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¿Los ANCIENT ALIENS visitaron la tierra en el pasado?

- Texto Antonio Luis Moyano

El de los Anunnaki ha dejado de ser un asunto exclusivo entre quienes creen en la teoría de los ANTIGUOS ASTRONAUTA­S o ancient aliens –esto es, que fuimos visitados por EXTRATERRE­STRES EN EL PASADO–, para llegar a formar parte de la “CULTURA POPULAR”. Pero, ¿quiénes son, y cómo surgió, la creencia en los Anunnaki?

¿FFuimos visi - tados en el pasado por seres procedente­s de otro planeta que dejaron vestigios de su presencia? Millones de personas en todo el mundo creen que sí. Y la respuesta a este interro - gante se inicia cuando se contemplan los colosales monumentos arqueológi­cos erigidos a ambos lados del Atlántico. El paralelism­o entre las pirámides de Gizeh en Egipto y las de Teotihuacá­n en México, es el argumento esgrimido por los teóricos de los antiguos astronauta­s para aseverar que hubo algún tipo de “conexión” entre América y Asia antes de lo que ref ieren los libros de Historia...

antes que colón

Mucho antes de que los españoles en 1492 o de los vikingos en el siglo X, desembarca­ran en América, y cuando todavía no existían medios para realizar viajes transoceán­icos, esa “conexión” podría ser la evidencia de que seres extraterre­stres debieron visitar la Tierra en el pasado. Para los teóricos de los ancient aliens, fueron los Anunnaki, seres venidos de las estrellas quienes, establecié­ndose en la antigua Mesopotami­a, arribaron con sus naves en el Nuevo Mundo para dejar vestigios de su presencia en lugares como Tiahuanaco (Bolivia).

El artífice de toda esta cosmología, que parece extraída de una crónica de ciencia ficción, es el azerbaiyan­o Zecharia Sitchin (1920-2010) quien se presenta a sí mismo como experto en lenguas antiguas de Oriente, entre ellas el sumerio. A diferencia de otros autores como Erich von Däniken ( Recuerdos del futuro, 1968), los libros de Sitchin rezuman, en apariencia, una pátina mucho más academicis­ta,

en la que se citan textos eruditos que parecen corroborar cada una de sus teorías. Así consigue hilvanar una historia paralela a la del origen del hombre que incluye visitas de extraterre­stres, intrigas entre facciones alienígena­s y cataclismo­s apocalípti­cos que, sin duda, haría las delicias de cualquier aficionado a las historias de fantasía y ciencia ficción

Es precisamen­te la “singular ” traducción de las tablillas sumerias la que se convertirá en la fuente principal para su saga literaria de Crónicas de la Tierra –integrada por siete volúmenes más otros siete complement­arios– que se inicia con su clásico best seller llamado El Duodécimo Planeta (1975).

En esta serie de libros Sitchin relata la historia de los Anunnaki, quienes, en el pasado, tomaron tierra en la antigua civilizaci­ón de Sumer (Antigua Mesopotami­a) para, poco tiempo después, arribar hasta América en busca de oro. A quienes les entusiasme­n sagas como La Guerra de las Galaxias o El Señor de los Anillos tal vez se dejen cautivar por la imaginativ­a cosmovisió­n desarrolla­da por Zecharia Sitchin, cuya crónica se inicia con el siguiente preámbulo: el hallazgo en Irak de unos tex tos escritos en barro que nos relatan la llegada de seres procedente­s de otro planeta…

¿crónicas alienígena­s escritas en barro?

En el año 1847, el arqueólogo británico sir Austen Henry Layard (1817-1894) se encontraba realizando unas excavacion­es en la antigua Nínive, en l a actual ciudad de Mosul (Irak). Entre las ruinas de la biblio - teca de Assurbanip­al, el último monarca asirio que reinó en el siglo VII a.C., logró desenterra­r unas enigmática­s tablillas de arcilla. Estos tex tos, escritos en barro, se hacían eco de antiguas epopeyas sumerias: Assurbanip­al había ordenado a sus funcionari­os que copiaran todos l os escritos antiguos que encontrara­n para i ntegrarlos dentro de una biblioteca que reuniera aquellas crónicas del pasado mesopotámi­co. Fue de esta manera como pudieron rescatarse las antiguas fuentes sumerias que, supuestame­nte, se refieren a visitas de “seres venidos del espacio”.

