Mas Alla Monografico (Connecor)
Místicos. Visionarios de ayer y de hoy
La EXPERIENCIA “MÍSTICA” definida como unión de lo humano con lo sagrado, ha estado ligada, a lo largo de la Historia, a religiones de
todas las culturas y a filosofías como el budismo. En pleno siglo XXI, estos FENÓMENOS VISIONARIOS se siguen produciendo. Arte, ciencia, espiritualidad, conciencia buscan desde diferentes puntos de vista su
interpretación y entendimiento.
Desde los antropólogos ingleses del siglo XIX, pasando por el inconsciente colectivo propuesto por Carl Jung (18751961), el intercambio de conocimientos en el “Círculo de Eranos”, las visiones orientales, o la teología, la interpretación de lo sagrado se ha apoyado en el símbolo, como vehículo de comunicación entre lo cósmico y lo humano. La experiencia mística, apunta a una alquimia espiritual, un viaje iniciático que promueve una espiritualización de la materia y viceversa. El filósofo Jacques Maritain (1882–1973) definió al místico como “poesía en acto”. El hombre, como microcosmos, símbolo en sí mismo de todas las tradiciones, es centro en el que confluyen las fuerzas del Universo. Una afirmación que para Francisco Javier Sancho, director de la Universidad Internacional de la Mística y doctor en Filosofía y Teología, alberga una realidad complicada de transmitir: “La fenomenología de las experiencias místicas es muy variada y variopinta, incluso llega a ser una realidad bastante compleja cuando solo se presta atención al fenómeno en cuanto tal. Nosotros cuando nos acercamos a la mística siempre distinguimos entre lo que es la ‘gracia’, es decir, la acción directa de Dios en la persona, y el ‘fenómeno’, que viene a ser la manera en que la psicología de un sujeto interpreta o experimenta la gracia recibida. Por un lado, está la noticia que podemos recibir todos, y, por otro, nuestra reacción o interpretación de esa noticia que recibimos”, comenta el teólogo. Y añade: “En el caso de la experiencia de Dios hablamos de una experiencia en la que Dios se hace presente de una manera extraordinaria e inesperada. Y frente a esa presencia el psiquismo humano, con su afectividad, imaginación, sensibilidad, etc., reacciona de una manera determinada”.
MÍSTICOS DEL PASADO
Santa Teresa de Jesús (1515-1582), cuyo nombre real es Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, nació en Ávila y fue gran aficionada a la lectura de novelas, romanceros y, en especial, de las vidas de los santos. Se hizo monja, a pesar de la oposición de su padre, y su vida religiosa comenzó en la Comunidad de hermanas Carmelitas, siempre entre la enfermedad y la oración. Tuvo una prolífica obra literaria: 437 episodios, obras místicas, cantares, etc. Los títulos más destacados: Libro de la vida ( 1588), Las Moradas (1588) y Camino de Perfección (1583). En 1560 dedicó sus esfuerzos a la reforma de su congregación, en un retorno hacia la auténtica clausura, en una vida de pobreza y rezos, que impulsaría poco después la reforma de la orden de las Carmelitas Descalzas de San José, fundando 17 conventos en España. Incluso animó a San Juan de la Cruz a constituir el primer convento masculino del Carmelo. Beatificada por Pablo V en 1614, y canonizada por Gregorio XV en 1622, fue también nombrada Doctora de la Iglesia Católica por Pablo VI en 1970, y es considerada patrona de los escritores.
A pesar del reconocimiento histórico de su figura, su vida y actividad fue meticulosamente observada por la Inquisición, que la consideró sospechosa de herejía. En palabras del escritor Juan Eslava Galán: “Fue acusada de visionaria e iluminada”. En 1559 con la publicación de libros prohibidos por parte del inquisidor Fernando de Valdés asaltaron la biblioteca de Teresa de Jesús en el Monasterio de la Encarnación, y en 1575 fue denunciada y tuvo que comparecer en Sevilla ante la Inquisición. La censura se cebó especialmente con sus escritos, pues los interventores tacharon páginas enteras de sus libros.
