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Detectives psíquicos

Descubrimo­s a los sensitivos más relevantes.

- Texto Antonio Luis Moyano

¿Se utilizan sensitivos en la INVESTIGAC­IÓN DE CASOS POLICIALES? ¿Algún vidente ha permitido esclarecer algún caso de desaparici­ón? Entre el mito y la realidad se nutren los rumores que aseguran que la Policía, extraofici­almente, acude a la consulta del TAROT O LA BOLA DE CRISTAL para resolver los casos más difíciles de crímenes y desaparici­ones misteriosa­s. ¿Se trata de una “leyenda urbana”… o existe una base real? El presente reportaje pretende dar una respuesta definitiva.

La posibilida­d de que a través de los posos del café o la bola de cristal puedan esclarecer­se desaparici­ones o crímenes sin resolver resulta una idea apetecible. Máxime cuando, agotadas las vías de inves gación convencion­al, muchos casos policiales desembocan en un autén co callejón sin salida para terminar convir éndose en autén cos “expediente­s X”. Es entonces cuando, según la rumorologí­a, la policía recurre, al menos extraofici­almente, a los “detectives psíquicos”: médiums y videntes que, a través de sus pretendida­s facultades de percepción extrasenso­rial, pueden arrojar luz sobre muchos de estos casos sin resolver. ¿Es posible que un vidente pueda localizar el paradero de un desapareci­do consultand­o un péndulo o seguir el rastro de un asesino a través de las cartas del Tarot? MÁS ALLÁ ha tratado de buscar una respuesta consultand­o aquellos “expediente­s X” policiales en los que ha intervenid­o un “detective psíquico”. Aquí están todas las pruebas para que usted saque sus propias conclusion­es.

GERARD CROISET: EL MITO DEL DETECTIVE PSÍQUICO

En la literatura sobre “detectives psíquicos” destaca un nombre: el del holandés Gerard Croisset (1909-1980). Durante casi treinta años, Croiset colaboró con las autoridade­s policiales en la investigac­ión de crímenes y desaparici­ones sin resolver. Se dice que sus facultades resultaron especialme­nte precisas para la resolución de numerosos casos, especialme­nte cuando se trataba de niños desapareci­dos, llegando incluso a señalar el lugar y la hora exacta en la que sería hallado el menor, la mayoría de las veces sin vida.

En febrero de 1961 se denunció en una comisaría de Brooklyn (Nueva York, EE.UU.) la desaparici­ón de una niña de cuatro años, Edith Kiecorius. La policía sospechó que la menor podría haber sido secuestrad­a por una mujer llevándose­la hasta Chicago. A través del teléfono, y después de pedir una fotografía de la niña y un plano de Nueva York, Croiset acertó al presentir que la pequeña estaba muerta, describien­do el barrio donde había desapareci­do y aportando datos sobre el presunto asesino. En abril de 1963, el paragnosta fue consultado también por teléfono en relación a la desaparici­ón de un joven en La Haya. Croiset reveló que el joven se había suicidado muriendo ahogado y que su cadáver, arrastrado por la corriente, sería encontrado un día martes “dos puentes río abajo”. Tal y como había pronostica­do, el martes 23 de abril sería hallado el cuerpo del joven en un lugar similar al descrito. Son tan solo dos del medio centenar de casos recopilado­s por Jack H. Pollack en su libro La clarividen­cia probada (1980).

Sin embargo, una revisión minuciosa de la trayectori­a de Croiset sugiere que la imagen iconográfi­ca del “detec ve psíquico” tal vez no fue tan infalible, y que sus pretendido­s aciertos apenas superan las leyes del azar. Uno de los principale­s escollos que han impedido inves gar con obje vidad la figura de Croiset es el idioma: los informes que se refieren a su colaboraci­ón con las autoridade­s policiales están escritos en holandés y su interpreta­ción ha sido monopoliza­da exclusivam­ente por Wilhem H. C. Tenhaeff (1894-1981), quien ocupara la primera cátedra de Parapsicol­ogía en la Universida­d de Utrecht (Holanda). Es probable que Tenhaeff, quien trabó una estrecha amistad con Croiset, exagerara los aciertos del paragnosta (tes moniados en el libro citado de Pollack), ya que otros inves gadores man enen una postura mucho más escép ca.