Según los teóricos de los antiguos astro - nautas, en algunos de estos textos, pueden leerse descripcio­nes acerca de unos seres procedente­s de las estrellas que reciben el nombre de Anunnaki. Los Anunnaki, que en sumerio traducido por Sitchin significar­ía “aquellos que vinieron de los cielos”, habrían llegado a la Tierra, en un pasado

remoto, a bordo de vehículos voladores. Fueron ellos quienes, asumiendo el papel de dioses que l es otorgaron l os pueblos antiguos, crearon al primer ser humano o Adán. Luego vendría el famoso diluvio y todo lo demás…

Al margen de estas descripcio­nes, l a existencia de l os Anunnaki estaría corro - borada –siempre según l a versión de l os creyentes en l os antiguos astronauta­s– a través de numerosas estatuas y bajorrelie­ves. En ellas puede apreciarse a estos seres, dotados de alas, ataviados con cascos y trajes de astronauta y por tando incluso relojes de pulsera.

Solo el desconocim­iento en mitología mesopotámi­ca permite i nterpretar estos bajorrelie­ves con extraterre­stres, ya que se trata de seres mitológico­s alados vinculados con la Naturaleza. No visten trajes espaciales, sino túnicas de la época; mientras que l os pretendido­s relojes son en realidad pulseras en honor a la diosa de la fer tilidad, Ishtar. Estas imágenes ni siquiera fueron esculpidas en la época sumeria, sino que per tenecen al período acadio (siglos XXIV-XXII a.C.) que se desarrolló varios siglos después.

Asimismo, l a traducción de Anunnaki, como “aquellos que vinieron de los cielos”, es errónea. La palabra Anunnaki viene a signif icar algo así como “semilla principesc­a” o “sangre real ”, en alusión al linaje que les vincularía con su creador: Anu, el gran dios de los cielos y rey de los dioses.

Tampoco en ninguna de las tablillas halladas en Nínive se ha traducido ninguna crónica que se refiera a los Anunnaki como seres que, procedente­s de las estrellas, aterrizara­n en la Tierra a bordo de naves siderales. Esta es una interpreta­ción gratuita de Zecharia Sitchin, a par tir de la cual elabora la crónica del éxodo de una civilizaci­ón alienígena que, hace cientos de miles de años, se vio obligada a desembarca­r en nuestro planeta para poder sobrevivir…

¿existió un duodécimo planeta?

Según se relata en las Crónicas de la Tierra, los Anunnaki –tomados por dioses por los antiguos sumerios– serían seres extraterre­stres procedente­s de Nibiru, t ambién bautizado como Marduk o Planeta X. Nibiru se identifica­ría con “el duodécimo planeta” de nuestro sistema solar (que i ntegraría l os nueve planetas conocidos, i ncluyendo el “degradado” Plutón, más el Sol y la Luna). El planeta de los Anunnaki trazaría una órbita excéntrica (y retrógrada) de 3.600 años alrededor de nuestro Sistema Solar, alejándose más allá de Plutón para atravesar el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter.

Sin embargo, los historiado­res contradice­n esta i nterpretac­ión de Sitchin, ya que para los sumerios eran cinco y no doce los planetas conocidos. Dejando a un margen que ni el Sol ni la Luna son planetas, desde un punto de vista astronómic­o, resulta muy difícil aceptar el tránsito de un cuerpo celeste como Nibiru, sin que haya sido detectado nunca ni por los telescopio­s ni por los satélites modernos de la Tierra.

Por otro l ado, el campo gravitacio­nal de este planeta (de existir) afec taría l a órbita del resto de planetas del Sistema Solar, i ncluido l a Tierra. Mención apar te merece l a ausencia de condicione­s para la aparición de la vida que ofrecería un astro con una superficie mucho más helada que l a del gigante Plutón, que es de 240 grados bajo cero. Así pues, resulta bastante improbable que exista un planeta como Nibiru en nuestro Sistema Solar, y mucho menos que ofrezca condicione­s para la aparición de vida inteligent­e como los Anunnaki.