En su camino visionario “difícil de explicar” vio la figura de Jesús resucitado, y ella misma declaró, que la vio con los ojos del alma: “No es resplandor que deslumbre, sino una blancura suave y el resplandor infuso, que da deleite grandísimo a la vista y no la cansa, ni la claridad que se ve para ver esta hermosura tan divina…”. Las numerosas apariciones que vivió la santa, de Jesús, la Virgen María y diferentes ángeles dejaron una imborrable huella en su memoria: “No hay poderlo olvidar… queda el alma otra, siempre embebida”.
Por otro lado, San Juan de la Cruz, de nombre Juan de Yepes Álvarez (1542-1591), movido por la misma insatisfacción de Teresa de Jesús, fue el reformador de la Orden de Nues
tra Señora del Monte Carmelo y cofundador de la Orden de los Carmelitas Descalzos con Santa Teresa de Jesús, en la misma línea de contemplación y austeridad apoyada por Teresa. Acusado de apóstata, pasó casi un año en una cárcel de Toledo, el lugar en el que gestó su Cántico espiritual. Aunque no terminó los estudios de teología, esto no le impidió ser formador de los nuevos carmelitas y asumir tareas de confesor de las monjas en el Convento de la Encarnación en Ávila, donde acompañó a Santa Teresa en su afán fundacional. Pasó sus últimos meses en Úbeda, donde murió enfermo de calentura. En 1726 la Iglesia católica lo declaró santo, 135 años después de su muerte. Entre sus obras destacan: Cántico espiritual, Noche oscura, Llama de amor viva, Ascensión al Monte Carmelo, etc.
Igualmente perseguido por la Inquisición, Juan de la Cruz también se preguntó sobre las visiones, respondiendo al respecto: “Cuando una mente se concentra en sí misma y se entrega a la contemplación de una verdad, habla de sí consigo misma y se responde como lo hace un hombre al conversar con otro”. Las visiones que se producen durante el estado meditativo, el autor señala que es el Espíritu Santo el que ayuda a producir y formar los pensamientos: “El alma que está en este trance nunca podrá convencerse de que esas palabras le llegan de una tercera persona, ya que ignora con cuánta facilidad el entendimiento puede formar por sí mismo palabras sobre los pensamientos y las verdades que le son comunicadas por una tercera persona”.
El poeta considera que las visiones eran necesarias para los profetas, para el establecimiento de la doctrina de la Iglesia, pero esas visiones ya no eran necesarias, no así las “revelaciones”, para el aprendizaje de cosas nuevas, “sustanciales” que a través de visiones y locuciones proporcionan vigor, valentía, claridad y amor.
“Cuando hablamos de rasgos fundamentales de la experiencia mística nos fijamos, no tanto en el fenómeno, sino en la experiencia profunda que representa. Así lo que verdaderamente cualifica una experiencia mística extraordinaria sería: el sentimiento profundo y cierto de la presencia de Dios (o de la divinidad), es percibido como un don gratuito e inesperado, es decir, que no se puede provocar por mecanismos psíquicos o meditativos; inefabilidad. La experiencia supera la capacidad de expresar en palabras lo que significa; y lo más importante para los místicos es que todo ello deja unos claros efectos o frutos en la persona; además de la certeza de la presencia de Dios, de su amor, un crecimiento en la humildad, en el amor al prójimo, en el deseo de hacer algo por Dios en los otros… Ciertamente
LAS VISIONES no son cosa antigua. Cada vez hay más personas que dicen haber experimentado algún tipo de prodigio inexplicable, y hablan de fenómenos
reseñados por los místicos del pasado.
