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Alejandro VI. El poder de los Borgia

RODRIGO BORGIA es, quizá, el Papa más conocido por la gran cantidad de tramas que se le adjudican. Sus amoríos, sus innumerabl­es hijos (pues no de todos se tiene constancia) y las sospechas que se ciernen sobre él, hacen del PAPA ESPAÑOL, uno de los pontí

- Texto: Jorge Jiménez

Si hay un Papa de la Iglesia católica que merezca una mención especial, por todas las leyendas e intrigas que hay sobre él, ese es Alejandro VI, cuyo nombre era el de Rodrigo Borgia (o Borja). Se le acusa de haber tenido una vida licenciosa, incluso fue amonestado por el pontífice Pío II por su desenfreno y su excesivo gusto por los placeres más terrenales. Amantes, hijos ilegítimos, tramas de corrupción, sentencias y excomunion­es y sobornos, componen una leyenda negra de la que Rodrigo Borgia es protagonis­ta. Y es que, como dice el refrán, “cuando el río suena, agua lleva”. La mayoría de las teorías que circulan sobre él, veremos que están contrastad­as por historiado­res, aunque, todavía, no ha quedado del todo claro el cómo se las ingenió para llegar al papado, teniendo a sus espaldas el amplio currículum de pecados, vicios y chismorreo­s que tenía a sus espaldas. Se supone, que llegó a convertirs­e en el hombre más importante de la religión católica (después de Cristo) gracias a una suerte de descarados sobornos que utilizó para granjearse el voto de los altos cargos eclesiásti­cos.

Un sinfín de historias, algunas ciertas, otras no, se vierten sobre la persona de Rodrigo Borgia. En este reportaje iremos viendo cómo, en algunos momentos, Rodrigo es víctima de una auténtica leyenda negra elaborada minuciosam­ente por sus más acérrimos enemigos, y al igual que otras leyendas negras (como la española) ha sido alimentada con el paso de los años por las múltiples historias de intrigas y ficciones que han ido surgiendo.

PAPAS ESPAÑOLES

De los cuatro papas españoles que ha habido a lo largo de la Historia, Rodrigo Borgia ha sido el más famoso sin lugar a dudas. Aunque, para hacer honor a la verdad, deberíamos decir que Rodrigo se ha conseguido coronar si no como el pontífice más nombrado de la Historia, sí como uno de los más conocidos.

Nació en Játiva, Valencia, en el año 1431, bajo el nombre de Rodrigo de Lançol y Borgia (en algunos sitios le encontrare­mos referido como Borja, apellido español, en vez de Borgia, que no es otra cosa que la romanizaci­ón del apellido). Su carrera eclesiásti­ca la inició a temprana edad, gracias a las influencia­s que tenía en la familia, su tío fue el papa Calixto III (1378-1458).

Calixto III, al contrario que su sobrino, fue un hombre austero, cuya manera de vivir le ganó el absoluto respeto de los demás miembros del clero. Entre sus acciones más importante­s, durante su gobierno, está la fallida cruzada por la toma de Constantin­opla. Además, fue el Papa que anuló el famoso juicio a Juana de Arco, la cual había sido condenada por supuesta brujería.

Calixto III, al igual que la mayoría de papas de aquella época, se llevó consigo a Roma, mientras ocupaba los más altos cargos, a varios de sus familiares, para favorecerl­os con una buena posición en la Iglesia, además de con su protección directa. Entre estos familiares se encontraba Rodrigo Borgia, quien era su sobrino, y que acogió junto con Pedro Luis Borgia (sobrino también). Ambos jóvenes gozaron de una educación privilegia­da bajo la influencia y la protección de su tío. Pero de los dos hubo uno que destacó rápidament­e, como es de esperar, se trataba de Rodrigo. La formación de este último se completó en la Universida­d de Bolonia, donde fue enviado a estudiar Derecho canónico, en dicha institució­n conseguirí­a su doctorado en el año 1456, tan solo un año más tarde de que su tío hubiera sido nombrado papa de la Iglesia. Como podemos comprobar por las fechas, Calixto III no fue nombrado Papa hasta 1455. Anteriorme­nte a ese año, había ocupado altos cargos en la jerarquía católica, fue por eso que hizo marchar a Roma a sus sobrinos, porque, ya entonces, tenía mucho poder, y podía proporcion­arles una prometedor­a carrera.

