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ALERTA OVNI: ¿CONTACTO EXTRATERRESTRE o experimento sociológico?
¿CONTACTO EXTRATERRESTRE O EXPERIMENTO SOCIOLÓGICO?
En la madrugada del 15 de agosto de 1979, ONCE MILLONES DE PERSONAS se congregaron junto a sus transistores de radio arropados por la voz de un hombre que les señalaba que debían MIRAR A LAS ESTRELLAS. Fue la primera y más multitudinaria ALERTA OVNI convocada en nuestro país. Cuarenta años después, planean numerosos interrogantes: ¿Quién y por qué organizó aquella convocatoria? ¿Se trató acaso de un EXPERIMENTO SOCIOLÓGICO?
“Amigos, buenas noches”. Era el saludo de bienvenida con el que Antonio José Biosca Diaz (1937-2008), más conocido profesionalmente como Antonio José Ales, iniciaba un 1 de agosto de 1978 su andadura frente a los micrófonos de la cadena SER. Agosto Noche era el nombre de la apuesta radiofónica con la que la cadena generalista pretendía cubrir un hueco en la parrilla de la programación de verano. Sin embargo, lo que se antojaba como una emisión efímera para las noches estivales, cosechó el suficiente respaldo de la audiencia como para que el programa continuara más allá del mes de agosto como Medianoche. El éxito radiofónico llegaría al año siguien-
te cuando, bajo la cabecera de Verano Noche, en la madrugada del 14 al 15 de agosto de 1979 organizase un experimento radiofónico sin precedentes: la primera Aler ta OVNI.
Once millones de oyentes, más de quince mil cartas recibidas a la redacción del programa y hasta ochocientos cincuenta grupos de aficionados al misterio, coordinados en casi todos los puntos de la geografía, son algunas de las cifras que permiten calibrar cuál fue el verdadero alcance de la primera Alerta OVNI convocada en nuestro país. Detrás de aquel éxito masivo sin precedentes se abrigaba la voz grave y profunda de un personaje que, todavía hoy, conserva un denso halo de misterio. Y es la vida y el pensamiento del artífice de esta Alerta OVNI son tanto o más misteriosos que los mismos temas que abordó ante los micrófonos de las emisoras de radio más importantes de España. ¿Quién fue realmente Antonio José Ales?
UN CAZADOR DE OVNIS
“Tendría yo catorce o quince años –relata el propio Antonio José Ales–, cuando comencé a interesarme por la posibilidad de la existencia de vida extraterrestre, y me vi inducido a ello a través de las páginas inefables de los periódicos… que publicaban este tipo de noticias de manera destacada. En l a ingenuidad de mi edad y de aquel tiempo, a falta de televisión (afortunadamente) y con lectura, radio y cine como únicos espectáculos, volqué mi fantasía en un tema tan atractivo como exótico”.
En la época de la adolescencia de Ales, a comienzos de la década de los años cincuenta del siglo pasado, la historia de la mitomanía OVNI apenas había comenzado a escribirse: fue en 1947 cuando se popularizó el primer supuesto avistamiento de “no identificados” y el término “platillo volante” apareció en los titulares de prensa. En la aldea del Rocío de Huelva, el joven Ales instaló su equipo fotográfico dispuesto a inmortalizar alguna de las misteriosas luces que numerosos testigos habían afirmado haber visto en la noche: “Mis experiencias en la caza de ovnis están llenas de horas de espera, de barro, de andaduras por todos los caminos, de preguntas a las gentes que podían tener alguna información… Cuando los perros de una granja se inquietan y no se consigue saber por qué, y un resplandor cegador ilumina la noche no hacen falta conocimientos especiales para saber que un fenómeno poco común nos rodea…”.
Después de aquellas eternas noches a la “caza” de ovnis, y antes de adquirir el pseudónimo de Ales, Antonio José Biosca se ganó la vida como repor tero gráfico. Su
Bajo la cabecera de Verano Noche, en la madrugada del 14 al 15 de agosto de 1979 se organizó un experimento radiofónico sin precedentes: la primera ALERTA OVNI.
desembarco en el ámbito del “periodismo del misterio” vendría de la mano del doctor Fernando Jiménez del Oso (1941-2005) que, en la segunda mitad de los años setenta del siglo XX, dirigía y presentaba el programa de televisión Más Allá. Fue en febrero de 1977, cuando Antonio Biosca par ticiparía por primera vez ante las cámaras de T VE mostrando las imágenes que él había captado de supuestos objetos extraños sobrevolando los cielos. Tiempo después, Ales se referiría a aquella época nostálgica de sus primeras apariciones en televisión que anticiparían su llegada a la radio un año después, con esta enigmática frase: “La ‘fama’ comenzaba a llamar a la puerta, ahora necesitábamos los ovnis”.
