LOS AMANTES MEDIEVALES ENTERRADOS EN PARÍS

Se trata de Abelardo y Elosia. Abelardo nació en 1079 en Palais, cerca de Nantes. Siendo muy joven, este fue destinado a la carrera militar, la que luego dejó por su pasión por el estudio. Se dedicó a aprender todos los saberes de su tiempo, además de la música y el canto. Por este cambio en su vida y sus nuevas inclinaciones tuvo que renunciar a su condición de primogénito y a su herencia. Marchó a París a los 20 años, para dedicarse a la filosofía y estableció una escuela en la colina de Santa Genoveva. Tuvo su primera escuela en Melun y en Corbeil para regresar a los 25 años a París el debate filosófico ocupó todo su tiempo. Por su parte, Elosia sobrina de Fulberto, canónigo de París, era una joven bella y talentosa. Había nacido en 1101 y tenía 17 años. Entonces, Abelardo, que vivía en casa de Fulberto, fascinado con ella, terminó por seducirla. Tras ello, Elosia quedó embarazada, y Abelardo quiso raptarla para llevarla a Bretaña. Allí, dio a luz un niño en la casa de la hermana de su amante. Cuando Abelardo regresó a París, Fulberto lo esperaba para vengarse, le mutilarían.

Eloisa tuvo que tomar los hábitos en el convento de Argenteuil y Abelardo, ingresar en el convento de Saint-denis, el cual abandonaría después para continuar en la enseñanza y en el debate filosófico, que debido a lo radical de sus ideas le llevaría a la persecución constante.

Abelardo murió en la abadía de San Marcelo, en Chalons-sur-saone, el 21 de abril del año 1142. Eloisa, que reclamó el cuerpo de su amado, falleció después, en 1163, y en 1808 los restos de ambos amantes fueron depositados juntos en el Museo de monumentos franceses de París.

Finalmente, en el año 1817, ambos fueron colocados en una misma tumba, en el cementerio del Père‐lachaise. Es una de sus tumbas más famosas y con más historia, la de un amor eterno que la muerte volvió a unir.