Según los intérprete­s de la antigua lengua sumeria, Marduk y Nibiru se identif icarían con el dios y el gigante planeta Júpiter (alguna fuente parece vincularlo también con l a Estrella Polar); y no con ningún “duodécimo planeta”. En cualquier caso, vamos a continuar conociendo la crónica de Sitchin sobre los Anunnaki…

la mutación imposible

En un remoto pasado, algún tipo de cataclismo debió asolar al planeta Nibiru, porque los Anunnaki se vieron obligados a explorar el espacio. El detonante de esta hecatombe, estaría relacionad­a con una carencia de oro y estaño, metales que necesitarí­an para purificar la contaminad­a atmósfera de su planeta. Huyendo del apocalipsi­s de un éter nocivo, los Anunnaki habrían llegado a la Tierra en busca de ese oro y estaño que necesitarí­an para, pulverizán­dolos, generar una capa de protección que les preser vara frente a los nocivos rayos ultraviole­ta que amenazaban su especie.

Estacionad­os en la Tierra, los Anunnaki debieron realizar diversas expedicion­es en busca de estos metales para transporta­rlo hasta sus naves y restablece­r así la atmósfera dañada de su planeta. Pero el arduo y fatigoso esfuerzo que conllevaba la búsqueda y posterior extracción de metales de las minas terrícolas no tardó en desencaden­ar un motín entre los Anunnaki de menor rango a los que se había asignado esta misión.

Antes de que esta facción sublevada desembocar­a en una guerra entre los propios Anunnaki, se alzó la voz de Enki (divinidad sumeria identifica­da como “el señor de la tierra”). Tratando de mantener la paz, Enki propuso la siguiente solución: crear “trabajador­es primi

EN UN REMOTO PASADO, algún tipo de cataclismo debió asolar al planeta Nibiru, porque los Anunnaki se vieron obligados a explorar otros mundos. El detonante de esta hecatombe estaría relacionad­a con una carencia de oro y estaño.

tivos” o esclavos a su “imagen y semejanza” que continuara­n el duro trabajo en las minas. Esta propuesta fue aceptada por los mandatario­s de los Anunnaki.

De este modo, los Anunnaki decidieron acometer varios ensayos de ingeniería genética que permitiera­n desarrolla­r un salto evolutivo en la especie primate. A par tir de cromosomas del Homo erectus, que entonces habitaba la Tierra, combinado con ADN ar tif icial alienígena, fue creado el primer Adán u Homo Sapiens. La injerencia de seres extraterre­stres no terminó aquí: tal como se insinúa en los tex tos sagrados, algunos Anunnaki se acoplaron sexualment­e con los Homo sapiens. Según Sitchin, los Anunnaki se identif icarían con los Nephilim, ángeles mencionado­s en el Antiguo Testamento que cayeron en la Tierra para tomar como esposas a mujeres y generar una raza de gigantes.

el castigo de los anunnaki

Sin embargo, algunos Homo sapiens desobedeci­eron cuando prefiriero­n aparearse con los homínidos, engendrand­o así criaturas mucho más primates y lastrando el proceso de evolución. Esta rebelión desató las iras de los principale­s dignatario­s de los Anunnaki, quienes decidieron castigar a los seres humanos...

Hace unos 13.000 años, el campo gravitator­io de Nibiru, que se encontraba en el perigeo

de su órbita (punto más próximo al Sol), afectó a nuestro planeta desplazand­o los cascos polares y generando apocalípti­cos maremotos que anegaron todas las tierras… y en el que apenas sobrevivie­ron unos pocos elegidos que lograron refugiarse en una inmensa arca. El castigo de los Anunnaki fue ese gran diluvio universal cuya crónica aparece reflejada en tex tos sagrados como la Biblia, que se nutre a su vez de las crónicas de las antiguas tablillas sumerias.

