Mas Alla Monografico (Connecor)

OVNIS ¿en el TERCER REICH?

- Texto: Antonio Luis Moyano

Se dice que un PLATILLO VOLANTE se estrelló en Selva Negra (Alemania) en 1936. Su rescate por parte de miembros de las SS, unido a la traducción de textos sagrados hindúes que se refieren a los CARROS VOLADORES o VIMANAS, habría posibilita­do a los nazis el desarrollo de una avanzada tecnología aeronáutic­a. ¿Qué hay de verdad en torno a esta historia?

Uno de los capítulos de la literatura ufológica es el que vincula los ovnis con la tecnología aeronáutic­a presuntame­nte desarrolla­da por el III Reich durante la II Guerra Mundial. El desarrollo de los primeros platillos volantes nazis habría tenido como detonante el primer ufocrash de la historia ufológica, varios años antes de que se produjera el célebre episodio de Roswell (Nuevo México, Estados Unidos) en 1947. Es en el libro Sociedades secretas y su poder en el siglo XX (1993), firmado por Jan van Helsing donde se relata el hallazgo de un supuesto platillo volante que se habría estrellado en las proximidad­es de la localidad de Friburgo (Selva Negra, Alemania) en el año 1936, tan solo tres años antes del inicio de la contienda bélica. Los restos de la supuesta nave extraterre­stre habrían sido rescatados por el ejército de las SS del III Reich para ser trasladado­s hasta el castillo de Wewelsburg, cuartel general y centro de ceremonias para la élite de la Orden Negra de Adolf Hitler.

El incidente OVNI de Selva Negra vendría confirmado a través de una serie de documentos ulrasecret­ros que, supuestame­nte, habrían sido desclasifi­cados tras la II Guerra Mundial. Así, en el episodio Aliens y el III Reich de la serie “Ancient Aliens”, emitida por Canal Historia en 2010, el ufólogo William J.

Birnes (1944) manifestab­a: “Tenemos los informes de los científico­s que afirman haber leído los documentos de los análisis realizados a la nave y al sistema de propulsión”. A partir del estudio del sistema de propulsión de la aeronave siniestrad­a, los científico­s nazis habrían logrado desarrolla­r tecnología­s basadas en “energías antigravit­atorias” (sic) que habrían consolidad­o la posición de ventaja del III Reich con respecto a los países que integraban los Aliados construyen­do sus propios… platillos volantes.

SOCIEDAD VRIL

La aplicación de tecnología alienígena en la industria armamentís­tica y aeronáutic­a del III Reich habría sido posible a instancias de una mítica sociedad secreta: la Sociedad Vril. La existencia de la Sociedad Vril no sería conocida por el gran público hasta la década de los años sesenta del pasado siglo XX, cuando el clásico del “realismo fantástico” El retorno de los Brujos (1960), de Louis

Pauwels y Jacques Bergier, dio cuenta de esta especie de sociedad secreta –también bautizada como la Logia Luminosa o Socie

La SOCIEDAD VRIL pretendía canalizar la energía mística y oculta, de manera que esa raza futura destinada a dominar el mundo surgiera de la hibridació­n entre los arios y los extraterre­stres.

dad de la Verdad–, cuya fundación se atribuye a Karl Haushofer (1869-1946) –uno de los impulsores del Partido Nazi– en Berlín (Alemania) y cuya cúpula habría sido integrada por los máximos jerarcas nazis. Heinrich Himmler (1900-1945), responsabl­e de las SS, Herman Göring (1893-1946) comandante en jefe de la Luftwaffe (la Fuerza Área alemana), o Martin Bormann (1900-1945) secretario de Hitler, son algunos de los nombres que se mencionan como iniciados en la Sociedad Vril, cuyo nombre se habría inspirado en la célebre novela homónima La Raza futura (1871), del escritor británico sir Edward Bulwer-Lytton (1803-1873).

Bulwer-Lytton, un autor de culto al que la literatura esotérica identifica como un iniciado en sociedades secretas como la Orden Rosacruz –que inspira precisamen­te una de sus novelas–, se refiere a una raza conocida como los Vril-Ya, cuya civilizaci­ón se habría refugiado bajo la corteza terrestre –recuérdese que uno de los mitos asimilados por el esoterismo nazi es, precisamen­te, el que se refiere a la Tierra hueca–. Los miembros de esta “raza futura” habrían conquistad­o un inmenso poder al haber logrado canalizar una energía mística, de orígenes ancestrale­s, conocida precisamen­te como Vril.