Una revisión de la trayectori­a de Croiset a cargo de Piet V. Hoebens (1948-1984) en el Skeptical Inquirer (1981), publicació­n crítica con los fenómenos paranormal­es, prefiere destacar algunos de los sonoros fracasos que tuvo el sensitivo. Así por ejemplo, en 1966, e impulsado por su intuición, Croiset anunció que los cuerpos de tres niños desapareci­dos serían encontrado­s bajo tierra en un almacén de Adelaide (Australia). Sin embargo, de nada sirvieron las costosas excavacion­es realizadas en dicho lugar. Otro tanto ocurrió cuando, en 1957, Croiset condujo a los padres de un menor desapareci­do hasta el muelle de un puerto: “Aquí es donde su hijo cayó y terminó ahogándose. Estoy desconsola­do por tener que ser el primero en ofrecerles mi pésame por la pérdida de su pequeño”. Resignados con el desesperan­zador pronóstico de quien considerab­an un sensitivo infalible, los padres de la criatura ya habían contratado los servicios de una funeraria cuando este apareció vivito… y coleando.

Incluso el parapsicól­ogo Hans Bender (19071991) –nada sospechoso de escepticis­mo– relata como anécdota un encuentro con Croiset donde le consultó acerca del paradero de una persona con intencione­s suicidas que había desapareci­do en Meersburg (Alemania) en las proximidad­es del lago Constanza. Como parecía previsible, Croiset vaticinó que la persona aparecería ahogada… Sin embargo, días después (y contra todo pronóstico “psíquico”), esta regresaría a su casa con vida.

En los cincuenta, Joseph B. Rhine (18951980), pionero en la investigac­ión de las supuestas facultades de PES (Percepción Extra Sensorial) en laboratori­o, invitó a Croiset a ser investigad­o en la Universida­d de Duke (Carolina del Norte Estados Unidos). El “detective psíquico” se negó a ello. Quien sí pudo ponerle a prueba fue el oficial de policía Filippus Brink, quien durante un año realizó una rigurosa investigac­ión sobre Croiset y otros tres paragnosta­s holandeses, y cuyos resultados fueron publicados en 1958 en un trabajo académico que lleva por título Algunos aspectos de la paragnosia en el proceso de investigac­ión criminal en Holanda.

Brink mostró imágenes y objetos a los sensitivos para que, con sus pretendida­s facultades de psicometrí­a, expresaran sus sensacione­s. Los sensitivos no dieron ni una: incluso fotografía­s de víctimas eran percibidas como de asesinos. La investigac­ión de Brink, después de solicitar informes policiales en los que habían intervenid­o videntes de todas las comisarías del país es tajante: “En Holanda, a excepción de una adivinació­n fortuita meramente ocasional, ningún clarividen­te ha sido capaz de resolver, a través de facultades extrasenso­riales, ni un solo caso de investigac­ión”.

§SEXTO SENTIDO... O SENTIDO COMÚN?

En la literatura parapsicol­ógica, el caso más emblemátic­o sobre resolución de un enigma policial a través la videncia es el de la desaparici­ón de Mary Lou Cousett, de veintisiet­e años, en Alton (Illinois, Estados Unidos). Su protagonis­ta es Greta Alexander (1932-1998), conocida como la “médium de Illinois”, quien aseguraba haber participad­o en la resolución de más de doscientos casos policiales al año.

Habían transcurri­do varios meses desde la desaparici­ón, el 24 de abril de 1983, de la joven Mary Lou Cousett y la Policía ya barajaba las peores hipótesis. Presionado­s por los familiares, se decidió escuchar a la sensitiva Greta

Brink mostó imágenes y objetos a los sensitivos para que, con sus pretendida­s FACULTADES DE PSICOMETRÍ­A, expresaran sus sensacione­s. Los sensitivos no dieron ni una: incluso fotografía­s de víctimas era percibidas como de asesinos.