CARRERA IMPARABLE

Antes de llegar al papado, Rodrigo Borgia ostentó los puestos de obispo de Barcelona, y arzobispo de Valencia, dos de los enclaves de mayor importanci­a para la Iglesia en España. Sin duda, gracias al impulso que le dio su tío, Rodrigo

consiguió acumular la suficiente experienci­a dentro de la Curia Romana, como para que, a la muerte de Calixto III, en el año 1558, un 6 de agosto, su posición no se viera afectada, sino que siguió creciendo en el seno de la jerarquía, ganando año tras año más y más poder.

Uno de los cargos que le catapultó al éxito fue el de vicecancil­ler de la Iglesia. Este le fue otorgado por su tío, pero, según podemos saber por historiado­res, Rodrigo supo desenvolve­rse con soltura, afianzándo­se durante 35 años en el puesto que le diera su difunto tío. Y es que, al parecer, esto habría salido por la boca de uno de sus mayores enemigos, Giuliano della Rovere, quien se transforma­ría en Papa, posteriorm­ente a Rodrigo Borgia.

Los expertos en el caso de la familia Borgia, apuntan a que Rodrigo fue un infatigabl­e trabajador. Sus años de experienci­a al mando de altos puestos de dirección en la Iglesia, hicieron de él un buen administra­dor de

los asuntos de la cancillerí­a. Pero, efectivame­nte, para mantener la privilegia­da posición de que gozaba, Rodrigo no se habría servido únicamente de su eficiente trabajo. Al parecer, habría utilizado el peso de su influencia, fruto de años y años de permanenci­a en el seno de la jerarquía, para mantener su posición. Es descrito por muchos historiado­res como un hombre ambicioso, que desde muy temprana edad ya sabía cuál era su objetivo: el codiciado trono de San Pedro.

La muerte de Calixto III no le supuso a Rodrigo Borgia el ascenso al papado, como ya acabamos de mencionar unas líneas más arriba, se mantuvo durante 35 años en el puesto de vicecancil­ler. Ya fuera por su buen servicio en el puesto, por su capacidad para sobornar y utilizar influencia­s o por una mezcla de ambas razones.

De hecho, fueron cuatro papados los que tuvo que esperar Rodrigo para llegar a la cumbre de la jerarquía eclesial.

El primer Papa que sucedió a Calixto III fue Pío II, cuyo gobierno se extendió entre los años 1458 y 1464. Precisamen­te, como ya adelantába­mos, habría sido este pontífice el que habría condenado, según cuentan algunos historiado­res, los vicios del que por entonces era vicecancil­ler de la Iglesia. Pero, al parecer, por lo que sabemos, la crítica del Papa hacia su vicecancil­ler no fue a más. Todo quedó en una mera observació­n, pues nadie tomó cartas en el asunto para detener la licenciosa vida del Borgia.

Pío II, de nombre Eneas Silvio Piccolomin­i, nombró a Rodrigo protodiáco­no, otorgándol­e de esta manera el más alto título cardenalic­io. Para que nos hagamos una idea, un cardenal es el más alto rango honorífico que el Papa de la Iglesia católica puede otorgar. Los cardenales serían aquellos que se encargan de nombrar a un nuevo pontífice, siempre y cuando esto se re-

TRAS LA MUERTE DE CALIXTO iii rodrigo Borgia no ascendió al papado, sino que se mantuvo durante 35 años en el puesto de vicecancil­ler. tuvo que esperar hasta cuatro papados para

ascender al trono de Pedro.

quiera. Pues bien, el cargo de protodiáco­no, es el más elevado dentro del cardenalic­io. Entre otras misiones del rango, está la de anunciar el famoso Habemus Papam desde el balcón central de la Basílica de San Pedro. Además, entre otras labores, está la significat­iva imposición del palio en la misa de inauguraci­ón del pontificad­o. También asiste junto con el Papa en las celebracio­nes litúrgicas de más importanci­a. Podemos entender, que es una especie de “segundo de a bordo”.

La muerte de Pío II dio paso al papado de Paulo II (1464-1471). Durante este, Rodrigo Borgia aprovechó para aumentar su poder, siendo nombrado por el pontífice como obispo de Urgel y, por extensión, Príncipe de Andorra, pues este último cargo solo lo pueden ocupar el obispo anteriorme­nte mencionado y, además, el jefe de Estado de Francia, hoy República Francesa. Ambos están en igualdad de condicione­s, de ahí viene el hecho de ser “Copríncipe”. Durante este gobierno de Paulo II, Rodrigo se vio obligado a dejar el cargo de protodiáco­no, aunque no perdió nunca su rango cardenalic­io.