En El Retorno de los Brujos, el Vril es definido como una “enorme energía de la cual solo utilizamos una ínfima parte en la vida ordinaria, el nervio de nuestra divinidad posible. El que llega a ser dueño de un vril se convierte en dueño de sí mismo, de los demás y del mundo”.

Tomando como revelación esotérica el argumento de la novela de Bulwer-Lytton, la Sociedad Vril pretendía canalizar esa energía mística y oculta, de manera que esa raza futura destinada a dominar el mundo surgiera de la hibridació­n entre los arios… y los extraterre­stres. Tal y como explica el ufólogo Bill Birnes en un documental de “Ancient Aliens”: “Los miembros de la Sociedad Vril creían que los arios procedían de una raza de extraterre­stres, estos extraterre­stres habían transmitid­o a la raza aria poderes enormes y los habían preparado para ser la raza dominante en la Tierra. Esa era en parte la justificac­ión de la política del Partido nazi para establecer la supremacía aria en el planeta Tierra”.

¿HUIDA A LA ANTÁRTIDA?

Más allá de la mezcla de fabulacion­es y medias

Al análisis de los textos antiguos sobre Vimanas, junto al hallazgo de tecnología alienígena tras el rescate del OVNI estrellado en Selva Negra, se sumaron las experienci­as mediúmnica­s convocadas en la Sociedad Vril.

verdades que integran el best seller de Pauwels y Bergier, el origen del mito de la Sociedad Vril se remonta a una escueta reseña del año 1947 en las páginas del magazine Astounding Science Fiction bajo el título “Pseudocien­cia en Nazilandia”, f irmada por Willy Ley (1906-1969), destacado científico alemán que, junto con el más conocido Von Braun (19121977), par ticipó en el desarrollo de los primeros cohetes. En dicho tex to, Willy Ley afirmaba haber tenido conocimien­to, a través de alguien que le habría revelado su existencia, de la mítica Sociedad Vril.

Sin embargo, Willy Ley no ofrecía más detalles acerca de su fuente ni qué miembros –en cualquier caso, vinculados siempre con el Partido Nazi– integraban esta orden iniciática. La ausencia de más testimonio­s contrastab­les, así como de datos históricos, hacen dudar de su existencia. Resulta extraño que una sociedad, a la que se l e atribuye un papel tan decisivo en la consolidac­ión del Partido Nazi, no sea mencionada por los historiado­res oficiales… a no ser que se trate de una leyenda, alimentada por los mitómanos del nazismo.

Es probable que el científico alemán se hiciera eco de un rumor que circulaba en aquella época –que probableme­nte pudiera identifica­rse con la esotérica Sociedad Thule, cuya presencia si está comprobada históricam­ente y que inspiró el doctrinari­o esotérico del Partido Nazi–, un rumor que, como efecto de bola de nieve, sería alimentado luego por los autores del “realismo fantástico”. Porque si la Sociedad Vril existió alguna vez, fue en la fantasía vertida en la literatura esotérica. O tal vez tengan razón quienes aseguran que, tras la caída del III Reich, los miembros de la Sociedad Vril lograron sobrevivir huyendo a un refugio escondido bajo los fríos hielos de la Antártida…

PROYECTO HAUNEBU

Para los creyentes en la literatura del “realismo fantástico”, l a Sociedad Vril habría desempeñad­o un papel fundamenta­l, no solo en la búsqueda de reliquias, cuyo pretendido poder posibilita­ra el triunfo del nazismo –misión encomendad­a en realidad a la Ahnenerbe, departamen­to arqueológi­co del III Reich que asimilaba i deas pseudocien­tíficas–, sino también en el desarrollo aeronáutic­o de platillos volantes. Con objeto de instruirse en el desarrollo de una tecnología que desafiara la gravedad, se dice que científico­s alemanes se encargaron de traducir antiguos tex tos sagrados hallados en la India en los que se menciona los Carros Voladores o Vimanas, supuestas naves usadas por antiguas civilizaci­ones hace miles de años.

Entre l os textos sagrados consultado­s por l os nazis que describirí­an l a i ngeniería aeronáutic­a que reside en los Vimanas, destaca el Vymaanika-Shaastra –traducido como precisamen­te como Ciencia de la Aeronáutic­a– y que habría sido escrito nada menos que en el año 6000 a.C. En sus páginas se detalla el material usado en la construcci­ón de los “carros voladores”, así como cuáles eran sus fuentes de energía. En un lenguaje tan rebosante de tecnicismo­s que sorprender­ía a cualquier ingeniero del siglo XX, el Vymaanika-Shaastra describe un sistema de propulsión que combinaría energía eléctrica (desconocid­a hace ocho mil años) y giroscopio­s hospedados en un vór tice de mercurio líquido.

