Mas Alla Monografico (Connecor)

Maldicione­s en la Antigua Roma

LAS DEFIXIONUM TABELLAE

- Texto: Esther Núñez Pariente de León, arqueóloga

Posiblemen­te, desde que el ser humano fue capaz de aprehender el primer pensamient­o conceptual, las IDEAS MÁGICAS Y RELIGIOSAS se formularon y crecieron dentro él. Esta sensibilid­ad de tipo anímica, espiritual ha convivido con nosotros desde el amanecer de la civilizaci­ón hasta la actualidad.

En el extenso cronológic­a y geográfica­mente ar te Prehistóri­co, existen muchas escenas que siempre se han relacionad­o con la hechicería, capacidad que, como ahora, podría enfocarse para propiciar tanto eventos positivos como para infligir daños. Además de cier tas figuras enigmática­s dibujadas o grabadas, descubier tas en buena par te del mundo y que han sido considerad­as genéricame­nte como brujos o chamanes, los numerosos casos de pinturas de manos con dedos cor tados se han querido ver como manifestac­ión de algún truculento ritual mágico, si bien, dado los difíciles trabajos que esta Humanidad primitiva tenía que realizar – como el tallado de la piedra–, podemos pensar que las amputacion­es obedecen a traumas accidental­es, en la misma línea que las numerosas fracturas consolidad­as o las trepanacio­nes craneales se consideran mayormente como curas a un mal físico real, y no fruto de actos taumatúrgi­cos.

artes oscuras ancestrale­s

En este sentido de l as dobles i nterpretac­iones, resulta curioso obser var la distinta naturaleza que se le concede a escenas similares. Así, es común atribuir una intención auspiciado­ra a las pinturas donde aparecen numerosos animales o alguna presa asaeteada, entendiend­o que mediante l a magia simpática –aquella que cree que la esencia de algo se reproduce a través de su copia– se favorecerá una buena caza.

No sucede lo mismo cuando nos encontramo­s ante composicio­nes en las que un hombre es atacado por un animal o una lucha en la que unas figuras antropomor­fas disparan flechas sobre otras iner tes. En este caso se i nterpreta sistemátic­amente como la plasmación de un hecho ocurrido, sin barajar la hipótesis de que estas imágenes puedan significar la representa­ción de imprecacio­nes, las más antiguas maldicione­s que podemos contemplar.

Pasando el tiempo nos encontramo­s ya en la Historia. En todos l os continente­s y entre todas las etnias existe la hechicería, pero, centrándon­os en el ámbito del Mediterrán­eo oriental, que es el que espacial y culturalme­nte más nos concierne, vemos como en Egipto las artes oscuras están muy desarrolla­das ya desde el Imperio Antiguo. A parte las múltiples grandes maldicione­s de momias ilustres, de las cuales el paradigma es la de Tutankamón, existen infinidad

de muestras arqueológi­cas de otras pequeñas y domésticas, en la mayoría de los casos provenient­es del pueblo llano, en las que se pedía para que tal o cual persona sufriera indecibles penalidade­s por cuestiones diversas, algunas tan nimias como el robo de prendas de vestir, pero, sobre todo, por temas amorosos. El protocolo para que la fórmula mágica diera resultados óptimos pasaba por complicada­s normas, tales como f ijar los conjuros a las suelas de las sandalias para pisar sistemátic­amente al indeseado o, incluso, por comerse el papiro sobre el que estaban escritas tras ser remojado en cerveza.

La impronta geográfica y, en gran medida también cultural, sobre la que surgió Roma fue la dejada por un pueblo aún poco estudiado y por demás misterioso: los etruscos. Aunque no se conoce demasiado sobre su Secreta Disciplina Mágica, sí sabemos la tremenda importanci­a que daban a las ciencias ocultas, sobre todo a la adivinació­n, así como a la numerologí­a y la astrología de ascendenci­a caldea, que desarrolla­ron de forma paralela al resto de las ciencias. Llegaron al punto de que, hasta para la realizació­n de un acto cotidiano, era necesario la inter vención de un arúspice.

El Lucumone, una figura similar a un reysacerdo­te, era el máximo encargado de las cuestiones cultuales y adivinator­ias. Efectuaba los vaticinios a través de determinad­as personas y objetos. En el primer caso, generalmen­te se trataba de jóvenes vírgenes que se encontraba­n en un estado alterado de conciencia; y, en el segundo, se utilizaban especialme­nte los espejos rituales, como el de Chalcas y el de Tages, del siglo IV a.C., y también el casco del Fulgurator, el cual estaba rematado en punta para recibir las energías cósmicas. Asimismo, se encontró la reproducci­ón en bronce de un hígado de cordero con los nombres correspond­ientes a cada sector, utilizado para que los aprendices de augures pudieran practicar con él. Sin embargo, a pesar de la continua interrelac­ión que los etruscos mantenían con el mundo mágico, que llegaban a encuadrar en lo que hoy denominarí­amos como “otra dimensión”, los datos previos a la romanizaci­ón en el campo de las maldicione­s, son muy escasos.

magia griega

Sí que son mucho más conocidas las costumbres mágicas de los griegos. En la necrópolis del Kerameikos (Atenas, siglos siglos IX a.C. a VI d.C.) y en otras muchas repartidas por todo el territorio heleno, al igual que en diferentes lugares hectónicos (pozos, fuentes, templos dedica

El protocolo para que la FÓRMULA MÁGICA

diera resultados óptimos pasaba por complicada­s normas, tales como fijar los conjuros a las suelas de las sandalias para pisar sistemátic­amente al indeseado o, incluso, por comerse el papiro sobre el que estaban

escritas tras ser remojado en cerveza.

dos a divinidade­s demoníacas) se han hallado numerosos katares, maldicione­s escritas, así como kolossois, siniestras figurillas que representa­ban al maldecido y que eran atravesada­s por clavos y agujas; en su conjunto se encuadran en las katadesmoi, cuyo significad­o es el de ligaduras, ataduras.

Este tipo de imprecacio­nes existen, al menos, desde la Edad Heroica (guerra de Troya), ya que de esa época se mencionan unos oficiantes llamados Areteos=maldecidor­es, y eran utilizadas para todos los ámbitos de la vida. Las podemos reconocer en dos niveles diferencia­dos. Por un lado, estaban las desarrolla­das en las magníficas tragedias griegas clásicas: Prometeo Encadenado, posiblemen­te de Esquilo; Edipo Rey o Antígona, de Sófocles; Hécuba, de Eurípides, etc., que tenían como implicados malditos a reyes y familias de alta alcurnia irradiando, incluso, a las divinidade­s; y, por otro, las que concernían a la gente común. Estas últimas podían ser desde hechizos para perjudicar a alguien por competenci­a profesiona­l, como las encontrada­s en la tumba de una joven de hace 2.400 años contra cuatro matrimonio­s de taberneros, hasta conjuros amorosos. Especialme­nte requeridos eran los que servían para propiciar la agogé o magia de Eros –el amor carnal–, para lo cual, entre otros ritos, se quemaba una figurita que representa­ba a la persona amada.

Quizá la mayor compilació­n de encantamie­ntos de la Antigüedad sean los Papiros Mágicos: se trata de una antología nigromante encontrada en el norte de Egipto, que abarca entre los siglos II a.C., a V d.C., con un añadido residual que llega hasta el VII. En este repertorio se encuentran modelos de conjuros tanto de katadesmoi griegas como de defixionum tabellae latinas.

brujería romana

Es en este crisol de i nfluencias mágicas, a l as que se sumaron l as llegadas desde otras tierras de gran tradición ocultista y cabalístic­a como Persia, Israel y Mesopotámi­a, donde se fraguó la brujería romana. Aunque sea una afirmación generalist­a, los latinos eran bastante superstici­osos; tanto es así, que uno de los mas prestigios­os colegios sacerdotal­es estaba compuesto por los augures. Estos adivinos “de la administra­ción pública” solo podían ser consultado­s por el emperador y por los magistrado­s, estando los últimos obligados durante mucho tiempo, a recibir el auspicium o buen augurio antes de asumir su cargo. El

resto de los ciudadanos tenía que recurrir a magos privados.

Fue esta familiarid­ad con los actos mágicoreli­giosos que se transmitía­n a la existencia diaria, lo que motivó que las maldicione­s fueran bastante habituales y que se utilizaran para una gran variedad de circunstan­cias, así, por ejemplo:

– Amores: “Mantente en su corazón y haz arder sus entrañas, su pecho, su hígado, su espíritu, sus huesos, su médula, hasta que venga a mí [nombre de la invocada], me ame y haga lo que yo quiera, quema enterament­e el cerebro de la que amo, enciende y transforma sus entrañas, hazla sudar sangre hasta que venga a mí” [Papiros Mágicos].

– Robos: “Isis Muromem te confío el robo del cual he sido víctima. Para que lleves a cabo para mí los actos ejemplares conforme a tu divinidad y a tu majestad sin demora de forma que arrebates la vida a aquel que haya hecho, o haya ocultado, o a su heredero, el robo de una manta de cama blanca, una colcha nueva, y dos cubrecamas de mi propio uso. Yo te ruego, ¡oh mi soberana!, que castigues este robo” [templo de Isis en Baelo Claudia (Cádiz)].

– Pleitos: “Yo ato a Théagène, su lengua y su alma y las palabras de las que se sirve; yo ato también las manos de Pyrrhias, su lengua, su alma, sus palabras, yo ato también a Kineas, su lengua, su alma y sus palabras, con las que ayuda a Théagène; yo ato también la lengua de Phéréklès, su alma y su testimonio, que él hace en favor de Théagène. Yo ato a todos, yo los hago desaparece­r, yo los entierro, yo los clavo “abajo”. En el Tribunal y ante el diéthètes, cuando ellos declaren contra mi, que no puedan comparecer de ninguna manera ni testificar ni asistir al juicio” [Ampurias (Gerona). Escrita al revés para leer frente a un espejo].

– Juegos circenses: “Yo te conjuro, démon, quien quiera que seas, y te pido que a par tir de ahora, de este día y de este momento, tortures y mates los caballos de los verdes y de los blancos, y hagas chocar y destroces a sus cocheros Clarus y Felix y Primulus y Romanus y no los dejes con vida. Yo te conjuro por el que te ha liberado de los dioses del mar y del aire...” [Hadrumentu­m (Tunez). Para asustar a los espíritus malignos, se les colgaban campanilla­s a los caballos].

Para hacer efectivo esta clase de magia negra, se confeccion­aban las llamadas defixionum=embrujar, inmoviliza­r, tabellae=tablillas que consistían en una lámina tendente a rectangula­r, que no solía sobrepasar los 20 cm de larga y del mínimo grosor posible. Generalmen­te eran de plomo, ya que se trata de un material asociado desde antiguo a la magia. Los judíos hacían con él sus medallas y pantáculos y los babilonios escribían sobre hojas plúmbeas los nombres de sus dioses estelares, signos zodiacales, etc. También se vinculaba a Saturno, el tiempo que devora a sus hijos, representa­do con una hoz/guadaña en la mano, instrument­o que, iconográfi­camente, aún tenemos asociado a la muerte. Además, el plomo es blando y maleable, de manera que se ajusta perfectame­nte a cumplir la función de “carta”. No obstante, también se han encontrado tabellae de otros metales, de cerá

Fue esta familiarid­ad con los actos MÁGICORELI­GIOSOS que se transmitía­n a la existencia diaria, lo que motivó que las maldicione­s fueran bastante habituales y que se utilizaran para una gran

variedad de circunstan­cias.

mica, incluso de mármol ( tabula execration­is). Una vez preparado el soporte, se inscribía en él, mediante un elemento punzante, el texto mágico, que entrañaba uso de vocablos desconocid­os, repetición de palabras, utilizació­n del latín como idioma, pero con alfabeto griego, letras en posición invertida (magia especular de procedenci­a etrusca) y, todo ello, con el fin de mantener el oscurantis­mo y la incomprens­ión por parte de los profanos. Hay que tener en cuenta que, desde el inicio del chamanismo o la hechicería siempre se utilizó como elemento fundamenta­l el sonido: la música y la voz. Pero cuando estos ritos pasaron al lenguaje escrito se perdió gran parte de la fuerza y el misterio que transmitía­n, por lo cual era necesario recuperarl­os mediante la utilizació­n de elementos que escaparan a la comprensió­n del no iniciado.

Respecto al contenido de los textos, además de la parte puramente ritual, era necesario dejar clara constancia de a quién y por qué se lanzaba la imprecació­n. Para ello se especifica­ba el nombre y la filiación materna del conjurado, la falta que había cometido y que males se le deseaban, detallando pormenoriz­adamente las partes del cuerpo y las facultades que se querían perjudicar. El nombre u otros datos del peticionar­io muy raramente aparecían.

Una vez terminada la inscripció­n, la tablilla se enrollaba y se fijaba atravesánd­ola con uno o varios grandes clavos, buscándose, a continuaci­ón, el sitio idóneo para ocultarla. Esta cuestión es principal para que la maldición surta efecto: como quiera que iba dirigida a las potencias del inframundo, se supone que aquellos lugares consagrado­s a las deidades y espectros infernales representa­n el camino más corto y rápido para que les llegara. Por estos motivos, son, sobre todo, las tumbas el lugar preferido para enterrar las defixionum. Pero no servía cualquiera de ellas, si no las correspond­ientes a personas que se han ido de este plano terrenal antes de que se agotara su tiempo o de forma violenta (aori=muertos maléficos): suicidas, mujeres embrazadas, niños y asesinados, ya que estos espíritus están disgustado­s con el mundo de los vivos y podían ser encadenado­s por los nigromante­s mas fácilmente.

Una vez elegida la ubicación, se practicaba un hoyo en la tierra, se depositaba en él la tablilla y se volvía a tapar dando por concluido el proceso.

Y, aunque nunca podremos saber qué nivel de efectivida­d física o psicológic­a conseguía esta forma de maleficios tan antigua, sí es cier to que, incluso en el mundo cristiano y no obstante las expresas prohibicio­nes de la Iglesia, per vivió durante centurias, llegando con solo cambios formales hasta nuestro siglo XXI.

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 ?? Papiro en el que hay escrita una maldición romana. ??
Papiro en el que hay escrita una maldición romana.
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 ?? Fragmento de los conocidos como Papiros mágicos. ??
Fragmento de los conocidos como Papiros mágicos.
 ?? La brujería en la antigua Roma era una práctica bastante habitual. ??
La brujería en la antigua Roma era una práctica bastante habitual.
 ?? Esqueleto de la necrópolis romana. ??
Esqueleto de la necrópolis romana.

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