Mas Alla Monografico (Connecor)
EXTRATERRESTRES, los nuevos daimones
Es patente la obsesión de la gran mayoría de ufólogos por querer demostrar a toda costa la veracidad de la HIPÓTESIS EXTRATERRESTRE (HET), pese a los interrogantes que siguen sin resolverse y las especulaciones disparatadas tras setenta años de investigación ufológica. Para muchos estudiosos de este atrayente enigma, OVNI es sinónimo de nave extraterrestre. No cabe otra posible explicación. ¿Qué otra cosa podría ser un artefacto extraño que nos sobrevuela, realiza maniobras imposibles, produce efectos electromagnéticos, se burla de nuestras leyes espacio-temporales y cuyos tripulantes se comunican telepáticamente con los testigos? Sin embargo, hay otros enfoques alternativos…
“Mi dores tesis provienen es que los de platillos otros mun- volados, ajenos a nuestro Sistema Solar”, manifestó el eminente científico Hermann Oberth ( The American Weekly, 24 de octubre de 1954). Una tesis sugestiva y ampliamente compartida por las distintas generaciones de ufólogos. “El Universo es enorme, está lleno de estrellas y de planetas, por tanto, no se puede negar que haya vida inteligente ahí fuera”, argumentan. Pero el problema no está en la posibilidad de vida en otros mundos –algo totalmente razonable desde un punto de vista científico–, sino en la posibilidad de que nos estén visitando. ¡Y de que hayan llegado tantas razas alienígenas, si nos atenemos a las descripciones tan variopintas de los testigos!
Aunque un servidor también defendió en su día con uñas y dientes la procedencia extraterrestre de los ovnis, cuanto más profundizaba en la cuestión y más casos investigaba, más consciente fui de que hay un elemento crucial que se halla siempre presente en estas historias repletas de elementos absurdos y arquetípicos: la psique humana. Me llamaba la atención que el testigo de un encuentro cercano con OVNI, así como los abducidos y los contactados, se hallen en una (pre)disposición psicológica muy concreta –o en un estado alterado de conciencia– en esos precisos instantes en que tiene lugar el insólito encuentro. La escena parece tener todos los ingredientes de un sueño, aunque muy vívido. Es como si el testigo penetrara en otra realidad ajena a