Detectives psíquicos
Descubrimos a los sensitivos más relevantes.
¿Se utilizan sensitivos en la INVESTIGACIÓN DE CASOS POLICIALES? ¿Algún vidente ha permitido esclarecer algún caso de desaparición? Entre el mito y la realidad se nutren los rumores que aseguran que la Policía, extraoficialmente, acude a la consulta del TAROT O LA BOLA DE CRISTAL para resolver los casos más difíciles de crímenes y desapariciones misteriosas. ¿Se trata de una “leyenda urbana”… o existe una base real? El presente reportaje pretende dar una respuesta definitiva.
La posibilidad de que a través de los posos del café o la bola de cristal puedan esclarecerse desapariciones o crímenes sin resolver resulta una idea apetecible. Máxime cuando, agotadas las vías de inves gación convencional, muchos casos policiales desembocan en un autén co callejón sin salida para terminar convir éndose en autén cos “expedientes X”. Es entonces cuando, según la rumorología, la policía recurre, al menos extraoficialmente, a los “detectives psíquicos”: médiums y videntes que, a través de sus pretendidas facultades de percepción extrasensorial, pueden arrojar luz sobre muchos de estos casos sin resolver. ¿Es posible que un vidente pueda localizar el paradero de un desaparecido consultando un péndulo o seguir el rastro de un asesino a través de las cartas del Tarot? MÁS ALLÁ ha tratado de buscar una respuesta consultando aquellos “expedientes X” policiales en los que ha intervenido un “detective psíquico”. Aquí están todas las pruebas para que usted saque sus propias conclusiones.
GERARD CROISET: EL MITO DEL DETECTIVE PSÍQUICO
En la literatura sobre “detectives psíquicos” destaca un nombre: el del holandés Gerard Croisset (1909-1980). Durante casi treinta años, Croiset colaboró con las autoridades policiales en la investigación de crímenes y desapariciones sin resolver. Se dice que sus facultades resultaron especialmente precisas para la resolución de numerosos casos, especialmente cuando se trataba de niños desaparecidos, llegando incluso a señalar el lugar y la hora exacta en la que sería hallado el menor, la mayoría de las veces sin vida.
En febrero de 1961 se denunció en una comisaría de Brooklyn (Nueva York, EE.UU.) la desaparición de una niña de cuatro años, Edith Kiecorius. La policía sospechó que la menor podría haber sido secuestrada por una mujer llevándosela hasta Chicago. A través del teléfono, y después de pedir una fotografía de la niña y un plano de Nueva York, Croiset acertó al presentir que la pequeña estaba muerta, describiendo el barrio donde había desaparecido y aportando datos sobre el presunto asesino. En abril de 1963, el paragnosta fue consultado también por teléfono en relación a la desaparición de un joven en La Haya. Croiset reveló que el joven se había suicidado muriendo ahogado y que su cadáver, arrastrado por la corriente, sería encontrado un día martes “dos puentes río abajo”. Tal y como había pronosticado, el martes 23 de abril sería hallado el cuerpo del joven en un lugar similar al descrito. Son tan solo dos del medio centenar de casos recopilados por Jack H. Pollack en su libro La clarividencia probada (1980).
Sin embargo, una revisión minuciosa de la trayectoria de Croiset sugiere que la imagen iconográfica del “detec ve psíquico” tal vez no fue tan infalible, y que sus pretendidos aciertos apenas superan las leyes del azar. Uno de los principales escollos que han impedido inves gar con obje vidad la figura de Croiset es el idioma: los informes que se refieren a su colaboración con las autoridades policiales están escritos en holandés y su interpretación ha sido monopolizada exclusivamente por Wilhem H. C. Tenhaeff (1894-1981), quien ocupara la primera cátedra de Parapsicología en la Universidad de Utrecht (Holanda). Es probable que Tenhaeff, quien trabó una estrecha amistad con Croiset, exagerara los aciertos del paragnosta (tes moniados en el libro citado de Pollack), ya que otros inves gadores man enen una postura mucho más escép ca.
Una revisión de la trayectoria de Croiset a cargo de Piet V. Hoebens (1948-1984) en el Skeptical Inquirer (1981), publicación crítica con los fenómenos paranormales, prefiere destacar algunos de los sonoros fracasos que tuvo el sensitivo. Así por ejemplo, en 1966, e impulsado por su intuición, Croiset anunció que los cuerpos de tres niños desaparecidos serían encontrados bajo tierra en un almacén de Adelaide (Australia). Sin embargo, de nada sirvieron las costosas excavaciones realizadas en dicho lugar. Otro tanto ocurrió cuando, en 1957, Croiset condujo a los padres de un menor desaparecido hasta el muelle de un puerto: “Aquí es donde su hijo cayó y terminó ahogándose. Estoy desconsolado por tener que ser el primero en ofrecerles mi pésame por la pérdida de su pequeño”. Resignados con el desesperanzador pronóstico de quien consideraban un sensitivo infalible, los padres de la criatura ya habían contratado los servicios de una funeraria cuando este apareció vivito… y coleando.
