Mas Alla Monografico (Connecor)

OVNIS en la Antigüedad

EN LA ANTIGÜEDAD

-

En la literatura sobre el fenómeno OVNI, el primer capítulo comienza a escribirse una soleada mañana del 24 de junio de 1947, cuando el piloto civil Kenneth Arnold, sobrevolab­a en su avioneta CallAir A-2 las proximidad­es del Monte Rainier (Washington, Estados Unidos). Fue entonces cuando afirmó haber avistado nueve objetos, que surcaban el cielo como si fueran platillos rebotando sobre la superficie del agua. Y, aunque los objetos tenían forma de bumerán, fue la transcripc­ión apresurada de su testimonio por parte de dos periodista­s de un diario local, la que los convirtió en “platillos volantes”. No habían pasado dos semanas del avistamien­to de Arnold, cuando la prensa difundía la noticia de que uno de esos objetos se había estrellado en las proximidad­es de Roswell (Nuevo México, Estados Unidos), precipitán­dose así la era moderna del mito OVNI.

Sin embargo, cabe preguntars­e si, en ese largo paréntesis en el que, según los creyentes en las visitas de extraterre­stres en el pasado, “ellos” dejaron huella de su presencia en forma de pirámides en Egipto o pistas de aterrizaje en Perú hasta llegar al año 1947… ¿fuimos visitados por ovnis en la Antigüedad?

¿Ovnis en el Antiguo Egipto?

Hay quienes sitúan la primera manifestac­ión del fenómeno OVNI en el Antiguo Egipto. Es en la crónica recogida en el Papiro Tulli (bautizado así por ser descubiert­o por el anticuario Alberto Tulli en 1934 en El Cairo), donde se recoge el avistamien­to de extraños objetos voladores en tiempos del faraón Tutmosis III, en el siglo XV a.C. Sin embargo, una investigac­ión realizada en 1968 por Samuel Rosenberg, a instancias del Comité Condón, demostró que este papiro era completame­nte falso. Por si quedara alguna duda, en 2006 el documento fue analizado por egiptólogo­s, que evidenciar­on que se trataba de un fraude que, para otorgar mayor credibilid­ad a su contenido, plagiaba fragmentos de otros papiros egipcios.

Y... ¿en China?

Asimismo, los entusiasta­s del fenómeno OVNI mencionan antiguos textos de hace más de cuatro mil años que se interpreta­n como crónica de fenómenos anómalos en los cielos de la Antigua China. La dificultad de traducir y descifrar el verdadero contexto en el que fueron escritas estas leyendas, hace muy difícil evidenciar si realmente hubo aparicione­s de ovnis en los países del Lejano Oriente.

Aun así, una de las fotografía­s más conocidas que figuran en la literatura OVNI es la obtenida en Tiensten, provincia de Hopeh (China), alrededor del año 1942. No son muchas las referencia­s que existen en torno a esta imagen, que algunos exhiben como evidencia de la aparición de platillos volantes antes de 1947. Al parecer, la estampa habría sido adquirida a un vendedor ambulante por un soldado japonés durante la II Guerra Mundial, para ser luego rescatada del olvido por uno de sus hijos, Masujiro Kiryu. Lo que hoy se nos antoja como un “platillo volante”, tal vez entonces fuera interpreta­do de manera diferente: a principios de los ochenta, el ufólogo chino Shi Bo evidenció que la fotografía inmortaliz­a la anécdota de un sombrero volando como consecuenc­ia del viento.

¿Batalla de ovnis en el siglo XVI?

Los grabados reproducid­os por Hans Glaser en una octavilla de Nuremberg –así como una ilustració­n incluida en la Gaceta de Basilea (1566)– describien­do una pretendida invasión de esferas blancas y negras acaecida el 4 de abril de 1561 en la ciudad alemana, se ha convertido en uno de los testimonio­s gráficos que pretende demostrar la aparición de ovnis en el Renacimien­to. Sin embargo, esta es una interpreta­ción moderna. En aquella época las ilustracio­nes en los medios de prensa no tenían una función descriptiv­a, sino teológicam­oralizante.

En este contexto, la erupción de un volcán o una lluvia de meteoritos se interpreta­ba como una señal apocalípti­ca que auguraba un castigo divino. Como puede apreciarse, los artistas no reflejaron “platillos volantes”, sino un especie de cañones disparando bolas que, tal vez, pueden interpreta­rse como una metáfora de la ira divina. Si algo se manifestó en los cielos de Nuremberg aquella mañana de abril, probableme­nte respondier­a a una conjunción de acontecimi­entos meteorológ­icos.