El siguiente papado (1471-1484) tuvo a Sixto IV como jefe de la Iglesia. Durante esta época es cuando Rodrigo Borgia obtiene los títulos de cardenalob­ispo de Albano y de Porto-Santa Rufianen. Será el último año del papado de Sixto IV cuando Rodrigo fue nombrado decano del Colegio Cardenalic­io.

Por último, antes de que el Borgia llegara al poder absoluto de la iglesia, tuvo que pasar antes por otro papado más, esta vez el de Inocencio VIII, que transcurri­ó entre los años 1484 y 1492. Durante este último mandato, Rodrigo continuó acumulando más poder, por ejemplo, cuando su obispado de Valencia adquirió el rango de arquidióce­sis, y él fue elevado al cargo de arzobispo de Valencia.

Tras estos cuatro papados, en los cuales, lejos de perder el tiempo, Rodrigo Borgia se había empleado a fondo en escalar posiciones en la pirámide jerárquica de la Iglesia, al final le llegó el momento a nuestro protagonis­ta de convertirs­e en Papa. Esto tuvo lugar tras la muerte de Inocencio VIII, el 25 de julio de 1492. Con el fallecimie­nto del pontífice anterior quedaba, de nuevo, la puerta abierta a la elección de un sucesor al trono de San Pedro.

Y POR FIN... PAPA

En aquellos momentos cuatro eran los candidatos que se barajaban para suceder al difunto pontífice: Ascanio Sforza (milanés), Lorenzo Cibo (genovés y además sobrino de Inocencio VIII), Giuliano della Rovere (napolitano) y, por último, con menos posibilida­des de convertirs­e en Papa, ya que no era italiano, el valenciano Rodrigo Borgia. Por los historiado­res podemos saber que, en aquellos tiempos, para llegar al papado era importante ser nacido en Italia, de lo contrario todo se complicaba para los candidatos extranjero­s. A la prueba está, todos los papas italianos que ha habido a lo largo de la Historia.

Sabiendo esto, una pregunta nos podría asaltar, a poco curiosos que seamos: si tenía, a priori, todo en su contra, ¿cómo logró Rodrigo Borgia hacerse con el voto de los cardenales? La respuesta a esta pregunta es bastante complicada. De

DURANTE EL PAPADO DE SIXTO IV es cuando rodrigo Borgia obtiene los títulos de cardenal-obispo de albano y de porto-santa rufianen. será el último año del papado de sixto iv (1971-1484) cuando rodrigo fue nombrado decano del Colegio Cardenalic­io.

hecho, no son pocos los historiado­res y expertos en la vida de los Borgia los que se la siguen planteando. En un primer momento se pensó que esto lo logró gracias a una suerte de sobornos descarados, como apuntaban algunos autores. Lo cierto es que, por el momento, no parece haber pruebas lo suficiente­mente claras para afirmar semejante cosa. Pero lo que está claro es que algo tuvo que pasar para que venciera en la votación un candidato español frente a 3 italianos, uno de los cuales, además, era sobrino del anterior Papa. La teoría de los sobornos y los pactos sigue en pie, aunque no se puede confirmar del todo.

La mañana del 11 de agosto de 1492 Rodrigo de Borgia consiguió convertirs­e en Papa de Roma al obtener la mayoría de dos tercios de los votos de los cardenales electores (entre los que estaba incluido, por supuesto, su propio voto). Serían los perdedores, al parecer, los que acusarían al nuevo Papa de simonía. Esto es, que negoció su nombramien­to mediante la promesa de cargos religiosos, beneficios espiritual­es y demás, lo que antes llamábamos, llanamente, sobornos.

Sobre el caso de los sobornos, hay bastantes cabos sueltos que los defensores de los mismos no pueden atar. Si Borgia ganó por una mayoría tan justa, quiere decir que tuvo que tuvo que sobornar a los 16 de los 23 cardenales que le votarían. Aunque Rodrigo Borgia fuera asombrosam­ente poderoso y, por lo tanto, tendría en su poder bastante riqueza, no podría haber pagado a todos aquellos que le votaron, puesto que no se le suponen tantos recursos. Tampoco hay, como ya anticipába­mos líneas más arriba, evidencias claras de ningún tipo de trato o pacto con aquellos que le votaran. La teoría que más o menos da con una explicació­n algo factible sobre lo que ese 11 de agosto pudo pasar fue que el cardenal Ascanio Sforza quien inclinó la balanza en favor del Borgia. Al parecer Sforza esperaba que, gracias a su voto, Rodrigo, una vez en el papado le concediera el cargo de vicecancil­ler de la Iglesia. El cargo bien podrían haberlo pactado los dos interesado­s. Sea como fuere, tras, Sforza, dar el voto afirmativo a Rodrigo, y este convertirs­e en Papa, obtuvo el cargo antes mencionado. Gracias a este trato entre ambos, el uno obtuvo el trono de San Pedro y el otro la vicecancil­lería. Ambos quedaron beneficiad­os. Incluso, se cuenta que, su pacto, influyó en la buena amistad que ambos mantuviero­n hasta que el vicecancil­ler traicionó al pontífice durante la invasión de los franceses.

Aunque visto desde la óptica actual, Alejandro VI pudo ser un corrupto y sospechoso, además, de sucesos extraños, tal como algunas muertes que quedaron sin esclarecer­se, no hizo nada que no hiciera cualquier gobernante renacentis­ta de la época.

Fue precisamen­te por estas razones que acabamos de dar, que uno de los hijos de Rodrigo Borgia, Juan, fue casado con la prima del rey de Castilla y como tal fue nombrado duque de Gandía. Otro de sus hijos contrajo matrimonio, estratégic­o, por supuesto, con la que era nieta del entonces rey de Nápoles.

ESCÁNDALOS PONTIFICEO­S

Los escándalos de Alejandro VI se sucedieron a lo largo de toda su vida. Su licenciosa actitud, que

LA MAÑANA DEL 11 DE AGOSTO DE 1492 Rodrigo de Borgia consiguió convertirs­e en Papa de Roma al obtener la mayoría de dos tercios de los votos de los cadernales electores. serían los perdedores, al parecer, los que acusarían al nuevo Papa de simonía.

EL PODER DE RODRIGO BORGIA era tal cuando llegó al Trono de pedro que estableció una especie de república en Florencia, donde él administra­ba todo el poder, pero donde el único rey era Cristo.

ya fue criticada en su momento por el papa Pío XII, fue objeto de múltiples críticas, en el seno del propio clero. Así fue como el fraile Girolamo Savonarola hizo del pontífice el blanco de todas sus críticas. Llegó a ser prior de un monasterio de los dominicos en la ciudad de Florencia. Gracias a sus habilidade­s como predicador logró tomar el control de la ciudad y expulsar a los Médici. El discurso del monje era absolutame­nte radical, opuesto a las acciones que se tomaban desde las esferas de poder. Su objetivo siempre fue el de imponer una moral bastante extrema, muy cercana a la religión y alejada de todo aquello que él considerab­a que podría desvirtuar la vida del hombre.

En sus exaltados discursos, en Florencia, hacía resaltar los vicios más mundanos en los que caían una y otra vez los altos mandos de la jerarquía eclesiásti­ca. Es conocida una de sus arengas que dice así: “Abiertamen­te muestran sus meretrices, su mala fama va en detrimento de la Iglesia. Estos, yo te lo digo, ni siquiera creen en la fe de Cristo”. Como podemos comprobar, las palabras del fraile eran tremendame­nte duras. La crítica era tan demoledora que el papa Alejandro VI tuvo que tomar cartas en el asunto. El poder del monje era tal que estableció una especie de república en Florencia, donde él administra­ba todo el poder, pero donde el único rey era Cristo. Girolamo Savonarola acabó sus días excomulgad­o, detenido, torturado y, finalmente, quemado en la hoguera.

La muerte de Alejandro VI es uno de los grandes misterios de la Iglesia. El fallecimie­nto se produjo tras una cena en la casa del cardenal Adriano da Corneto. Algunas teorías apuntan que el Papa fue envenenado por su propio hijo, César Borgia, quien tenía preparado un potente veneno contra los allí presentes, pero que por error un sirviente les sirvió a su padre y a él. César se pudo sobreponer de los efectos del veneno, pero su padre falleció. Otras hipótesis, mantenidas por expertos de la talla de Voltaire, sugieren que, lejos de tratarse de una trama vaticana, fue más bien la malaria, muy extendida en los veranos de la campiña italiana, la que acabó con la vida del pontífice.

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César Borgia.
 ?? Aposentos de Alejandro VI en el Vaticano. ??
Aposentos de Alejandro VI en el Vaticano.

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