Teresa y Juan de la Cruz se hacen eco de las posibles experiencias y fenómenos, pero siempre invitan a centrar la mirada, no en el fenómeno, sino en lo que implica de hacernos crecer y ahondar en el amor a Dios y al prójimo. Lo demás, ellos mismo lo dicen, puede ser una reacción de nuestro psiquismo o de nuestra imaginación… Y la experiencia es una invitación a ir más allá, de no quedarse solo en eso, pues Dios es siempre mucho más que un momento experiencial”, apunta Sancho de la Universidad de Mística de Ávila, entidad perteneciente a la Orden del Carmelo Descalzo abierto a todos, y cuyo objetivo principal es contribuir al crecimiento de la interioridad y espiritualidad de la persona humana.
VISIONES DEL SIGLO XXI
Las visiones, no son solo cosa del pasado. Cada vez hay más personas que dicen haber experimentado algún tipo de prodigio inexplicable, y hablan de similares fenómenos reseñados antes por los místicos o visionarios del pasado.
Así lo ha vivido la periodista y escritora danesa, Charlotte Rørth, en varias ocasiones. Su experiencia e interpretación personal de lo ocurrido, ha quedado plasmado en su obra Yo encontré a Jesús, que ha sido best-seller en su país y que se ha traducido al castellano con el título Cuando desciende la luz. Un viaje apasionante en busca de respuestas.
En noviembre de 2008 había sido invitada por la Oficina Española de Turismo para realizar un itinerario por Jaén, Úbeda y Baeza, y así escribir un reportaje sobre el aceite de oliva. Durante las visitas culturales a monumentos históricos, Rørth conoció la Capilla de El Salvador en Úbeda, templo construido en 1536 con el impulso de Francisco de los Cobos (1477–1547), secretario personal de Carlos V. Una ambiciosa obra arquitectónica y muestra irrepetible del Renacimiento español, que fue encargada en sus inicios al arquitecto y escultor Diego de Siloé (1495 - 1563).
“He sido gerente durante 14 años de la capilla de El Salvador de Úbeda y este es uno de esos lugares que tienen un magnetismo extraordinario, al igual que la Sinagoga del Agua, en la misma localidad. La elección del terreno para su construcción no fue casual. Francisco de los Cobos se empeñó en adquirir esa parcela en particular, aunque ese lugar que no le pertenecía, era de una Fundación Hospitalaria (Hospital de los Honrados viejos de El Salvador). Francisco de los Cobos compró la finca perteneciente a este hospital para hacer su capilla y como contrapartida, mantenía económicamente el hospital. El hecho de insistir tanto por ese espacio concreto, podría estar justificado, porque tenía conocimientos de una fuerza especial presentes en el terreno. El agua, la orientación, al margen de una inmensa ambición, poder, capacidad económica y permisos que obtiene para levantar ahí su panteón y no en otro sitio”, comenta Andrea Pezzini, gerente de Artificis servicios turísticos y culturales.