Incluso el parapsicólogo Hans Bender (19071991) –nada sospechoso de escepticismo– relata como anécdota un encuentro con Croiset donde le consultó acerca del paradero de una persona con intenciones suicidas que había desaparecido en Meersburg (Alemania) en las proximidades del lago Constanza. Como parecía previsible, Croiset vaticinó que la persona aparecería ahogada… Sin embargo, días después (y contra todo pronóstico “psíquico”), esta regresaría a su casa con vida.
En los cincuenta, Joseph B. Rhine (18951980), pionero en la investigación de las supuestas facultades de PES (Percepción Extra Sensorial) en laboratorio, invitó a Croiset a ser investigado en la Universidad de Duke (Carolina del Norte Estados Unidos). El “detective psíquico” se negó a ello. Quien sí pudo ponerle a prueba fue el oficial de policía Filippus Brink, quien durante un año realizó una rigurosa investigación sobre Croiset y otros tres paragnostas holandeses, y cuyos resultados fueron publicados en 1958 en un trabajo académico que lleva por título Algunos aspectos de la paragnosia en el proceso de investigación criminal en Holanda.
Brink mostró imágenes y objetos a los sensitivos para que, con sus pretendidas facultades de psicometría, expresaran sus sensaciones. Los sensitivos no dieron ni una: incluso fotografías de víctimas eran percibidas como de asesinos. La investigación de Brink, después de solicitar informes policiales en los que habían intervenido videntes de todas las comisarías del país es tajante: “En Holanda, a excepción de una adivinación fortuita meramente ocasional, ningún clarividente ha sido capaz de resolver, a través de facultades extrasensoriales, ni un solo caso de investigación”.
§SEXTO SENTIDO... O SENTIDO COMÚN?
En la literatura parapsicológica, el caso más emblemático sobre resolución de un enigma policial a través la videncia es el de la desaparición de Mary Lou Cousett, de veintisiete años, en Alton (Illinois, Estados Unidos). Su protagonista es Greta Alexander (1932-1998), conocida como la “médium de Illinois”, quien aseguraba haber participado en la resolución de más de doscientos casos policiales al año.
Habían transcurrido varios meses desde la desaparición, el 24 de abril de 1983, de la joven Mary Lou Cousett y la Policía ya barajaba las peores hipótesis. Presionados por los familiares, se decidió escuchar a la sensitiva Greta
Brink mostó imágenes y objetos a los sensitivos para que, con sus pretendidas FACULTADES DE PSICOMETRÍA, expresaran sus sensaciones. Los sensitivos no dieron ni una: incluso fotografías de víctimas era percibidas como de asesinos.
Alexander quien, acariciando unos mapas de la zona, señaló la región Este de Alton, en un cruce de tres carreteras, como el lugar en el que podía encontrarse el cuerpo de la chica desaparecida. Afirmó que la víctima había sido decapitada y que un policía calzando unas “botas extrañas”, en compañía de un perro, ya había pasado por el lugar donde estaría sepultada.
También precisó que el agente que hallaría el cadáver tendría una “mano lisiada” y que, en la resolución del caso, adquiría importancia la letra “S”. Greta Alexander expresó un total de veinticuatro premoniciones, todas las cuales parece que acabaron por cumplirse…
A pesar de que la Policía ya había rastreado dicha zona, un tramo de la autopista 155, al sur de la ciudad de Peoria (Illinois), el 14 de noviembre, una nueva patrulla se desplazó hasta la zona indicada por la sensitiva: Tazewell County, al Este de Alton. No tardaron en encontrar el cadáver de la joven a un kilómetro del río Mackinaw. Ocurrió tal y como había precisado la vidente: el agente que halló los primeros restos del cadáver era un auxiliar de policía cuya mano izquierda tenía varios dedos lisiados, el cuerpo se encontraba cerca de un cruce de carreteras y la cabeza se encontraba separada. Además, uno de los agentes que habían rastreado antes la zona calzaba unas botas de bombero poco usuales y el que hubiera sido novio de la chica, y que terminó inculpándose del crimen, tenía la letra “S” en la inicial de su nombre de pila. En este caso, parece que las indicaciones realizadas por la vidente contribuyeron a la resolución del caso. ¿O no?
¿EL CASO PERFECTO?