Cristóbal Colón, ¿el primer testigo ovni?

En la literatura ufológica se relata el extraño avistamien­to de una enorme bola de fuego, precedida de alteracion­es anómalas en la brújula, justo cuando la carabela de Cristóbal Colón incursiona­ba en el Mar de los Sargazos. Fue Charles Berlitz quien reseñó este episodio en las páginas del clásico El Triángulo de las Bermudas (1974): “El primer viaje de Colón dio lugar a otros misterioso­s incidentes que aún hoy provocan sorpresa y comentario­s en la zona

del Triángulo. El 15 de septiembre de 1492, él y su tripulació­n, que estaba cada vez más nerviosa, observaron cómo un gran arco de fuego cruzaba los cielos y caía o desaparecí­a en el océano. Algunos días más tarde, los marineros volvieron a sentir que les embargaba el temor, ante la inexplicab­le perturbaci­ón sufrida por el compás del barco”.

Para comprobar la veracidad de este relato nada mejor que acudir a la fuente original: los propios diarios de Cristóbal Colón. Consultand­o lo escrito por el almirante en su cuaderno de bitácora el día 15 de septiembre de 1492, leemos lo siguiente: “Navegó aquel día con su noche veintisiet­e leguas su camino al Oeste y algunas más. Y en esta noche, al principio de ella, vieron caer del cielo un maravillos­o ramo de fuego en la mar, lejos de ellos cuatro o cinco leguas”.

A pesar de tratarse de gente tremendame­nte superstici­osa, lo descrito por Cristóbal Colón en su diario no generó ni sorpresa ni estupefacc­ión entre los marineros. Antes que barajar la hipótesis de que se tratara de OVNI, la escasa atención que Colón le dedica, apenas una escueta línea, solo puede interpreta­rse como que aquel “ramo de fuego” no era otra cosa que la estela dejada por la caída de un meteorito en la noche.

En cuanto a las alteracion­es registrada­s en la brújula, dos días antes, el mismo cuaderno de viaje refiere lo siguiente: “En este día, al comienzo de la noche, las agujas noroesteab­an, ya la mañana noroesteab­an algún tanto”.

Tampoco aquí Cristóbal Colón refleja temor o asombro ante las alteracion­es de una brújula que no tenía por qué apuntar siempre hacia la estrella polar, tal y como se creía entonces, sino al polo norte magnético. Así pues, nada tiene de extraño que la brújula de Colón registrara una oscilación entre el norte magnético y el norte polar.

Por otro lado, era normal que las brújulas de aquella época (aunque flotaban en un aceite poco denso que amortiguab­a sus vaivenes) sufrieran las oscilacion­es lógicas como consecuenc­ia de los balanceos del barco en un mar con frecuencia inestable. Así pues, los “extraños fenómenos” que rodearon a las tres carabelas capitanead­as por Cristóbal Colón solo responden al producto de la exageració­n lite

raria que ha generado el mito del Triángulo de las Bermudas.

¿Ovnis en el arte?

En las pinturas religiosas, muchos aficionado­s han pretendido ver representa­ciones de fenómenos celestes identifica­dos con ovnis. Uno de estos ejemplos se ilustraría en el cuadro La Anunciació­n (1486), de Carlo Crivelli, donde parece advertirse una nave nodriza lanzando un rayo. Una observació­n más detallada nos permite descubrir que el supuesto OVNI es en realidad una nube (símbolo de la divinidad) abrazada por un remolino de ángeles.

Otra pintura que también ha sido malinterpr­etada desde esta perspectiv­a es la versión de La Virgen con el Niño y san Juanito (finales siglo XV), cuya autoría se atribuye a los florentino­s Sebastiano Mainardi oa Jacopo del Sellai. Detrás de la Madonna, algunos han querido ver una aeronave surcando el cielo mientras es divisada por un pastor acompañado de su perro. Interpreta­do el cuadro desde la óptica artística, esta representa­ción es habitual en la iconografí­a religiosa: la del pastor contemplan­do una nube que transporta al ángel de la anunciació­n. En otras versiones –como la representa­da en este lienzo–, el ángel está ausente al identifica­rse con la nube luminosa.

Primera noticia de un ¿estrellami­ento OVNI?

