Mas Alla Monografico (Connecor)
¿Es posible FOTOGRAFIAR a un fantasma?
Puedes escucharlos en el silencio de la noche; cuando apagas la televisión y no hay nadie en casa y el ruido de sus pasos, arrastrando cadenas, se confunde con el crujido de los muebles. Son los FANTASMAS, seres que habitaron este mundo y ahora deambulan en el MÁS ALLÁ, y cuya presencia puedes sentir a tu lado… aunque no creas en ellos. ¿Te atreves a fotografiarlos?
Internet y programas divulgativos de misterio son los principales expositores de i nstantáneas de f antasmas o “extras”, en las que caprichosos juegos de sombras parecen conjugarse generando siniestras siluetas que son interpretadas como manifestaciones del “Otro Lado”. Hoy, cuando todo el mundo dispone de una cámara móvil, la casuística de supuestas instantáneas del Más Allá se ha multiplicado. Hasta llegar al self ie con un moderno iPhone donde parece per filarse una extraña sombra detrás nuestra, l as primeras i mágenes de fantasmas surgieron a mediados del siglo XIX, casi al mismo tiempo que se inventaba la fotografía y se celebraban sesiones de espiritismo. Pero, ¿son auténticas estas imágenes que pretenden evidenciar la existencia de un plano invisible interactuando con el nuestro? ¿Podemos alejar el temor de que “alguien” pueda aparecer en un self ie justo antes de irnos a dormir?
la necesidad de fotografiar fantasmas
Es a par tir de la segunda mitad del siglo XIX cuando surgen en Estados Unidos los estudios fotográficos donde, previa invocación mediúmnica, se captan las primeras imágenes de fantasmas sobreimpresionadas sobre los retratos de sus seres queridos. Pero, antes de conocer la singularidad de estos gabinetes, será necesario conocer las circunstancias previas que delimitan el contexto en el que nace la fotografía psíquica…
En 1848 las hermanas Fox, residentes a escasos kilómetros de Nueva York, afirman recibir comunicaciones de un espíritu del purgatorio. Su testimonio –producto de una travesura de adolescencia– inaugura en Estados Unidos un movimiento, de carác ter devoto, que pretende sustituir a la religión al facilitar la comunicación entre vivos y muertos mediante sesiones mediúmnicas. Esta confesión se extenderá en Europa encontrando su referente en el doctrinario de Allan Kardec.
A par tir del primer antecedente de una placa impresionada, obtenida por Joseph N. Niépce (1765-1833) en 1824, en Francia, y los posteriores daguerrotipos, hacia comienzos de la década de 1850, empieza a desarrollarse la instantánea fotográfica.
Probablemente esas primeras imágenes, a veces un tanto vaporosas y translúcidas – casi fantasmales–, que inmortalizan para la eternidad el retrato de alguien vivo a través de su impresión en una rudimentaria placa fotográfica, alimentará la idea de fotografiar espíritus.
Es probable que esta posibilidad surgiera como consecuencia de l a sobreexposición de manchas difusas, cuyos caprichosos perfiles permitían ser interpretados, con un exceso de fantasía e ingenuidad, como una anomalía sin explicación. De la misma manera que George Méliès (1861-1938) i deó el primer efecto especial –conocido como stop trick–, consistente en hacer desaparecer un objeto o persona de una escena cuando, accidentalmente se atascó el metraje mientras rodaba el tráfico de París (Francia). Estas “aberraciones fotográficas” pudieron ser el preludio de l os primeros fotomontajes deliberados de doble exposición para crear imágenes de fantasmas.
A la conjugación de espiritismo y desarrollo de la técnica fotográfica se añade un conflic to bélico sin precedentes: la Guerra de Secesión (1861-1865), que enfrenta a Unionistas ( estados del Norte) y Confederados (estados sureños) en una terrible contienda civil. El más dramático y devastador episodio en l a historia de Estados Unidos dejó una sociedad completamente afligida, cuyo saldo de víc timas se estima en torno a los 750.000 muertos –lo que representa más del 2% en una población que oscilaría alrededor de l os 35 millones de habitantes–. La necesidad de recomponer el duelo emocional de muchas familias que habían perdido a sus seres queridos durante la guerra, constituyó el principal exponente en la ecuación de circunstancias que generaron el caldo de cultivo necesario para el surgimiento de l a “fotografía de espíritus”.
primeras imágenes del más allá
Es en este escenario donde encontramos a un personaje, libre de escrúpulos, quien comenzó a facturar en un lucrativo negocio que mercadeó con los sentimientos: la fotografía de seres difuntos. Se trata del estadounidense William H. Mumler (18321884), un or febre afincado en Nueva York, a quien se le atribuye el mérito de popularizar las primeras imágenes del “Más Allá”.
En realidad, Mumler no descubrió nada que no estuviera ya presente en la foto - grafía ar tesanal de la época. Antes que él, a mediados de la década de 1850, inventores como el escocés David Brewster (1781-1868) desarrollaron, aunque con