Una afirmación que entronca con la reseñada por la arquitecta e instructora de yoga, Carmen Martín Morán: “Desde el principio de los tiempos, los humanos han detectado lugares propicios para su encuen
tro con lo sagrado –bien sean cuevas, manantiales, montañas–, donde la convergencia de energías, telúricas, geomagnéticas, o las generadas por corrientes de agua subterráneas son favorables a la proyección trascendente. Cuando a la energía de estos lugares sagrados se suma la acción humana de la arquitectura, se multiplica el poder transformador de estos espacios gracias a la proporción, armonía y equilibrio de las formas. Digamos que el edificio actúa como caja de resonancia que hace vibrar el espíritu humano con frecuencias sutiles, favoreciendo el acceso a otros planos de conciencia. Son lugares propicios para el encuentro espiritual”, señala Martín Morán. Y añade: “La Sacra Capilla del Salvador es un mausoleo funerario, erigido para albergar el sepulcro de D. Francisco de los Cobos y su esposa. Es un monumento a la trascendencia del espíritu humano y a la resurrección. La Sacra Capilla del Salvador, con estructura característica de panteón, con la gran cúpula sobre el presbiterio, a modo de bóveda celeste, dirige la atención al punto central en el suelo, equidistante en horizontal en línea recta, con la fachada y en vertical con la cúspide de la cúpula. Al situarse en dicho punto se puede percibir la gran concentración de energía que allí converge. En el lado izquierdo, en la capilla lateral, formando ángulo con el eje de la nave y con una entrada en esquina solucionada magistralmente por Andrés de Vandelvira, se sitúa la sacristía, diseñada y construida por este arquitecto. La sacristía es un lugar algo más pequeño y recogido, como corresponde al espacio donde se prepara el ritual, donde se guardan los ornamentos, vestiduras y objetos de culto. Es la antesala de lo sagrado, un espacio de recogimiento e interiorización, un lugar propicio para escuchar los latidos del corazón y abrir la mente al asombro de lo increíble”. Andrea Pezzini, guía del grupo de periodistas que visitó Úbeda fue a buscar a Charlotte a la capilla de El Salvador para continuar con el recorrido por la ciudad, y se sorprendió al verla rodeada de luz.
“Lo que verdaderamente ha marcado mi persona fue el hecho de que estaba trabajando con un grupo de periodistas que había conocido ese mismo día por la mañana, entre los que estaba Charlotte Rørth, lo cual te hace mantener tu profesionalidad. Trabajas y enseñas tu ciudad con la pasión de siempre y al ver que ella se queda rezagada en la sacristía vuelvo a buscarla para no retrasar al grupo, y la veo de pie, con esa luz alrededor. Estaba pasando algo, que no terminaba de entender, le pregunté si se encontraba bien, o si la podía ayudar. Éramos dos desconocidos. En los años siguientes, Charlotte me contó su experiencia y yo la creí”, reseña Pezzini.
En febrero de 2009, Rørth visitó de nuevo Úbeda y permaneció largo rato en la sacristía, contemplando el simbolismo escultórico de cariátides, sibilas y tuvo, sin esperarlo, una visión holográfica de Jesús, el cual transitaba un camino de tierra. A lo lejos se veía una ciudad con sus casas. Charlotte describe a Cristo: “Llevaba una túnica hasta las rodillas, melena suelta a la altura de los hombros, rojiza y ondulada, barba casi del mismo color, delgado, de manos finas y fibrosas. Ojos verdes y grises, con pinceladas de azul, llenos de cordialidad”.
SEGÚN EXPLICA CHARLOTTE: “Nunca me he sentido una persona espiritual, siempre de mente abierta y no prejuiciosa. Mi visión de la vida cambió
completamente después del primer encuentro”.
Aunque no entendió sus palabras, pues hablaba en arameo, comprendió mentalmente su mensaje: “Bienvenida, me alegro de verte”.
Para el historiador del Arte Joaquín Montes Bardo “el arte posibilita experiencias, intuiciones, sentimientos que pueden cambiar a la persona, pero es importante señalar lo que entendemos por realidad. Hay diferentes realidades: Las que proporcionan las ciencias exactas, la sabiduría y los valores, el arte, la mística. El conjunto de todas ellas son la realidad. Los hechos místicos son reales según ese ámbito de la realidad, por tanto la experiencia de Charlotte yo la veo como una ‘revelación’”. Y añade: “La holografía que vio Charlotte de Jesús podría relacionarse con la caída de San Pablo del caballo, camino de Damasco, momento de su iluminación. Pablo era perseguidor de los cristianos y una luz lo derriba del caballo y lo hizo hombre nuevo. Detrás de este hecho histórico y simbólico se encierra un cambio. En el caso de Charlotte la humanidad de Cristo en su visión no fue imaginaria, si no intelectual. Lo vio, lo sintió”.