El caso de Greta Alexander responde a un efecto de bola de nieve alimentado por la exageración de los medios de comunicación. En base al axioma “no dejes que la realidad te estropee un buen titular”, fue la agencia de noticias UPI la que, tras el hallazgo del cadáver, difundió sendas notas de prensa atribuyendo la resolución del caso a la sensitiva. Posteriormente, varios periódicos, como el Chicago Tribune, publicaron reportajes laudatorios en torno a la figura de Greta Alexander y se hicieron eco de sus aciertos en investigación policial sin contrastar más testimonios que el de la propia sensitiva. Luego, el libro The Blue Sense (1991), de Lyons y Truzzi, se encargaría de elevar el caso a la literatura parapsicológica. El “corta y pega” a partir de fuentes secundarias haría el resto…
Sin embargo, cuando se accede a las fuentes originales de la noticia, el caso no resulta tan sorprendente. Para el periodista Ward Lucas, del canal KUSA-TV de Denver, el que la sensitiva anunciara que uno de los rastreadores calzaba “botas extrañas” no es relevante: la patrulla buscaba en las proximidades de un río, lo que obligaba a su uso, y de entre el numeroso grupo de agentes, alguno preferiría calzar unas botas singulares. Restó importancia a que la letra “S” indicada por la vidente coincidiera con la inicial del nombre del inculpado: Stanley Holliday, excompañero sentimental de la chica quien, solo tres días después de la desaparición de Cousett, confesó el crimen tras ser detenido, aunque sin concretar donde había abandonado el cadáver.
Tampoco parece relevante que la vidente precisara que el cuerpo y la cabeza se hallaban separados: cuando un cadáver se encuentra en avanzado estado de descomposición y a la intemperie, el cráneo termina desprendiéndose del resto del esqueleto. En cuanto a su localización, tampoco parece que nos encontremos ante un acierto brillante. Por un lado, no es descartable que, en el momento en que le fueron entregados los mapas de la zona a la sensitiva, la Policía contribuyera, bienintencionadamente pero de manera involuntaria, a facilitar cierta información sobre los lugares que estaban rastreando. De hecho, el cadáver no fue hallado dentro del círculo trazado en el mapa por la vidente… ¡sino a unos veinte kilómetros!
EL caso de Greta Alexander responde a un EFECTO DE BOLA DE NIEVE alimentado por la exageración de los medios de comunicación, en base al axioma “no dejes que la realidad te estropee un buen titular”.
El resto de premoniciones de Greta Alexander son tan suficientemente ambiguas como “el camino cerca del cuerpo es accidentado” o “el cuerpo estará fuera de la carretera principal”, lo cual era lógico si la zona ya había sido rastreada durante semanas sin éxito, lo que significaba que el cadáver debía estar en una zona semiescondida. Mientras que otras como “hay una letra B cerca del cadáver”, así como troncos de árboles, la referencia a una granja y una iglesia, resultaron fallidas y, en consecuencia, obviadas por la prensa. En cuanto a adivinar que “el cadáver fue arrastrado del lugar donde la víc*ma fue asesinada”, teniendo en cuenta que el asesino confesó que mató a su expareja en la carretera principal y luego se deshizo del cadáver, parece responder más al sen*do común que a un “sexto sen*do”.
LOS TRUCOS DE LOS “DETECTIVES PSÍQUICOS”
Los casos en los que el sensi*vo parece haberse aproximado a la resolución de un crimen o desaparición misteriosa responden casi siempre a un proceso que se conoce como readaptación: las circunstancias que rodean el suceso se adaptan, a posteriori, a la información ambigua proporcionada por el vidente. Es, en palabras del inves*gador de fenómenos paranormales Joe Nickell (1944), como si dibujáramos el centro de la diana… después de haber lanzado el dardo.
Muchos videntes acostumbran a escudarse en predicciones ambiguas y generales con objeto de que estas no puedan ser refutadas como errores. Así por ejemplo, consultado por el caso de un accidente de aviación, Gerard Croiset hizo la predicción de que “Hay vida y muerte”, en alusión a los posibles supervivientes de la tragedia. Si luego no se encontraba a nadie con vida, nadie podría alegar que Croiset se hubiera equivocado: pudo haber supervivientes, inmediatamente después del accidente, que fallecieran días después. Otros sensi*vos prefieren no arriesgarse y formulan predicciones que responden al simple sen*do común, como por ejemplo: afirmar que una persona está muerta cuando hace años que
Muchos videntes acostumbran a escudarse en PREDICCIONES AMBIGUAS y generales con objeto de que estas no puedan ser refutadas como errores, como el propio Gerard Croiset.
se denunció su desaparición o que el arma usada en el crimen fue lanzada al agua.