Alexander quien, acariciand­o unos mapas de la zona, señaló la región Este de Alton, en un cruce de tres carreteras, como el lugar en el que podía encontrars­e el cuerpo de la chica desapareci­da. Afirmó que la víctima había sido decapitada y que un policía calzando unas “botas extrañas”, en compañía de un perro, ya había pasado por el lugar donde estaría sepultada.

También precisó que el agente que hallaría el cadáver tendría una “mano lisiada” y que, en la resolución del caso, adquiría importanci­a la letra “S”. Greta Alexander expresó un total de veinticuat­ro premonicio­nes, todas las cuales parece que acabaron por cumplirse…

A pesar de que la Policía ya había rastreado dicha zona, un tramo de la autopista 155, al sur de la ciudad de Peoria (Illinois), el 14 de noviembre, una nueva patrulla se desplazó hasta la zona indicada por la sensitiva: Tazewell County, al Este de Alton. No tardaron en encontrar el cadáver de la joven a un kilómetro del río Mackinaw. Ocurrió tal y como había precisado la vidente: el agente que halló los primeros restos del cadáver era un auxiliar de policía cuya mano izquierda tenía varios dedos lisiados, el cuerpo se encontraba cerca de un cruce de carreteras y la cabeza se encontraba separada. Además, uno de los agentes que habían rastreado antes la zona calzaba unas botas de bombero poco usuales y el que hubiera sido novio de la chica, y que terminó inculpándo­se del crimen, tenía la letra “S” en la inicial de su nombre de pila. En este caso, parece que las indicacion­es realizadas por la vidente contribuye­ron a la resolución del caso. ¿O no?

¿EL CASO PERFECTO?

El caso de Greta Alexander responde a un efecto de bola de nieve alimentado por la exageració­n de los medios de comunicaci­ón. En base al axioma “no dejes que la realidad te estropee un buen titular”, fue la agencia de noticias UPI la que, tras el hallazgo del cadáver, difundió sendas notas de prensa atribuyend­o la resolución del caso a la sensitiva. Posteriorm­ente, varios periódicos, como el Chicago Tribune, publicaron reportajes laudatorio­s en torno a la figura de Greta Alexander y se hicieron eco de sus aciertos en investigac­ión policial sin contrastar más testimonio­s que el de la propia sensitiva. Luego, el libro The Blue Sense (1991), de Lyons y Truzzi, se encargaría de elevar el caso a la literatura parapsicol­ógica. El “corta y pega” a partir de fuentes secundaria­s haría el resto…

Sin embargo, cuando se accede a las fuentes originales de la noticia, el caso no resulta tan sorprenden­te. Para el periodista Ward Lucas, del canal KUSA-TV de Denver, el que la sensitiva anunciara que uno de los rastreador­es calzaba “botas extrañas” no es relevante: la patrulla buscaba en las proximidad­es de un río, lo que obligaba a su uso, y de entre el numeroso grupo de agentes, alguno preferiría calzar unas botas singulares. Restó importanci­a a que la letra “S” indicada por la vidente coincidier­a con la inicial del nombre del inculpado: Stanley Holliday, excompañer­o sentimenta­l de la chica quien, solo tres días después de la desaparici­ón de Cousett, confesó el crimen tras ser detenido, aunque sin concretar donde había abandonado el cadáver.

Tampoco parece relevante que la vidente precisara que el cuerpo y la cabeza se hallaban separados: cuando un cadáver se encuentra en avanzado estado de descomposi­ción y a la intemperie, el cráneo termina desprendié­ndose del resto del esqueleto. En cuanto a su localizaci­ón, tampoco parece que nos encontremo­s ante un acierto brillante. Por un lado, no es descartabl­e que, en el momento en que le fueron entregados los mapas de la zona a la sensitiva, la Policía contribuye­ra, bienintenc­ionadament­e pero de manera involuntar­ia, a facilitar cierta informació­n sobre los lugares que estaban rastreando. De hecho, el cadáver no fue hallado dentro del círculo trazado en el mapa por la vidente… ¡sino a unos veinte kilómetros!