A partir de esta experiencia imprevista, da comienzo una investigación que realiza la propia periodista, en busca de respuestas. Rørth es protestante y como ella misma declara, “la fe estuvo siempre ausente de todos sus entornos”. Azorada al tratar de comprender de donde pudo venir la visión, se entrega a la lectura de libros, habla con pastores protestantes, visita a expertos del hospital de epilépticos de Filadelfia para exponerles su caso, investiga sobre los místicos, pregunta a entendidos del despertar Kundalini, que al parecer presenta rasgos comunes con los fenómenos que ella ha vivido, en especial en lo que se refiere a apariciones, destellos cósmicos y el descenso una luz sobre su cabeza.
“Nunca me he sentido como una persona espiritual, pero siempre he sido de mente abierta y no prejuiciosa. Mi visión de la vida cambió completamente después del primer encuentro. Al instante supe que la vida es un milagro y nosotros, como seres humanos, tenemos suerte de estar vivos”, cuenta Rørth durante la entrevista. Y añade: “Nunca sabré por qué Jesús eligió manifestarse como ser humano, la escena fue lo más cotidiana creo que para demostrar que Jesús es parte de nuestra vida normal. He recibido cientos de cartas con historias sobre experiencias religiosas. Jesús creó un encuentro normal y fue una persona lo más sencilla posible, y eso hace que creer en él sea más accesible para muchos. He tenido muchas otras experiencias espirituales después del primer encuentro, que también escribo en el libro. Con el fin de permanecer leal a las reuniones y hacer lo mejor que soy capaz las cosas, intento siempre hablar y escribir sobre las experiencias de una manera muy realista para todos. El núcleo del cristianismo es Jesús, convirtiéndose en hombre para que sepamos que Dios nos conoce. Eso es lo que también se muestra en los encuentros que tuve”.
Durante su investigación, se suceden otros hechos inexplicables. Charlotte comienza a ver colores alrededor de las personas, y de cada uno de sus dedos emergen rayos de luz de unos 15 cm, que algunos atribuyen a un despertar sanador. Además, no es la única que lo ve.
Su entrevista con expertos, que descartaron epilepsia y otras disfunciones, el hecho de que no consumiera ningún tipo de sustancia ni medicamento, sus indagaciones en el mundo de la espiritualidad, llevaron a esta periodista por otros caminos, investigando entre los místicos y sus escritos, como Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Este último pasaría sus últimos meses precisamente en Úbeda hasta su muerte, el 14 de diciembre de 1591.
“Santa Teresa se arriesgó mucho al contar su historia, y siempre ha sido arriesgado oponerse a lo establecido. Muchos de los que vivimos estas experiencias no somos sacerdotes. Eso es muy provocativo para la jerarquía de la Iglesia (y del varón). Podría haber sido quemada como una bruja hace siglos. Elegí contar mi historia porque como periodista me sentí obligada a iniciar un debate, compartir y ayudar a otros en la misma situación que yo. También quería transmitir el mensaje derivado de los encuentros: que cada uno de nosotros es amado”, comenta la periodista danesa.
Para Montes Bardo, la visión de Charlotte, al margen de los místicos del pasado, está más cerca de experiencias como la de Simone Weil (1909-1943), que vivió esa iluminación personal como un “amor de negación”, una debilidad, una renuncia gratuita. “Weill fue una especie de ‘santa laica’ con una vida interior muy rica. En un momento dado visita la iglesia de la Porciúncula de San Francisco, en Asís y allí experimenta una revelación que le cambiará la vida”, reseña el historiador. Y comenta, además: “Otro ejemplo es el de Manuel García Morente (1886-1942), Catedrático de filosofía de la Complutense. Este, después de un proceso largo, exiliado en París, mientras escuchaba en la radio la infancia de Berlioz, experimentó algo trascendente que le cambió la vida, como expone en su escrito, El hecho extraordinario, conocido después de su muerte”.