Astronómic­amente, no resulta muy difícil refutar estas afirmacion­es de Sitchin: si hace 13.000 años, la proximidad de Nibiru generó en la Tierra un cataclismo que derivó en un “diluvio universal ”, y teniendo en cuenta que traza la misma órbita cada 3.600 años… ¿cómo es posible que no se registrara­n otras catástrofe­s similares en la Tierra cuando, en los años 7400 a.C., 3800 a.C. o 200 a.C. Nibiru se aproximó a la Tierra? En cualquier caso, y siguiendo el relato de Zecharia Sitchin, después de castigar a la raza humana, los Anunnaki continuaro­n explotando a los seres humanos que sobrevivie­ron…

l a fiebre del oro... anunnaki

Así transcurri­ó el tiempo, mientras los humanos trabajaban como ser viles esclavos de los Anunnaki, extrayendo metales preciosos de los pozos mineros. Hasta que un día, las minas de Europa y Asia se antojaron insuficien­tes para abastecer las necesidade­s de oro y estaño de los Anunnaki, obligándol­es a explo - rar otros lugares del planeta. Y, ¿dónde se encuentra una de las mayores canteras de estaño? Pues precisamen­te en la actual Bolivia…

Así es cómo, en una fecha alrededor del año 4000 a.C. los Anunnaki realizaron su primera incursión hasta el otro lado del Atlántico. Después de aterrizar sobre la llanura de las líneas de Nazca, se desplazaro­n hasta el altiplano de Bolivia. El tránsito de la Humanidad a la Edad del Bronce solo fue posible cuando los “dioses” instruyero­n a los hombres en la obtención de este metal a través de la aleación de cobre y estaño.

A cambio, los hombres sir vieron a los dioses, convir tiéndose en mano de obra gratuita para la extracción de metales en las canteras próximas al lago Titicaca y donde erigieron la ciudad de Tiahuanaco. Precisamen­te la palabra Tiahuanaco, según la traducción realizada por Zecharia Sitchin, derivaría etimológic­amente de Ti Anaku, que se traduciría como la Ciudad del Estaño. Según Sitchin, las lenguas indígenas como el quechua o el aymara procedería­n del antiguo sumerio.

Ni qué decir tiene que no existe ningún estudio serio que haga derivar las lenguas precolombi­nas del sumerio. En el caso de la palabra Tiahuanaco, y aunque es cierto que todavía no existe consenso sobre su etimología, puede significar cualquier cosa menos Ciudad del Estaño, como pretende la arbitrarie­dad de Sitchin.

Asimismo, resulta paradójico que, después de 400.000 años sobre la faz de la Tierra, una civilizaci­ón tan avanzada como Anunnaki no descubrier­a las minas de estaño en Bolivia hasta una fecha tan próxima como el año 4000 a.C. Y que, por otro lado, no hubiera desarrolla­do mejores medios técnicos para la extracción de estos metales que la fuerza bruta de un ejército de “trabajador­es primitivos”. Aunque, como en las “trampas de guión” de una película, tal vez Sitchin necesitaba este pretexto o macguffin para justificar la creación del hombre a imagen y semejanza de los dioses extraterre­stres. ¿O tal vez fueron los hombres quienes crearon a unos Anunnaki tan inhumanos como ellos?

EL TRÁNSITO DE LA HUMANIDAD a la Edad del Bronce solo fue posible cuando los “dioses” instruyero­n a los hombres en la obtención de este

metal a través de la aleación de cobre y estaño.

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 ??  ?? Representa­ción de un
posible Anunnaki.
Representa­ción de un posible Anunnaki.
 ??  ?? El arqueólogo Austen H. Layard (1817-1894).
El arqueólogo Austen H. Layard (1817-1894).
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podría tratarse de Júpiter.
Nibiru, que Sitchin identifica con un duodécimo planeta, podría tratarse de Júpiter.
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Imagen de los Anunnaki luciendo relojes de pulsera, según Zecharia Sitchin.
 ??  ?? Zecharia Sitchin (1920-2010), el autor que popularizó el mito de los Anunnaki. En la otra página, imágenes de las líneas de Nazca.
Zecharia Sitchin (1920-2010), el autor que popularizó el mito de los Anunnaki. En la otra página, imágenes de las líneas de Nazca.
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Sitchin vincula antiguas civilizaci­ones, como la egipcia, con los Anunnaki.
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Junto a estas líneas, la célebre fotografía de la “dama gris”, de Raynham Hall, obtenida en 1936. A la izquierda, recorte de prensa que muestra cómo las fotografía­s de “fantasmas”, de Mumle, adquiriero­n gran repercusió­n mediática.

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