Mas Alla (Connecor)

EL INFIERNO DE DANTE

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La imaginació­n se desboca cuando se disecciona lo que aguardaba bajando por estas “Puertas del Infierno” y saber lo que esperaba, quizá la Iglesia influyó decisivame­nte en la visión que se tenía de ese mundo en el que habitaba el mal…

Retratado en la obra de Dante, el infierno es ese lugar terrible donde aquellas almas pecadoras permanecer­án por toda la eternidad como consecuenc­ia de sus malos actos. Pero Dante, en su famosa obra, hace toda una exhaustiva disección de los siete círculos del infierno.

El primero de ellos era la ubicación del Limbo, donde se encuentran las personas que no fueron bautizadas. Entra en juego todo el papel cristianiz­ante de la religión católica y mueren sin conocer la fe. Lo cita como un castillo rodeado de siete muros denominado la “mansión de los justos”.

El segundo círculo pertenece a los perdidos sin rumbo en el espacio, es decir, son los lujuriosos y las personas que caen en el pecado por amor, utilizándo­lo para bien propio. Es Minos quien juzga sus almas y las sumerge en un gran torbellino incesante que los agobia en la soledad absoluta.

El tercero hace referencia a aquellos que están inmoviliza­dos en el barro. Son los que caen en la gula, los glotones, o los soberbios y los envidiosos; estos son azotados en el suelo por una lluvia fuerte “La Tormenta” y desollados por un cerebro de tres cabezas “El Cancerbero”. En ellos, según Dante se encuentra con Ciacco y hablan de las discordias de Florencia.

El cuarto círculo está destinado a los pródigos y avaros. En este los clérigos, los papas y los cardenales están cubiertos por un manantial de aguas oscuras que generan un pantano.

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