CONTEMPLANDO LA LEJANÍA DEL UNIVERSO
Al comienzo de su trayectoria como comunicador de estos temas, Ales mantenía una postura de creencia absoluta en la naturaleza objetiva de los fenómenos paranormales y el fenómeno OVNI, hasta el extremo de brindar cauce a teorías esotéricas y pseudocientíficas. Así expresaba sus convicciones en la editorial del primer número de la revista Más allá de Medianoche, que dirigió en 1979: “He tenido la oportunidad de investigar muchos casos y de comprender que hay algo, que no terminamos de entender, que está muy próximo a nosotros. El hecho de que muchas personas no crean en ello no significa nada; igual que en otros tiempos no se creía en los microbios, simplemente porque no se les podía ver, ahora no se cree en ovnis o espíritus porque la mente racional del hombre se niega a admitir la existencia de todo lo que escape a sus esquemas escolásticos”.
En un ejercicio de conspiranoia, Antonio José Ales llegó a denunciar la injerencia de poderes fácticos, como los servicios de inteligencia, que desplegaban su poder para silenciar la realidad del fenómeno OVNI. Así lo expresaba en 1979: “Estamos seguros de que en poder de las centrales de inteligencia de las grandes potencias existen datos importantísimos sobre este fenómeno, pero ellos callan y ocultan”.
En su incursión en el ámbito de la ovnilogía, Ales se adhirió a la teoría de la ortotenia
formulada a finales de la década de los cincuenta del siglo XX por el ufólogo francés Aimé Michel (1919-1992) y que sería importada por el “padre” de la ufología española Antonio Ribera (1920-2001). La teoría de la ortotenia (del griego “tendido en línea recta”) presupone que los ovnis –admitiendo que se trata de vehículos de procedencia extraterrestre– incursionan en nuestro planeta siguiendo unas líneas de navegación determinadas. Su hallazgo se basa en la supuesta agrupación de avistamientos OVNI siguiendo un patrón de alineaciones. Aunque descartada desde mediados de los sesenta del siglo pasado por Jacques Vallée (1939), quien demostró que los supuestos patrones de líneas respondían a simple azar, la teoría de la ortotenia siguió siendo reivindicada por algunos entusiastas del fenómeno OVNI, entre ellos el propio Ales.
En sus incursiones a la “caza” de ovnis, Ales tenía presente el mapa de or totenia elaborado por Antonio Ribera que señalaba aquellos puntos geográficos con mayor densidad de avistamientos. Para el célebre locutor de radio, todas las líneas convergían, como un cruce de caminos, en un punto: Madrid; y más concretamente en la zona de la Casa de Campo. Pero, ¿por qué?
Según Ales, la confluencia de antenas de radio y la posibilidad de interceptar selectivamente sus emisiones, podría ser uno de los objetivos de los ovnis. Asimismo, la Casa de Campo era un lugar estratégico para posibles visitas extraterrestres, al encontrarse a escasos kilómetros de la estación que la NASA mantiene en Robledo de Chavela y las antenas de la instalación de Fresnedillas: “Los ovnis pueden sentirse atraídos (por esta zona) para saber el nivel de información que en la Tierra tenemos sobre el Universo”.
UN UNIVERSO DE DUDAS
El éxito radiofónico alcanzado con Medianoche, convirtió a Antonio Jo sé Al es en un personaje de relevancia mediática. Su firma se convertiría en habitual en publicaciones generalistas como Inter viú, Tribuna o en revistas del corazón como Diez Minutos; siendo invitado en programas tan iconográficos en la histo - ria de la televisión como La Clave.
Sin embargo, a su fe entusiasta defendiendo la visita de seres extraterrestres a nuestro planeta – silenciada, según él, por las esferas gubernamentales–, se fue intercalando un frío des apasionamiento.
En sus incursiones a la “caza” de OVNIS, Ales tenía presente el mapa de ortotenia elaborado por Antonio Ribera, que señalaba los puntos geográficos con mayor densidad de avistamientos.
O, tal vez, Antonio José Ales nunca llegó a creer en la realidad de un fenómeno de cuya existencia pregonaba sin albergar dudas en los micrófonos de la radio...
Porque, para aquel comunicador de la radio, que se había convertido en pionero en transmitir a través de las ondas un mensaje invocando a los extraterrestres, los ovnis
no eran naves espaciales: “El viejo OVNI, si no ha pasado al baúl de los recuerdos, sí al menos ha adquirido su auténtica dimensión de mito de nuestro tiempo. Sin embargo, en aquellos años, que tan lejanos nos parecen, ya a algunos estudiosos, entre los que me cuento, jamás creímos que los platillos volantes fueran naves tripuladas procedentes de lejanos mundos habitados, sino más bien ambiguos fenómenos atmosféricos o meteorológicos, e incluso vehículos militares de las grandes potencias, por lo que obviábamos la anécdota, el folclórico avistamiento, y nos quedábamos con la mera propuesta filosófica, con el reto intelectivo y, sobre todo, con el efecto sociológico que precedía a cualquier avistamiento”. La audiencia de programas como Media
noche debió de palidecer cuando conoció la verdadera opinión de Ales con respecto al fenómeno OVNI: aquellas aler tas que habían congregado a millones de personas frente a los transistores para escudriñar el cielo en busca de señales procedentes del espacio exterior... habían par ticipado, sin saberlo… ¡en un experimento sociológico!
LA RELIGIÓN QUE VINO DEL ESPACIO
En un exceso de sinceridad, en aquel artículo de 1986, Ales confesaba que su entusiasmo siguiendo la pista de los “no identificados” se había desinflado, paradójicamente, tiempo antes de su incursión en el mundo de la divulgación ufológica y de organizar alertas OVNI: “Me lancé a la investigación. Me puse las botas de caminar y cargado de cámaras fotográficas, magnetófonos e incalculables dosis de entusiasmo, inicié lo que, sin duda, sería
la más importante aventura de mi vida. Al principio buscaba ovnis, ¿qué otra cosa podía hacer? Pero, como no los encontraba, me fui prendando del ser humano, de los insondables misterios del hombre, de sus angustias, alegrías y penas y decidía que un día, no tenía prisa, sería novelista para poder contar reposadamente cuantas historias descubrí”.
En una entrevista concedida a otro genio de las ondas como fue Juan Antonio Cebrián (1965-2007) para la revista radiofónica Primycia en junio de 1989, Ales reconocía su total incredulidad con respecto a las cuestiones parapsicológicas que había abordado en sus noches de radio: “No creo en la Parapsicología… en realidad yo hacía esos programas (como Medianoche) porque me contrataron para ello”. En cuanto al fenómeno OVNI, Ales manifestaba: “Muy pronto, con dieciocho años, me di cuenta de que miraba hacia arriba buscando luces extrañas… y no encontraba ninguna. Cuando, en realidad, tenía el misterio a la altura de mis ojos: allí estaban los seres humanos, y cada uno de ellos es un enigma”.
Para Ales, la creencia compartida por muchas personas en las visitas extraterrestres puede interpretarse como un sustituto de las religiones tradicionales. Y no es casualidad que los primeros platillos volantes fueran avistados en un año como 1947: “La deificación del OVN –escribe en La Ufología liberadora–, curiosamente, surge tras la II Guerra Mundial, como si el hombre, tras tan salvaje holocausto, no confiara ya en el Dios de siempre, el de toda la vida. Nace la ufología, ¿políticamente? como una religión sustitutiva. Es la técnica, apoyando a los hombres, quien gana la guerra, quien vence al Hitler-diablo. Y la técnica procede de los Estados Unidos, solo lo americano es bueno, pero es que el OVNI, considerado como nave extraterrestre, además de legarnos conceptualmente de Norteamérica, viene de arriba, de los cielos, de donde antes procedían los seres angélicos”.
¿LA NOCHE DE LOS TRANSISTORES?
Antonio José Ales confesaba haberse percatado de esta ver tiente idolátrica que generaba el fenómeno OVNI casi desde el mismo momento en que, siendo adolescente, se interesó por este asunto. “Como es de suponer – escribiría en 1990 –, a mí no se me pasó por la mente tal posibilidad. Sería mi padre, hombre liberal, el que me dijera por dónde entendía él que iban las cosas. El tiempo le dio ampliamente la razón y hoy, analizando los muchos grupos sectarios que
Para Ales, la creencia compartida por muchas personas en las VISITAS EXTRATERRESTRES puede interpretarse como un sustituto de las religiones tradicionales.
alrededor del OVNI se han ido creando – Misión Rama, Ummo, etcétera– , se palpa la gestación de una nueva fe que se basa meramente en la técnica de unos supuestos seres espaciales de avanzada cultura”.
Y es que, en aquella época, eran numerosos los grupos –algunos calificados como sectas destructivas– los que rendían culto a los “Hermanos Cósmicos” del espacio. La efervescencia de avistamientos OVNI debe ser interpretada, según Ales, dentro de su contexto social e histórico: “En la España de la década de 1960, cuando nadie era capaz de atisbar el porvenir, los platillos volantes ofrecían una alternativa subliminal. Todas las sociedades reprimidas tienen ovnis desde antes de que existieran los ovnis (…) Si analizamos el fenómeno desde un punto de vista político, o cuando menos sociológico, observaremos cómo aparecen o se presentan en momentos clave”. A partir de ahí, ¿quién mueve los hilos de la mitomanía OVNI? Según Ales, son gabinetes dependientes del departamento de Defensa de Estados los que se escudarían detrás del análisis –y quién sabe si desarrollo– de asuntos como el affaire Ummo. Tal y como reflexionara el mago de las ondas radiofónicas: “Cuando las religiones son incapaces de controlar a los espíritus inquietos, se fomentan otras vías, no menos aptas”.
Así pues, si Antonio José Ales reconocía públicamente que jamás había creído en las visitas de seres extraterrestres, y que la mitomanía OVNI bien podía formar parte de una investigación sociológica de la que los seres humanos fuésemos simples cobayas, ¿qué objetivos perseguía con las convocatorias radiofónicas de Alerta OVNI?