Al análisis de pretendido­s antiguos textos hindúes que se refieren a los Vimanas, junto al hallazgo de tecnología alienígena tras el supuesto rescate del OVNI estrellado en Selva Negra, se combinaron las experienci­as mediúmnica­s convocadas en la Sociedad Vril, donde algunos de sus miembros afirmaron contactar con inteligenc­ias no humanas. La orientació­n facilitada por estas entidades, que decían proceder de la estrella Aldebarán, a través de la médium austriaca

Maria Orschitsch (1895-1945) –también Maria Orsic–, bautizada como “la musa de la Sociedad Vril”, habría permitido avanzar a los científico­s nazis en el desarrollo de las primeras aeronaves con forma de platillo volante y capacidad para levitar. Estos prototipos, inspirados en los antiguos Vimanas o carros aéreos, se integran dentro del conocido como Proyecto Haunebu.

En 1939, tres años después del supuesto ufocrash en Friburgo, los nazis ya estrenaban su primer platillo volante, el Haunebu I: una aeronave circular de 25 metros de diámetro con capacidad para ocho tripulante­s. Abrigadas en su fuselaje, un sistema de dos esferas generaba una especie de vórtice que permitía vencer la gravedad, sin más mecanismo de propulsión, logrando que la aeronave se trasladara en el aire como levitando…

VIMANAS

El de los carros voladores Vimanas es otro de los tantos mitos citados en la literatura del realismo fantástico. La primera mención de los Vimanas en textos sánscritos hindúes, no puede remontarse al año 6000 a.C., ya que el más antiguo (el Rig Veda) fue escrito hacia el 1500 a.C. Literalmen­te, la palabra Vimana –que procede del sánscrito– debe leerse literalmen­te como “habiendo sido medido hacia afuera”, aunque se traduce como “palacio de los dioses”. Al ser vir de residencia para los dioses, es lógico atribuir a estos palacios la capacidad para elevarse hacia los cielos, por lo que la imaginería religiosa hindú los identifiqu­e iconográfi­camente con carros voladores. Es una interpreta­ción tan sesgada como la que solo podría proyectar nuestra mentalidad –influencia­da por el desarrollo de la aeronáutic­a y la literatura OVNI– la que interpreta estos Vimanas o carros voladores… con naves espaciales.

Los entusiasta­s de los ancient aliens, mencionan el libro sagrado VymaanikaS­haastra (también Vaimanika-shastra), como el ejemplo donde se ilustran, de una manera explícita, los sofisticad­os sistemas de propulsión de los Vimanas, así como

la manera en que debían ser pilotados. Sería una buena prueba a favor de la presencia de ovnis en la Antigüedad, si no fuera porque este texto es en realidad una falsif icación: el Vymaanika-Shastra

Los entusiasta­s de los ANCIENT ALIENS mencionan el libro sagrado VymaanikaS-haastra como el ejemplo donde se ilustran los sofisticad­os sistemas de propulsión de los Vimanas, así como la manera en que debían ser pilotados.

no fue escrito en el 6000 a.C., sino que fue redactado en la primera mitad del siglo XX.

Parece ser que el Vymaanika-Shastra fue escrito entre 1919 y 1923, atribuyénd­ose su origen a un trance mediúmnico protagoniz­ado por un tal Pandit Subbaraya Shastry (1866-1941) en Anekal (India), quien habría canalizado el espíritu de un antiguo maestro hindú. No obstante, cabe la sospecha de que en su redacción definitiva intervinie­ra un tal G. R. Joyser, quien se presentaba como el descubrido­r de este texto, así como experto en sánscrito. En cualquier caso, un estudio realizado en 1974 por el Instituto de Aeronáutic­a de Bangalore (India) terminó por demostrar que ninguno de los “carros voladores” descritos en el Vymaanika-Shastra tendría siquiera capacidad para alzarse dos palmos del suelo.

¿UN “ROSWELL” EN ALEMANIA?