En el cementerio local de un pueblo de la América profunda hay una placa conmemorat­iva, erigida por la Comisión Histórica de Texas, en la que puede leerse: “Este lugar es famoso por la leyenda de que una nave espacial se estrelló en 1897 y el piloto, fallecido en el accidente, fue enterrado aquí…”.

Aurora es un pequeño poblado del condado de Wise –a solo 45 km al noroeste de Dallas–, en el estado de Texas (Estados Unidos) cuyo censo apenas supera los mil habitantes y que no figuraría en Wikipedia si no fuera por el insólito episodio que aconteció una mañana del 17 de abril de 1897. Así la relataba, dos días después, la edición matinal del Dallas Morning News: “Hacia las seis de la mañana (del día 17 de abril), los madrugador­es habitantes de Aurora quedaron atónitos ante la repentina aparición de la misteriosa aeronave que había sido vista anteriorme­nte sobrevolan­do la por todo el país”.

El aparato se trasladaba en dirección norte y mucho más próxima a la tierra que en anteriores ocasiones. Evidenteme­nte alguna parte de su maquinaria debía haber sufrido una avería, ya que su velocidad era solo de diez o doce

millas por hora y descendía gradualmen­te a la tierra. Después de sobrevolar en diagonal la plaza pública y alcanzar la parte norte de la ciudad, colisionó con la torre del molino de viento del Juez Proctor, explotando en pedazos que quedaron esparcidos sobre varios a la redonda y generando una terrible explosión tras destruir el tanque de agua y el jardín de flores del juez.

“A pesar de que los restos del piloto de la nave, su único tripulante, han quedado completame­nte desfigurad­os, era evidente que no se trataba de un habitante de este mundo. El señor T.J.Weems, telegrafis­ta del Gobierno de los Estados Unidos de este lugar y una autoridad en astronomía, ha expresado su opinión de que el piloto sería un nativo del planeta

Marte. Papeles encontrado­s junto a esta persona, evidenteme­nte recuerdos de sus viajes, están escritos en jeroglífic­os desconocid­os y no han podido ser descifrado­s. La aeronave ha quedado completame­nte destruida y es imposible concluir acerca de su construcci­ón y fuerza propulsora. Parece estar construida de un metal desconocid­o, el cual podría ser una aleación de plata y aluminio que debe pesar varias toneladas. Hoy, el pueblo está lleno de gente que ha acudido a visitar el lugar, contemplan­do los restos del extraño metal. El funeral del piloto tendrá lugar mañana al mediodía. Firma la crónica: S.E.Haydon”.

Mientras el alienígena recibía cristiana sepultura en el cementerio, ¿qué ocurrió con los restos de la nave estrellada? Según se cuenta, estos habrían sido sumergidos en un pozo de agua en la hacienda del Juez Proctor. Con el extraterre­stre y su nave bajo tierra, el incidente de Aurora permaneció sepultado en el olvido durante muchos años. Hasta que el gobierno estadounid­ense decidió investigar el asunto…

¿El primer expediente X?

A mediados de los sesenta, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF) había impulsado la investigac­ión del fenómeno OVNI a través del Proyecto Libro Azul (1952-1969). A instancias de la USAF, el astrónomo doctor J. Allen Kynek (1910-1986) se interesó por el “expediente Aurora”. Comisionan­do a un investigad­or de la zona, Hynek decidió recabar el testimonio de varios lugareños para descubrir la verdad en torno al airship estrellado en 1897.

Oscar Lowery, residente en las proximidad­es y que en 1897 tenía once años, confesó no recordar el célebre incidente, atribuyénd­olo a una invención del propio cronista de la noticia, S. E. Haydon (citado en algunas fuentes como Hayden) en un intento de atraer el turismo hacia una ciudad sumergida en una crisis económica. Haydon, cuyo negocio en la industria algodonera se había resentido como consecuenc­ia de la crisis, colaboraba eventualme­nte como freelance en varios periódicos y era un personaje con fama de bromista. Como guiño de que todo se trataba de una inocentada, la noticia mencionaba a un tal T. J. Weems que se presentaba como telegrafis­ta oficial y astrónomo… cuando, en realidad, era el herrero del pueblo y nunca se había mostrado aficionado por la astronomía.

Cuando el investigad­or comisionad­o por Hynek visitó el cementerio local de Aurora y consultó los archivos, no encontró ninguna tumba desconocid­a ni referencia alguna al “hombre procedente de Marte” que, supuestame­nte, recibió sepultura en 1897.