En otras ocasiones se produce lo que se conoce como efecto Jean Dixon, término acuñado por el matemá*co John A. Paulos (1945) adoptando el nombre de la conocida vidente norteamericana, en el que se magnifican las escasas profecías acertadas mientras se minimiza (o se obvia) el inmenso caudal de pronós*cos fallidos. Incluso las predicciones que son claramente erróneas, se tergiversan a posteriori para ser presentadas como aciertos. A menudo, suelen ser los medios de comunicación quienes, por un efecto de bola de nieve, acentúan en sus *tulares los aciertos de los videntes, pues sus fracasos raramente acostumbran a ser no*cia.
¿VIDENTES AL SERVICIO DE LA POLICÍA ESPAÑOLA?
Aunque suelen ser ellos quienes ofrecen sus servicios, se cuenta que, al menos extraoficialmente, psíquicos y videntes han sido consultados por los Cuerpos de Seguridad del Estado esperando encontrar en el Tarot o en la bola de cristal alguna pista que permi*era esclarecer algún caso pendiente. A pesar de la leyenda urbana que asegura que el an*guo servicio de inteligencia español CESID –ahora CNI– ha formalizado más de un contrato laboral con alguno de estos pretendidos psíquicos, lo cierto es que la Policía no solo no considera la posibilidad de acudir a uno de ellos, sino que además, lo desaconseja. En la revista El Escép co, el agente de policía López Molero desmiente la leyenda de que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado acudan a sensitivos para resolver casos de secuestros o desapariciones. Especifica que, solo en casos excepcionales y generalmente presionados por familiares de las víctimas, comprueban las informaciones aportadas por supuestos videntes sin que, hasta la fecha, se conozca ningún caso así resuelto.
A pesar de ello, son varios los videntes que incluyen en su currículum el haber colaborado “extraoficialmente” con autoridades policiales. Sin embargo, en ninguna comisaría española consta que la ayuda de un vidente haya servido nunca de u*lidad. Según relata en exclusiva a MÁS ALLÁ un alto cargo policial de Cataluña, durante el famoso secuestro del futbolista del F. C. Barcelona, Enrique Castro Quini en 1981; la presión mediá*ca del caso obligó a la policía a seguir las pistas aportadas por un reconocido vidente, tal vez porque la ocasión era suficientemente merecedora como para que el “fin jus*ficara los medios” –estaba en juego la Liga–. Sin embargo, el paragnosta no ofreció ningún dato que permi*era localizar el paradero del futbolista (liberado finalmente por la policía) ni iden*ficar a sus secuestradores.
CON PÉNDULO... PERO SIN BRÚJULA
La angus*a que genera la desaparición de un ser querido empuja a sus familiares a agotar cualquier posibilidad de búsqueda, aunque sea recurriendo a la consulta de videntes. Sin embargo ningún “médium” ha conseguido aportar luz al esclarecimiento de alguno de los muchos casos de desapariciones misteriosas. La experiencia de quienes, esperanzados en localizar a un familiar desaparecido, han acudido a algún vidente es, cuando menos, desalentadora.
En España, probablemente la persona con mayor conocimiento para opinar sobre los resultados obtenidos por los “detec*ves psíquicos” sea don Manuel jaime; quien fuera coordinador de Inter‐sos, plataforma que integra a familiares de personas desaparecidas. Tras la desaparición de su suegro, en junio de 1998 en Barcelona, el señor Jaime no descartó la posibilidad de que algún sensi*vo pudiera aportar pistas que condujeran a su localización. Fue así cómo se puso en contacto con numerosos videntes, pero ninguno de ellos supo aportar ningún dato concreto. Un supuesto sensi*vo afirmó haber tenido una visión en la que veía al familiar desaparecido en una casa situada en una bifurcación de calles del casco an*guo de Barcelona. Este aportó todo lujo de detalles sobre el cruce de calles en el que se ubicaba dicho inmueble –lo cual no debe sorprendernos si tenemos en cuenta que el vidente residía en esta ciudad–, lo que permi*ó iden*ficar dicha zona. También le anunció que volverían a reencontrarse con él antes de que transcurrieran tres meses. Desgraciadamente, pasarían más de cinco años hasta que fuese hallado su cuerpo sin vida en el cinturón periférico de la ciudad. “Cuando una familia –explica Manuel Jaime– pierde a un ser querido se agarra a lo que sea. Y si no acudes a los videntes, tarde o temprano son ellos los que se ponen en contacto con go. Pero terminan diciendo lo que tú quieres oír...”.
En la revista El Escéptico, el agente de policía López Molero desmiente la leyenda de que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado acudan a sensitivos para resolver casos de secuestros o desapariciones.