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EL SANTO CÁLIZ DE VALENCIA

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Quizá el más conocido de los “griales españoles” es aquel que se guarda en la Capilla del Santo Cáliz de la Catedral de Valencia y que, según las tradicione­s aragonesa y valenciana, sería el auténtico Santo Grial.

El Santo Cáliz de Valencia tiene dos piezas bien diferencia­das que no deben confundirs­e. La primera es una copa o cuenco de piedra de calcedonia, con una altura de 7 cm y 9,5 cm de diámetro. Según la datación del arqueólogo Antonio Beltrán, la copa superior podría ubicarse en torno al siglo I d.C.

L a segunda par te es el pie y las asas, el primero con una columna central hexagonal y una tuerca redonda al medio y acaba en dos pequeños platos, el primero de ellos que sería en el que se apoya la copa superior y el segundo donde se sostiene el pie. L as asas se asemejan a serpientes y su base, de forma elíptica, contiene veintiocho perlas, dos rubíes y dos esmeraldas, destacando el trabajo en oro.

Este cáliz valenciano, según indica la tradición aragonesa, habría permanecid­o en Roma hasta el pontificad­o de San Sixto II (desde 257 a 258). Debido a las persecucio­nes mandó que el Santo Cáliz fuera puesto a buen recaudo por parte del joven diácono Lorenzo, originario de Huesca, escondiénd­olo en casa de sus padres, en las proximidad­es de la ermita de la Virgen de Loreto. Así también se narra en un

documento de la Biblioteca Nacional de Madrid, del siglo XVII, que se titula Vida y martirio del glorioso español

San Laurencio, de Lorenzo Mateu y Sanz, que derivaría de la traducción de otro manuscrito original, del siglo VI y cuyo autor sería el abad Donato, que cuenta la historia particular de San Lorenzo y de cómo dio a un legionario llamado Precelio: “Algunas memorables reliquias, de forma que pudiera enviarlas a Hispania; entre ellas estaba la archirreno­mbrada copa en la que

Cristo consagró su preciosa sangre la noche de la Última Cena”.

En Aragón se encuentran lugares relacionad­os con el Grial como en la ruta del Santo Cáliz: la cueva de Yesa, San Pedro de Siresa, San Adrián de Sásabe, San Pedro de la Sede Real de Bailo y la catedral de Jaca.

En Vida de de S. Lorenzo, de Carreras Ramírez, Canon de Zaragoza, el 14 de diciembre de 1134, hace una reseña del Santo Cáliz en el monasterio de San Juan del Peña: “En un arca de marfil está el

Cáliz en que Cristo Nuestro Señor consagró su sangre, el cual envió San Laurenzo a su patria, Huesca”.

El rey Martín I el Humano, en 1399 trasladarí­a la reliquia al palacio de la Aljafería de Zaragoza en custodia de la corona de Aragón. En épocas posteriore­s pasaría por Barcelona según inventario de posesiones personales del monarca, fechado en septiembre de 1410. En 1424 el rey Alfonso elMagnánim­o trasladó el Santo Cáliz a la capilla del palacio real de Valencia como agradecimi­ento a la lealtad de esta tierra y sus guerreros, siendo en 1437 cuando se entrega al Cabildo Catedralic­io como prenda por un préstamo de 40.000 ducados de oro para financiar las guerras que se mantenían en Italia.

El Santo Cáliz de Valencia siempre ha permanecid­o en su catedral salvo durante la invasión napoleónic­a y la Guerra Civil española, momentos en los que fue trasladado a Carlet o en dos “visitas” al Monasterio de San Juan de la Peña en los años 1959 y 1994.

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