Mas Alla Monografico (Connecor)

POLVO DE MOMIA

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Pocas cosas han escapado al comercio, ni plantas, ni animales, ni recursos naturales, pero que tampoco se hayan librado las momias resulta siniestro y sorprenden­te.

Las momias, de las que Egipto era un caladero, fueron saqueadas por los árabes, no para comerciar con ellas como restos arqueológi­cos, sino para obtener un polvo medicinal que, según ellos, tenía varias propiedade­s curativas, pues acababa con la anemia, con las úlceras y con los dolores de cabeza. En resumen, el polvo de momia ser vía para entonar el cuerpo y conseguir vitalidad. Pero como las verdaderas momias estaban, además de muy demandadas, muy escondidas, y su saqueo ya había sido importante, llegó el momento de fabric ar las. La práctic a ya no era exclusiva de los árabes, también en Occidente se puso de moda lo de hacer momias para luego ser molidas.

Los ingredient­es básicos consistían en un muerto, un horno para deshidrata­r el cuerpo y betún. Después, la pócima se vendía en pequeños frascos que contenían un trozo de carne humana – como el licor de lagar to chino que tiene el lagar to dentro de la botella –, aliñada con sustancias aromáticas, aceites y resinas. Los cadáveres se obtenían en los cementerio­s y en las morgues donde iban a parar los ahorcados.

Por supuesto, los restos de las momias egipcias seguían siendo los mejores, y fueron uno de los principios activos predilecto­s de la farmacopea europea hasta el siglo XVIII, con lo cual, el inventario de ellas quedó considerab­lemente reducido para desgracia de nuestros actuales historiado­res, arqueólogo­s y antropólog­os. Hoy se sabe que el polvo de momia o el ungüento con trozo de carne en el interior, no ser vían para curar absolutame­nte nada, como era de esperar, a lo sumo, para pillar alguna infección.

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