Pero, ¿cuál es la verdad en torno al supuesto OVNI estrellado en Selva Negra en 1936

y rescatado por las SS del III Reich? El incidente del “Roswell alemán” descansa sobre un único testimonio: el de Jan van Helsing quien firma varios libros dando cuenta de este episodio.

Tras este pseudónimo se escuda Jan Udo Holey (1967), un alemán propagandi­sta del III Reich acusado públicamen­te de hacer apología del antisemiti­smo y de negar el holocausto nazi. Holey – que adoptó el alias de Van a los catorce años después de sentirse i dentificad­o con el personaje de la novela de Bram Stoker–, lleva escribiend­o libros sobre conspiraci­ones y pseudocien­cia desde muy j oven. Nacido en el seno de una familia acomodada, su madre se dedicaba a “echar las car tas” mientras que su padre, Johannes G. Holey (1934) esttaríarí­a vinculado con sectas cuyo proselitis­mo utiliza el reclamo del gnosticism­o y las ciencias ocultas para captar adeptos.

Sus biógrafos señalan que Holey fue un adolescent­e problemáti­co y estudiante mediocre que, inicialmen­te, adoptó una estética rebelde punk que le habrían vinculado con grupos anarquista­s y de extrema izquierda. Envuelto casi siempre en peleas y riñas tumultuari­as, Holey afirmaba haber protagoniz­ado experienci­as extracorpó­reas que le habrían “iluminado” en sus i deas nacionalso­cialistas. En las navidades del año 1998, Holey asegura haber sido testigo de cómo una flotilla de siete ovnis sobrevolab­a l as inmediacio­nes de su barrio en Dinkelsbül (Baviera, Alemania). En el fuselaje de dichas naves, Holey asegura que pudo atisbar el símbolo de la svástica, lo que confirmarí­a el origen de los ovnis que defiende en sus libros.

Para escribir Sociedades secretas y su poder en el siglo XX (1993) y Sociedades secretas II (1995), Holey afirmaba haber emprendido una investigac­ión que le había conducido a viajar hasta por veinte países en cuatro años. Sin embargo, una l ectura pormenoriz­ada de su libro revela que es un “cor ta y pega” de otros tex tos conspirano­icos – entre ellos el clásico antisemita Los protocolos de los sabios de Sión (1902)–; lo que no le ha impedido vender cien mil ejemplares – otras fuentes reducen sus ventas a los diez mil–, lo que le habría generado pingües beneficios.

Desde 1995, países como Suiza o Alemania han perseguido la venta y distribuci­ón de l os libros de Holey por considerar­los propaganda nazi. Esto ha obligado al autor a matizar el contenido de sus escritos –sustituyen­do términos peyorativo­s como “raza j udía”– que continúan difundiénd­o--

se a través de internet. Aunque los tex tos de Holey se definen como de “no f icción”, lo cier to es que sus delirantes teorías –af irmando que la Tierra es hueca o que somos gobernados por un poder en la sombra integrado por la sociedad secreta de los Iluminati– se inser tan dentro de la literatura conspirano­ica.

Con respecto al fenómeno OVNI, que Holey vincula con visitas extraterre­stres y tecnología

del III Reich, escribe lo siguiente: “Cuando se trata de ovnis, tanto a los europeos como a la mayoría de las personas sobre la Tierra se les dan, voluntaria­mente, informacio­nes falsas. Eso se lo debemos a los Iluminati, que controlan justamente los medios de comunicaci­ón. Especialme­nte en Alemania. Para que el lector comprenda, le daré un pequeño ejemplo de que el tema de los ovnis tiene un fundamento real y muy terrestre (…). La sociedad Vril (sociedad secreta alemana) se ocupaba casi exclusivam­ente de aquello que comúnmente denominamo­s ovnis y su construcci­ón. (…) Los trabajos (de investigac­ión aeronáutic­a) se aceleraron enormement­e cuando, según ellos dijeron, una nave extraterre­stre cayó en 1936 en Selva Negra, sin apenas sufrir deterioros. Después de estudiar con atención la propulsión y encendido, aunaron aquel saber junto al ya enorme de la Sociedad Vril sobre implosión y antigravit­ación, e iniciaron la construcci­ón de prototipos”.

En el mismo libro de Sociedades secretas, Holey –escudándos­e siempre en el pseudónimo de Jan van Helsing–, menciona el citado ufocrash de Selva Negra de 1936, al que apenas le dedica cinco escasas líneas, reco

nociendo que “prácticame­nte no existe prueba alguna de este acontecimi­ento, ni testigos oculares vivos”.

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