que gozara de buena salud, aunque se intentó que se pensara lo contrario, llevó a la teoría del asesinato por envenenami­ento. Sin embargo, este es un misterio que nunca se podrá desvelar, ya que se embalsamó el cuerpo pocas horas después de su muerte con todos los órganos en su interior, lo que impide un análisis de los mismos de forma correta.

MUTILACIÓN

Enfrentars­e a la familia Spoleto, como se ha podido comprobar a lo largo de este ar tículo, no apor taba buenas consecuenc­ias. Esteban VIII, Papa desde el catorce de j ulio de 939 hasta octubre de 942, conspiró contra Alberico II, hijo de Marozia, lo que hizo que acabará en la cárcel, tor turado y mutilado hasta la muerte.

Tras dos asesinatos, el de Benedicto VI y Juan XIV, para obtener el papado, Bonifacio VII fue linchado y mutilado por el pueblo el veinte de julio de 985, arrastrado por las calles de Roma y colgado de la escultura ecuestre de Marco Aurelio.

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San Esteban.
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El martirio de Sixto II.
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Estatua de Celestino V.
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Papa Silvestre II.
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Bonifacio VIII.
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