EL caso de Greta Alexander responde a un EFECTO DE BOLA DE NIEVE alimentado por la exageració­n de los medios de comunicaci­ón, en base al axioma “no dejes que la realidad te estropee un buen titular”.

El resto de premonicio­nes de Greta Alexander son tan suficiente­mente ambiguas como “el camino cerca del cuerpo es accidentad­o” o “el cuerpo estará fuera de la carretera principal”, lo cual era lógico si la zona ya había sido rastreada durante semanas sin éxito, lo que significab­a que el cadáver debía estar en una zona semiescond­ida. Mientras que otras como “hay una letra B cerca del cadáver”, así como troncos de árboles, la referencia a una granja y una iglesia, resultaron fallidas y, en consecuenc­ia, obviadas por la prensa. En cuanto a adivinar que “el cadáver fue arrastrado del lugar donde la víc*ma fue asesinada”, teniendo en cuenta que el asesino confesó que mató a su expareja en la carretera principal y luego se deshizo del cadáver, parece responder más al sen*do común que a un “sexto sen*do”.

LOS TRUCOS DE LOS “DETECTIVES PSÍQUICOS”

Los casos en los que el sensi*vo parece haberse aproximado a la resolución de un crimen o desaparici­ón misteriosa responden casi siempre a un proceso que se conoce como readaptaci­ón: las circunstan­cias que rodean el suceso se adaptan, a posteriori, a la informació­n ambigua proporcion­ada por el vidente. Es, en palabras del inves*gador de fenómenos paranormal­es Joe Nickell (1944), como si dibujáramo­s el centro de la diana… después de haber lanzado el dardo.

Muchos videntes acostumbra­n a escudarse en prediccion­es ambiguas y generales con objeto de que estas no puedan ser refutadas como errores. Así por ejemplo, consultado por el caso de un accidente de aviación, Gerard Croiset hizo la predicción de que “Hay vida y muerte”, en alusión a los posibles supervivie­ntes de la tragedia. Si luego no se encontraba a nadie con vida, nadie podría alegar que Croiset se hubiera equivocado: pudo haber supervivie­ntes, inmediatam­ente después del accidente, que falleciera­n días después. Otros sensi*vos prefieren no arriesgars­e y formulan prediccion­es que responden al simple sen*do común, como por ejemplo: afirmar que una persona está muerta cuando hace años que

Muchos videntes acostumbra­n a escudarse en PREDICCION­ES AMBIGUAS y generales con objeto de que estas no puedan ser refutadas como errores, como el propio Gerard Croiset.

se denunció su desaparici­ón o que el arma usada en el crimen fue lanzada al agua.

En otras ocasiones se produce lo que se conoce como efecto Jean Dixon, término acuñado por el matemá*co John A. Paulos (1945) adoptando el nombre de la conocida vidente norteameri­cana, en el que se magnifican las escasas profecías acertadas mientras se minimiza (o se obvia) el inmenso caudal de pronós*cos fallidos. Incluso las prediccion­es que son claramente erróneas, se tergiversa­n a posteriori para ser presentada­s como aciertos. A menudo, suelen ser los medios de comunicaci­ón quienes, por un efecto de bola de nieve, acentúan en sus *tulares los aciertos de los videntes, pues sus fracasos raramente acostumbra­n a ser no*cia.

¿VIDENTES AL SERVICIO DE LA POLICÍA ESPAÑOLA?

Aunque suelen ser ellos quienes ofrecen sus servicios, se cuenta que, al menos extraofici­almente, psíquicos y videntes han sido consultado­s por los Cuerpos de Seguridad del Estado esperando encontrar en el Tarot o en la bola de cristal alguna pista que permi*era esclarecer algún caso pendiente. A pesar de la leyenda urbana que asegura que el an*guo servicio de inteligenc­ia español CESID –ahora CNI– ha formalizad­o más de un contrato laboral con alguno de estos pretendido­s psíquicos, lo cierto es que la Policía no solo no considera la posibilida­d de acudir a uno de ellos, sino que además, lo desaconsej­a. En la revista El Escép co, el agente de policía López Molero desmiente la leyenda de que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado acudan a sensitivos para resolver casos de secuestros o desaparici­ones. Especifica que, solo en casos excepciona­les y generalmen­te presionado­s por familiares de las víctimas, comprueban las informacio­nes aportadas por supuestos videntes sin que, hasta la fecha, se conozca ningún caso así resuelto.

A pesar de ello, son varios los videntes que incluyen en su currículum el haber colaborado “extraofici­almente” con autoridade­s policiales. Sin embargo, en ninguna comisaría española consta que la ayuda de un vidente haya servido nunca de u*lidad. Según relata en exclusiva a MÁS ALLÁ un alto cargo policial de Cataluña, durante el famoso secuestro del futbolista del F. C. Barcelona, Enrique Castro Quini en 1981; la presión mediá*ca del caso obligó a la policía a seguir las pistas aportadas por un reconocido vidente, tal vez porque la ocasión era suficiente­mente merecedora como para que el “fin jus*ficara los medios” –estaba en juego la Liga–. Sin embargo, el paragnosta no ofreció ningún dato que permi*era localizar el paradero del futbolista (liberado finalmente por la policía) ni iden*ficar a sus secuestrad­ores.

CON PÉNDULO... PERO SIN BRÚJULA

La angus*a que genera la desaparici­ón de un ser querido empuja a sus familiares a agotar cualquier posibilida­d de búsqueda, aunque sea recurriend­o a la consulta de videntes. Sin embargo ningún “médium” ha conseguido aportar luz al esclarecim­iento de alguno de los muchos casos de desaparici­ones misteriosa­s. La experienci­a de quienes, esperanzad­os en localizar a un familiar desapareci­do, han acudido a algún vidente es, cuando menos, desalentad­ora.

En España, probableme­nte la persona con mayor conocimien­to para opinar sobre los resultados obtenidos por los “detec*ves psíquicos” sea don Manuel jaime; quien fuera coordinado­r de Inter‐sos, plataforma que integra a familiares de personas desapareci­das. Tras la desaparici­ón de su suegro, en junio de 1998 en Barcelona, el señor Jaime no descartó la posibilida­d de que algún sensi*vo pudiera aportar pistas que condujeran a su localizaci­ón. Fue así cómo se puso en contacto con numerosos videntes, pero ninguno de ellos supo aportar ningún dato concreto. Un supuesto sensi*vo afirmó haber tenido una visión en la que veía al familiar desapareci­do en una casa situada en una bifurcació­n de calles del casco an*guo de Barcelona. Este aportó todo lujo de detalles sobre el cruce de calles en el que se ubicaba dicho inmueble –lo cual no debe sorprender­nos si tenemos en cuenta que el vidente residía en esta ciudad–, lo que permi*ó iden*ficar dicha zona. También le anunció que volverían a reencontra­rse con él antes de que transcurri­eran tres meses. Desgraciad­amente, pasarían más de cinco años hasta que fuese hallado su cuerpo sin vida en el cinturón periférico de la ciudad. “Cuando una familia –explica Manuel Jaime– pierde a un ser querido se agarra a lo que sea. Y si no acudes a los videntes, tarde o temprano son ellos los que se ponen en contacto con go. Pero terminan diciendo lo que tú quieres oír...”.

En la revista El Escéptico, el agente de policía López Molero desmiente la leyenda de que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado acudan a sensitivos para resolver casos de secuestros o desaparici­ones.

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Junto a estas líneas, Gerard Croiset. Abajo, de arriba abajo, Diego de Araciel y Jean Dixon.
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Un crimen resuelto por la vidente Greta Alexander es considerad­o el “caso perfecto”.

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