Mas Alla Monografico (Connecor)
John Lennon y la maldición del edificio Dakota
En el corazón de la isla neokorquina de MANHATTAN se levanta el EDIFICIO DAKOTA que se hizo tristemente célebre después del asesinato del exbeatle JOHN LENNON. Se consumaba así una más de las tragedias que se habían fraguado en aquel centenario edificio.
En los albores del siglo XIX “la f iebre del oro” que había arrastrado a miles de aventureros intrépidos hasta la costa Oeste norteamericana iba en declive. Habían pasado varios lustros desde que en 1848 en la aldea de Coloma, sobre la actual ciudad de Sacramento, en California, Sut ter´s Mill encontrara la pepita de oro en el río American que iba a revolucionar su historia.
En 1880, cuando se comenzó a construir el edif icio Dakota, era la costa Este la que ejercía una especial atracción para los norteamericanos, y hasta para l os europeos que vieron de nuevo en aquel continente una tierra prometida. También i ba a ser esta vez el oro el i mán que atrajera a la ciudad de Nueva York a especuladores y comisionistas, a inversores y banqueros, que se habían i mpuesto como condición a sí mismos llevar una vida más grata que aquellos otros.
la construcción de una leyenda
Nueva York había experimentado en el siglo XIX un gran desarrollo demográfico a consecuencia de las presiones migratorias, lo que obligó a los urbanistas a buscar nuevos terrenos para expandirse.
En 1880 el abogado Edward Clark – socio de Isaac Merrit Singer, inventor de la máquina de coser– fue el promotor del Dakota en la isla de Manhattan, un edificio de apar tamentos que contaba con todas las i nnovaciones de la época, excepto l a luz eléc trica que no había logrado alcanzar aquel lugar remoto de la ciudad –a cuyos pies se extendía ya el flamante parque urbano de Central Park.
La construcción del Dakota fue confiada al arquitecto alemán Henry Janeway Hardenbergh, que apostó por un estilo neogó
Fue después de su paso por Egipto, cuando ALEISTER CROWLEY fijó su residencia en el edificio Dakota, donde supuestamente pudo haber celebrado misas negras y rituales satánicos.
tico inspirado en la arquitec tura de la mágica región de Renania.
pasado ocultista
Los hechos luctuosos que tiñeron de sangre la historia posterior del Dakota parecen responder a la presencia de un personaje singular que consagró su vida a las ciencias ocultas y que lo habitó en el arranque del siglo XX: el mago Aleister Crowley, quien dijo de sí mismo ser la reencarnación del mago francés Eliphas Lévi. Al menos parece cier to que Crowley vino al mundo en Leamington en octubre de 1875, justo unos meses después de que falleciera Lévi en su Francia natal.
Fue después de su paso por Egipto cuando Crowley f ijó su residencia en el edif icio Dakota donde pudo supuestamente haber celebrado misas negras y rituales satánicos, aunque llegados a este punto se hace imprescindible atender las declaraciones que recogió el periódico inglés London Sunday Dispatch en 1933: “Para practicar magia negra tienes que violar todo principio de la ciencia, decencia e inteligencia. Debes estar obsesionado con una idea demente de la importancia del mezquino objeto de tus detestables y egoístas deseos. Se me ha acusado de ser ‘mago negro’. No se ha hecho jamás afirmación más tonta sobre mí”. Y añadía: “La misa negra es un asunto totalmente diferente. Yo no podría celebrarla, aunque quisiera, porque yo no soy un sacerdote consagrado a la Iglesia cristiana. El celebrante debe ser un sacerdote, porque toda la idea de la práctica es profanar el sacramento de la Eucaristía. Por consiguiente, deber creer en la verdad del culto y la eficacia de su ritual ”.
Fuera cual fuese el grado de su implicación con la magia, no cabe duda de que Crowley alimentó la leyenda negra del edificio Dakota, en la calle 72 de Nueva York, esquina Central Park West, y de que su recuerdo fue el imán que atrajo a todo tipo de excéntricos, espiritistas y ocultistas.
De hecho en 1968 el lugar fue elegido para filmar los exteriores de Rosemary´s Baby, que se tradujo en versión española como La semilla del Diablo, un filme de terror psicológico basado en la novela de Ira Levin, que el agente literario del escritor quiso ofrecer al maestro del suspense Alfred Hitchcock, y que acabaría dirigiendo el polémico Roman Polanski. Durante el rodaje, el productor William Castle fue amenazado por algunos grupos satánicos del país por revelar rituales secretos del satanismo y hasta por aprensivos que creyeron que aquel rodaje era otra forma de invocar a Satán.
Así el edificio Dakota se transformó en el edificio Bramford. La protagonista Mia Farrow encarnó en la película el papel de la madre del diablo, convirtiéndose en víctima de una secta satá
nica y de un esposo manipulador y ambicioso protagonizado John Cassavetes.
el origen de la maldición
Durante y después del rodaje una serie de sucesos funestos dieron pábulo a la maldición que parecía cebarse con el Dakota: Krzysztof Komeda, compositor de la banda sonora, se despeñó con su vehículo por un barranco en los Ángeles y murió a causa de las heridas y el productor William Castle falleció repentinamente por un infarto de miocardio.
El 9 de agosto de 1969, cuando Estados Unidos aún se levantaba con la resaca de haber enviado con éxito el Apolo 11, tripulado a la luna, un hecho escalofriante llenó las portadas de la prensa: el asesinato de la actriz Sharon Tate, esposa de Roman Polanski, que había sido una de las primeras candidatas para representar a la atormentada protagonista femenina, gestante del Anticristo.
El crimen se había perpetrado de madrugada en una lujosa mansión de Beberly Hills –Los Ángeles–, en la apartada colina de Cielo Drive. Sobre la escena la policía encontró cinco cadáveres a los que aparentemente se les había quitado la vida de manera ritual. Las víctimas aparecían colgadas de sogas con sendas fundas de almohada sobre la cabeza, acuchilladas con ensañamiento. Se trataba de la rica heredera Abigail Folger, del aspirante a guionista Wojciech Frykowski, del peluquero Jay Sebring, del joven estudiante Steve Parent y de Sharon Tate, esposa de Roman Polanski, embarazada de ocho meses. Al día siguiente la policía del distrito hallaba también asesinado al matrimonio LaBianca, dueños de un supermercado: Él con un tenedor clavado en el abdomen y doce puñaladas, y ella con cuarenta y una. Pero tuvieron que pasar extrañamente unos meses para que los investigadores fueran capaces de encontrar coincidencias y de hallar a los culpables. Polanski no se libró de las sospechas de haber sido cómplice de aquel asesinato cuando el 1977 fue acusado de la violación a una menor, pero su vida disipada y su manera de tiranizar a los aristas
Chapman se desplazó
a Nueva York ex profeso para asesinar a
LENNON. Sin un ápice de misericordia, Chapman descerrajó cinco balas de revólver al músico, aunque una de ellas fue a impactar en una de las
ventanas del edificio.
con los que trabajaba no constituían prueba alguna para condenarlo por la muerte de su esposa.
El padre de Sharon Tate –que también había flir teado con las drogas y había sido violada con diecisiete años–, abandonó el Servicio de Información del Ejército donde era Teniente Coronel, se dejó crecer unas barbas para pasar inadvertido entre las comunidades hippies y consagró sus días, como padre coraje, a la búsqueda de los asesinos de su hija.
Detrás de estos crímenes rituales estaba Charles Manson y su Familia, o dicho de otro modo, la familia artificial de un delincuente común que había pasado 19 de sus 35 años entre rejas.
la muerte de lennon
El edificio Dakota también pareció tender sus tentáculos malditos para inspirar otro crimen: el del exbeatle John Lennon, que como cointérprete del álbum Sargento Peppers – Sgt Pepper´s– había accedido en 1967 a integrar en la carátula del disco la figura de Crowley cuando se cumplían dos decenios exactos desde su muerte.
Solo habían pasado doce años desde que el Dakota –o el Bramford– se había hecho célebre por obra y gracia de Polanski cuando Mark David Chapman asesinó a Lennon en presencia de su esposa Yoko Ono. Cabe preguntarse si Chapman eligió aquella fortaleza blindada por casualidad o porque la historia macabra del edificio había de otorgarle una celebridad adicional.
Eran las 10.50 de la noche de un frío 8 de diciembre de 1980, y Lennon regresaba de los estudios de grabación Record Plant Studio a bordo de la limusina que se detuvo en la calle 72, cerca de un corrillo de admiradores habituales. Solo fue una imprudencia, porque el Dakota contaba con un inmenso patio central hasta el que llegaban los vehículos para salvaguardar la integridad de sus acaudalados vecinos después de atravesar una arcada monumental.
Chapman, de veinticinco años, era la segunda vez que se desplazaba ex profeso desde Honolulu –en Hawai– a Nueva York para asesinar a Lennon, porque en el mes de noviembre ya lo había intentado. Sin un ápice de misericordia, Chapman descerrajó cinco balas de revólver al músico, aunque una de ellas fue a impactar en una de las ventanas del edificio.
Yoko Ono contempló la escena desde la recepción a la que acababa de llegar unos pasos por delante de su marido. Con un hilo de vida, Lennon consiguió ascender unos peldaños antes de desplomarse. Nada pudieron hacer por él ni el portero, José Sanjenís, ni el conserje, Jay Hasting, que lo cubrió con su uniforme antes de llamar a la policía.
Un nuevo rastro de sangre rubricaba la historia del maldito edificio Dakota.