Charlotte Rørth continúa con su labor periodística actualmente, tras indagar sobre esta experiencia que tanto ha influido en su vida: “Ha sido muy difícil. Pero he tenido apoyo y el amor de mi familia, amigos y, por suerte, yo soy una persona muy común que he tratado de mantener mis pies en el suelo. La aceptación de esta experiencia me hace sentir gratitud. En el segundo encuentro le pregunté qué debía hacer, y él dijo, que tenía confianza en mí. He pasado mucho tiempo interpretándolo y he llegado a la conclusión de que él quería que yo hiciera el bien con lo que tengo, cuando y donde lo tengo. En otras palabras, él me dio la responsabilidad de actuar. Su respuesta es también una fuerte declaración de amor, y me gustaría estar a la altura”.
LA SACRA CAPILLA DE “EL SALVADOR” DE ÚBEDA Montes Bardo indica en su obra La Sacra Capilla de El Salvador la repercusión teológica y artística de esta construcción: “En la España del siglo XVI, la capilla de El Salvador que Francisco de los Cobos mandó construir tuvo como finalidad la de que rezasen por él y fue erigida como muestra de orgullo a su trayectoria humana (política, social, económica…). Los cortesanos, con los Reyes Católicos, al final de su vida, como afirma Antonio de Guevara, aspiraban a volver a su tierra, hacer capilla y casar doncellas. Sin esta creencia en el purgatorio, no tendría ningún sentido un edificio así. Lo erigió como panteón aledaño a su palacio, situado en la Plaza Vázquez de Molina”. Y es que, esta construcción, en opinión de Montes Bardo, recuerda con su planta circular, al mausoleo de Adriano y la rotonda del Santo Sepulcro en la basílica constantiniana de la resurrección de Cristo. Su orientación hacia el orto mira al paraíso y la tierra en la que nació y murió Jesús.
Consagrado en 1559, “El Salvador” fue uno de los edificios más ambiciosos de arquitectura religiosa del Renacimiento español, declarado en 1931 monumento histórico-artístico y cuenta con una prolija decoración escultórica que en la cripta busca la conexión con lo trascendente. El retablo, de Alonso Berruguete (1490-1561), representa la Transfiguración, y es una de sus joyas, aunque solo se conserva el Cristo, pues el resto fue quemado durante la Guerra Civil. Sobre el discurso simbólico, Montes Bardo señala la figura de Fernando Ortega Salido, Primer Capellán Mayor de El Salvador, dean de la Catedral de Málaga, como el mentor que diseñó la iconografía de este espacio sagrado.
PSICOLOGÍA DEL ÉXTASIS
Desde el punto de vista de la psicología, también se han estudiado estas experiencias. Carl G. Jung lo experimentó muy profundamente entre 1915 y 1930 a través de los elementos básicos de su Metodología para la inmersión en el inconsciente: lo simbólico, la “imaginación activa” y el proceso de “centramiento”, que le permitió rescatar numerosas imágenes arquetípicas recogidas en su Libro Rojo. Todos tenemos la capacidad de acceder a contenido simbólico y arquetípico trascendente a través de las imágenes oníricas, imaginación consciente o visiones que, además, es habitual que contengan elementos similares y correlaciones con motivos universales pertenecientes a religiones, mitos, leyendas, etc. Para Jung el encuentro del ser humano con lo arquetípico habilita la propia maduración y transformación, no solo personal, sino también trascendente o espiritual. Pero, como explica la psicóloga Junguiana Violeta Varela: “No todas las preguntas tienen respuesta, en cuanto al origen de una experiencia tan intensa como una visión o un sueño premonitorio. Lo valoro como un fenómeno psíquico al que le doy un marco manejable como contacto de la psique consciente y la inconsciente, entonces se puede trabajar con esta experiencia dándole un sentido simbólico, pues el inconsciente viene a compensar algo del consciente”.