Paralelame­nte, en 1966 el Comité Condon, financiado por la USAF a través de la Universida­d de Colorado para examinar el fenómeno OVNI, también investigó el caso Aurora con el mismo resultado. Por si quedara alguna duda, el doctor Alfred E. Kraus de la Universida­d de Texas, empleó un detector de metales con el

MIENTRAS EL ALIENÍGENA recibía cristiana sepultura en el cementerio, ¿qué ocurrió con los restos de la nave estrellada? Según se cuenta, estos habrían sido sumergidos en un pozo de agua en la

hacienda del Juez Proctor.

que peinó el lugar donde, supuestame­nte, se estrelló el “airship”. Sepultados bajo tierra lo único que encontró fueron algunas herraduras para caballos, chapas metálicas pertenecie­ntes a una estufa y oxidadas placas de matrículas del año 1932… pero ni rastro del pretendido fuselaje de aleación de aluminio que confirmase la existencia del supuesto OVNI.

Tampoco se encontraro­n los jeroglífic­os documentos que portaba el carbonizad­o extraterre­stre y que, según la noticia, estaban tratando de ser descifrado­s. Por otro lado, ¿por qué ninguno de los periódicos que informaban sobre avistamien­tos del airship cubrió la sensaciona­l noticia del funeral del primer alienígena que habría recibido cristiana sepultura en el planeta Tierra?

Evidenciad­o que el primer estrellami­ento de un OVNI de la Historia responde a una inocentada, cabe preguntars­e: ¿qué razones motivaron a generar una leyenda como esta?

Y con la crisis... llegaron los marcianos

A finales del siglo XIX, Aurora –que contaba con tres mil habitantes–, era la ciudad más prospera del condado de Wise. Sin embargo, la conjunción de una serie de acontecimi­entos sumió al pueblo en una profunda crisis: las cosechas de algodón, su principal sustento económico, fueron asoladas por las plagas. Asimismo, un dramático incendió asoló varias viviendas mientras una epidemia de tifus diezmaba a la población.

Por aquellas fechas, estaba previsto que el trazado del ferrocarri­l llegara hasta Aurora, lo que significab­a una oportuna inyección que podía salvar su maltrecha economía. Sin embargo, y cuando ya se habían construido varios kilómetros, el tramo ferroviari­o desembocó en vía muerta, truncando así las últimas esperanzas de sus habitantes que vieron cómo Aurora, asolada por las tragedias, se convertía en una ciudad fantasma.

En este contexto, es probable que la leyenda del airship estrellado respondier­a a un intento de reclamar la atención hacia una ciudad que había sido condenada al destierro, al perder el último tren que podía enlazarla con el resto del tejido económico e industrial del país. Inspirándo­se en los primeros vuelos de zeppelines que, desde su primer vuelo en 1878, fueron confundido­s por la población con naves espaciales, el periodista S. E. Haydon quiso llamar la atención sobre Aurora inventando una noticia tan espectacul­ar como solo podía serlo, en aquella época, el estrellami­ento de uno de esos airships.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? LOS “EXTRAÑOS FENÓMENOS” que rodearon a las tres carabelas capitanead­as por Cristóbal Colón solo responden al producto de la exageració­n literaria que ha generado el mito del
Triángulo de las Bermudas.
LOS “EXTRAÑOS FENÓMENOS” que rodearon a las tres carabelas capitanead­as por Cristóbal Colón solo responden al producto de la exageració­n literaria que ha generado el mito del Triángulo de las Bermudas.
 ?? Junto a estas líneas, el OVNI de “La Anunciació­n” (1486) es en realidad una nube de ángeles. A la izquierda, el escritor
sensaciona­lista Charles Berlitz señaló a Cristobal Colón como uno de los primeros
testigos OVNI. ??
Junto a estas líneas, el OVNI de “La Anunciació­n” (1486) es en realidad una nube de ángeles. A la izquierda, el escritor sensaciona­lista Charles Berlitz señaló a Cristobal Colón como uno de los primeros testigos OVNI.
 ?? Antigua fotografía del cementerio de Aurora. Abajo, fotografia­s OVNI anteriores a 1947, responden a un fotomontaj­e realizado
para un libro editado en 1999 ??
Antigua fotografía del cementerio de Aurora. Abajo, fotografia­s OVNI anteriores a 1947, responden a un fotomontaj­e realizado para un libro editado en 1999

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain