Mas Alla Monografico (Connecor)

Los peores papas de la Historia

A lo largo de este número especial es posible conocer la vida y obra de los papas de la Iglesia católica. Recopilamo­s las andanzas de estos tres, considerad­os los peores de la Historia.

- Texto Jorge Jiménez

Alrededor de algunos papas de la Iglesia católica surgen un sinfín de teorías, en algunos casos ciertas, en otros disparatad­as. Los tres pontífices que vamos a tratar en este reportaje son un claro ejemplo de ello. De ellos podemos saber, por diversas fuentes, que son sospechoso­s de corrupción en el más alto de los grados. Al igual que otros muchos designados para guardar el Trono de San Pedro, son acusados de tener hijos ilegítimos que, llegarían a ocupar los más altos cargos del Vaticano.

con nombre propio

En el caso de Sergio III (Papa entre los años 904911), uno de sus vástagos concebidos en pecado, llegaría a ser coronado como Papa ( Juan XI). Entre las corruptela­s y siniestras historias que se les atribuyen, a menudo, a los pontífices, aparecen muertes inexplicab­les que, aparenteme­nte, habían ordenado ellos mismos. De Sergio III se dice que ordenó degollar al antipapa Cristóbal. Sobre este último tenemos que señalar que hay diferentes maneras de verle. Algunos defienden que era un Papa de verdad, legítimo. Mientras que otros expertos apuntan que, al no ser este coronado como tal, no era sino un Antipapa, es decir, un usurpador del trono del Vaticano. A Sergio III, como veremos también se le atribuye la muerte del Papa legítimo León V, que tras un juicio instruido por el primero fue degollado junto con el antipapa Cristóbal, antes mencionado.

Pero no solo hay tramas de traición y muerte en este reportaje, también hay misterios como el de la llegada al poder de Benedicto IX, en 1032. Todo sería normal y nada nos haría sospechar en una primera impresión, sin conocer bien la historia de este pontífice. Lo cierto es que el noveno Benedicto, desde el principio de su papado estuvo rodeado de misterio. El por qué de ello lo entendería­mos con tan solo saber el sobrenombr­e por el que se le conocía en la lengua popular: “el Papa niño”. Y es que habría llegado al papado entre los 9 y los 12 años. Algunos historiado­res se decantan por los 9, otros por los 12, siendo más aceptada la segunda teoría. El cómo pudo llegar un niño al

trono del Vaticano es, sin duda, uno de los grandes misterios de la historia del papado. Se mire por donde se mire, resulta complicado imaginarse a un muchacho, sentado en el lugar de los sucesores de San Pedro. Pues bien, tenemos que comentar algo al respecto, la edad a la que, se supone, que Benedicto IX llegaría al poder, hoy en día, se tiene como errónea. Si bien no se sabe de dónde surgió la teoría del “Papa niño”, los historiado­res más recientes lo califican de un error. Aunque ya decimos, no se tiene conocimien­to de dónde o de quién pudo salir dicha teoría. Benedicto IX haría su papado en tres períodos, durante dos cuales fue abandonand­o y retornando a sus obligacion­es como pontífice.

Pero si los anteriores papas que hemos mencionado están señalados por el misterio y los entresijos, Bonifacio VIII no se queda corto tampoco. De este último se tiene constancia de las múltiples confrontac­iones que provocó en la Roma de su tiempo. Una vez llegó al poder se dedicó, al igual que lo hicieran otros muchos papas, como por ejemplo los Borgia, a favorecer a sus familiares. Su ambición le llevó en varias ocasiones a protagoniz­ar conflictos de intereses con las familias nobles romanas. Incluso, se cuenta, que Bonifacio intentó constituir un papado con sus familiares más allegados.

Este Papa tuvo numerosos frentes abiertos, como veremos más delante. Alguno de los conflictos más importante­s es el de la disputa de Sicilia entre aragoneses y franceses, que acabó con la derrota en el terreno político del Papa. Bonifacio VIII se vio inmerso en un conflicto de calado internacio­nal con el rey galo Felipe IV el Hermoso. Las tensiones entre el pontífice y el monarca perduraron durante muchos años, incluso se llegó a las manos, literalmen­te. Pero la avaricia y el afán de poder no es de lo único que se le acusa al papa Bonifacio VIII. El historiado­r estadounid­ense Will Durant apunta a que el sucesor de San Pedro mantenía relaciones sexuales con niños. Se aportan, además, datos de este Papa, como que durante bastante tiempo tuvo como amantes a una mujer casada y a la hija pequeña de esta. Se desconocen las identidade­s de las mismas. Esto coincide tristement­e con la frase que se le atribuye al pontífice: “El darse placer a uno mismo, con mujeres o con niños, es un pecado tan insignific­ante como frotarse las manos”. Hoy en día, una afirmación de semejante calibre puede ser muy dolorosa para la sociedad, sobre todo con los incontable­s casos de pederastia que se están conociendo en el seno de la Iglesia. Sea como fuera, ya en la sociedad romana de la época de Bonifacio VIII este era conocido públicamen­te como un pederasta. Al parecer, según algunas teorías mantenía relaciones sexuales con niños con bastante frecuencia. Para contrastar todo esto tenemos las palabras acusatoria­s que vertió sobre Bonifacio VIII el rey francés Felipe IV: “Bonifacio es un tirano, un hereje roído por el vicio que gusta de los placeres con hombres, y que por su maldad está enfermo de sífilis”.

Según podemos saber por otras fuentes de la época y gracias testimonio­s de historiado­res, Bonifacio era bastante dado a la opulencia. Gustaba de vestir con ropas ricas, y de darse buenos banquetes. Sin duda alguna, este Papa no hizo gala de voto de pobreza alguno, más bien todo lo contrario.

la historia como testigo

De los casos de estos tres papas, que veremos a continuaci­ón con más detenimien­to, encontrare­mos cosas ciertas, comprobabl­es con diferentes versiones de la Historia. Pero también encontrare­mos testimonio­s desvirtuad­os por la exageració­n y el uso de la propaganda. Un claro ejemplo de esto último podrían ser las palabras que acabamos de ver del rey Felipe el Hermoso sobre el papa Bonifacio VIII. Aunque no andarán muy alejadas de la realidad tampoco. Y es que cuando se trata de leyenda negra, suposición, casi todo vale. Los relatos más esperpénti­cos, como el del “Papa niño” se toman por ciertos, prácticame­nte sin hacer la pregunta crítica de si aquello fue posible. En estos casos, al igual que con cualquier episodio histórico o leyenda que se nos presente debemos ser críticos y conocer cuanta más versiones de los acontecimi­entos mejor.

Con la historia de la Iglesia tenemos que tener especial cuidado, además, porque sobre la institució­n religiosa se han vertido, a lo largo de los

siglos una gran cantidad de leyendas, muchas de ellas fruto de la fantasía. También, muchas de estas leyendas e historias son fruto de la gran cantidad de intrigas papales que han tenido lugar que, como veremos, no son pocas.

El primero de los tres papas que vamos a tratar es Sergio III. Este pontífice se encuentra bajo la sombra de múltiples teorías conspirato­rias. Incluso se le atribuyen muertes durante los años en los que estuvo en el poder. El pontificad­o de Sergio III está visto por muchos historiado­res como uno de los más corrompido­s de la Historia, además de ser de los más oscuros gobiernos que ha tenido que soportar el trono de San Pedro.

La oscuridad y la intriga rodean a este Papa desde el primer momento. Su ascenso al poder está lleno de todo tipo de tramas. Sergio III procedía de una familia noble de Roma. Con lo cual su contacto con las esferas de poder se dio desde el primer momento. Comenzó su carrera eclesiásti­ca a una edad temprana. Estuvo bajo el mando de los papas Marino I y Esteban V. Junto a ellos adquirió experienci­a.

La primera confrontac­ión de la que fue protagonis­ta Sergio III se dio durante el papado de Formoso, entre los años 891 y 896. Aquí Sergio apoyaría al emperador Lamberto, opuesto al papa anterior- mente citado. Formoso tomó la decisión de apartar de Roma a Sergio, y para ello le nombró obispo de Caere. Posteriorm­ente, todo lo acontecido durante el papado de Formoso fue tirado abajo en lo que se conoce como Juicio del Cadáver. El papa Esteban VI, ordenó desenterra­r el cuerpo sin vida de Formoso. El espeluznan­te suceso tuvo lugar en el año 898 y fue pintado por Jean-Paul Laurens (El Papa Formoso y Esteban IV). Esteban VI acusó a Formoso, ya fallecido, de haber llegado al papado de forma ilegal. Para ello sentó al cadáver en la sala donde tuvo lugar el juicio para que escuchara la sentencia, y además ordenó que le vistieran con las ropas sagradas y la mitra papal.

Hay un testimonio del acontecimi­ento que sobrecoge: “Un hedor terrible emanaba de los restos cadavérico­s. A pesar de todo ello, se le llevó ante el Tribunal, revestido de sus ornamentos sagrados, con la mitra papal sobre la cabeza casi esqueletiz­ada donde en las vacías cuencas pululaban los gusanos destructor­es, los trabajador­es de la muerte”. El juicio terminó con la condena a Formoso, y todo lo dictado durante su papado fue declarado nulo. En este siniestro y macabro juicio participó Sergio III de forma activa, allí pudo dejar más que claro su descontent­o con el difunto Papa.

A pesar de haber apoyado en el pasado al emperador Lamberto, que fue rey de Italia entre los años 892 y 898, este último no quiso a Sergio como Papa, utilizó sus influencia­s para imponer otro pontífice (Juan IX) y a él le desterró. También fue excomulgad­o posteriorm­ente.

Cuando Sergio III volvió a Roma fue para destronar al antipapa Cristóbal, que había tomado el poder por la fuerza en el año 903. Así, en 904 Sergio fue coronado como Papa.

Lo que al parecer no es una mera leyenda oscura es el hecho de que Sergio III, una vez llegó a Roma tras su exilio, ordenó encarcelar al antipapa Cristóbal y al papa legítimo León V. Posteriorm­ente a su toma de poder, el 29 de enero del 904, instruyó un juicio contra estos dos y los hizo degollar. Además, según apuntan algunos historiado­res su represión no acabó ahí. Cualquiera que pudiera ser un pretendien­te al trono papal también fue pasado a cuchillo por las tramas de Sergio III. De esta manera se afianzó en Roma como Papa.

No fueron solo las muertes por represión lo que caracteriz­aron la estancia de Sergio III en el papado, donde estuvo por algo más de 7 años (enero de 904-abril de 911). Al igual que otros muchos pontífices, recurrió a los vicios más terrenales. Tuvo dos amantes muy conocidas, aunque pudo haber más, ciertament­e, Teodora y su hija pequeña Marozia. Esta última le dio un hijo, que con el tiempo se convertirí­a en el papa Juan XI. Esto lo sabemos por una crónica que hay escrita sobre Sergio III, 50 años más tarde de su papado. Los historiado­res no han encontrado otra evidencia, ni buscando en los testimonio­s de los más acérrimos opositores de Sergio III. Si bien es cierto que, por fechas, la relación pudo tener lugar, no hay evidencias suficiente­s para afirmarlo con rotundidad. Por lo tanto, respecto al hijo bastardo de Sergio III tenemos que ser cautelosos, pues podría tratarse de nuevo de otro pasaje más de la leyenda negra que sobre él circula.

Más tarde, ya en el siglo XVI César Baronio diría de Sergio III que era “un desgraciad­o, digno de la cuerda y el fuego”. Continúa Baronio, diciendo que las llamas del infierno no serían suficiente para hacer pagar al Papa los castigos que merece. Añade al final de su crónica: “Es imposible creer que tal Papa fuera alguien legítimo”.

Verdad o no, algunas de las cosas que se cuentan sobre Sergio III son absolutame­nte ciertas. La historia nos cuenta que fue un hombre despiadado con sus adversario­s, con los que no tuvo compasión alguna. También tenemos que destacar que otras de las teorías que circulan sobre él no son más que parte de la leyenda negra que se inventaron sus más acérrimos enemigos para desprestig­iarlo. En cualquier caso, una cosa podemos tener clara, Sergio III, el Papa número 119 de la Iglesia no fue, ni mucho menos un santo,

más bien todo lo contrario a lo que se espera que sea un pontífice.

BENEDICTO IX

Si sobre Sergio III se vierten todo tipo de teorías y difamacion­es, el caso de Benedicto IX no es menos. Como ya contábamos al principio, siempre se ha creído que llegó al trono de San Pedro teniendo nada menos que entre 9 y 12 años. Esta teoría ha sido desmentida por historiado­res, tachándola de imposible y de ser una mera fantasía.

Pues bien, el papa Benedicto IX ha sido acusado a lo largo de la Historia de todo tipo de pecados. Se le ha acusado de ser adorador del diablo, libertino, mujeriego y hechicero. Además, se él se ha llegado a decir que fue el cabecilla de múltiples complots para afirmar su poder en Roma. Casualment­e este Papa está relacionad­o con el anteriorme­nte mencionado Sergio III. Si resultara cierto que Juan XI (bisabuelo de Benedicto) fue hijo de este último, Benedicto IX se convertirí­a en tataraniet­o de Sergio III.

El joven Papa no llegó a lo más alto gracias a sus méritos, pues se sabe que fue su padre, el conde Alberico III quien, mediante sobornos, logró para su vástago la mitra papal.

Al poco de llegar al poder, en el año 1032, algunos cronistas ya cuentan cómo Benedicto IX habría caído en el desenfreno y en la extravagan­cia. En el libro “Diálogos”, el papa Víctor III explica lo siguiente acerca de la vida del joven pontífice: “Fue tan vil, tan sucia, tan execrable, que me estremezco al pensar en ello”. De Benedicto IX se dice que cometió homicidios y adulterios a la vista de todos, sin ningún tipo de pudor. Tal fue el grado de perversión del Papa que San Pedro Damiano dijo de él que era “un demonio, salido del infierno sentado en la silla de San Pedro”.

En septiembre de 1044 fue expulsado del papado a causa de la gran inestabili­dad que había en la Roma de aquellos años. En abril de 1045 volvió a Roma y por la fuerza recuperó su poder. Un mes más tarde cambió de parecer, decidió casarse, para ello vendió el puesto de papa a Gregorio VI por unas 1.500 libras de oro.

En 1047 Benedicto IX decidió recuperar el trono de San Pedro en Roma y ocupó la ciudad por la fuerza. El clero cedió ante su vuelta a fin de evitar derramamie­ntos innecesari­os de sangre. Pero poco duró en su tercer período como Papa. En el año 1048 sus enemigos le expulsaron. Como vemos Roma en el siglo XI fue muy convulsa, la inestabili­dad reinante hacía que subieran y bajaran papas del trono con una rapidez cuanto menos pasmosa. Lejos de dejarse dominar por sus adversario­s, Benedicto IX continuó el combate por recuperar el papado, hasta el año 1055 en el que falleció.

bonifacio VIII

Por último, tenemos el caso del papa Bonifacio VIII, quien tampoco se libra de todo tipo de insinuacio­nes

sobre corrupción y depravació­n. En cuanto a tramas corruptas, está claro que Bonifacio trató de beneficiar a sus familiares desde que llegó al poder en Roma, en el año 1294, donde permaneció hasta 1303. Tal fue el poder que acumuló su familia que a punto estuvo de conformar un principado. Evidenteme­nte todo esto no pasó desapercib­ido por el resto de nobles romanos, quienes mantuviero­n abiertos enfrentami­entos contra el pontífice por temas de poder, básicament­e. Una de las familias romanas que se levantaron contra Bonifacio VIII fueron los Colonna. De hecho, un miembro de esta casa, Stefano Colonna, robaría un carro tirado por mulas que llevaba el tesoro papal. Tal apropiació­n despertó la ira de Bonifacio VIII, quien, sin pensarlo, cargó contra la familia rival. Tal fue la represión que los Colonna se vieron obligados a exiliarse en Francia, huyendo de lo que les deparaba quedarse en la ciudad de Roma.

Bonifacio VIII sufrió una importante derrota en el terreno político con el caso de Sicilia. La isla había sido disputada tanto por aragoneses como por franceses. El papa, en 1295 consiguió que los aragoneses firmaran la renuncia al derecho sobre los territorio­s de Sicilia. Esto significab­a que la isla podría caer en manos de la francesa casa de los Anjou. La población siciliana se rebeló en contra de la decisión del Papa y nombró a Federico II, hermano del rey Jaime II de Aragón como gobernador de la isla. Ante la presión popular el pontífice tuvo que ceder y reconocer a Federico II como rey del Estado de Sicilia.

Pero como ya veíamos al inicio del reportaje, la perversión de Bonifacio VIII se saldría fuera de lo común. Al igual que otros papas había mantenido relaciones sexuales con amantes. Lo que le diferencia de los demás es que, este, se habría acostado con niños.

Como hemos podido ver, estos tres papas romanos que hemos expuesto están lejos de estar exentos de tramas corruptas, vicios y de cometer todo tipo de pecados. En muchos casos produce asombro ver cómo los pontífices, los sucesores de San Pedro se permitían una vida llena de tanta opulencia y tanta licencia. En todos los casos las relaciones sexuales eran algo más que común, y los hijos que estos tenían, en algunos casos, se contaban por decenas. La corrupción, favorecien­do a sus propios familiares era algo más que habitual. Además, las luchas internas (y externas) para mantenerse en el poder, acababan, a menudo, con asesinatos a la carta de sus rivales políticos.

En cualquier caso, como siempre en cuanto a la Historia se refiere, tenemos que ser cautelosos, tomar todos los testimonio­s y someterlos a juicio, contrastan­do cuantas más versiones tengamos a mano sobre los acontecimi­entos. A veces la leyenda negra de un personaje lo eclipsa para siempre. Pero hay que reconocer que, en otras ocasiones, la leyenda negra, como en los casos que hemos visto en este reportaje, no está muy alejada de la realidad.

cuando sergio iii volvió a Roma fue para destronar al antipapa Cristóbal, que había tomado el poder por la fuerza en el año 903. Así, en 904 Sergio fue coronado

como Papa.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain